Julián Ríos, es un chico de 17 años, que luego de su experiencia con su madre, se dedicó a estudiar todo sobre el cáncer de mama y creó, por medio de inteligencia artificial y sensores, un brasier como solución.
“A mí madre le amputaron los dos senos y estuvo a punto de perder la vida por un mal diagnóstico”
«Eva», es el nombre del brasier que está compuesto por al menos 200 pequeños biosensores, estos tienen la función de «mapear» la superficie de la mama y determinar la conductividad térmica por zonas. A mayor presencia de calor en determinada área, mayor fluyo de sangre, lo cual indica que hay algo que está alimentando a los vasos sanguíneos y que normalmente refiere a un cáncer.
Sin embargo, la clave de este mecanismo no son los sensores en sí, sino los algoritmos que lo componen y que tienen la capacidad de «comparar con una base de 1,000 pacientes afectados por el cáncer, que a su vez agrupan 20 imágenes termográficas cada uno y así determinar a qué tipo y a qué fase corresponde el cáncer».
Este chico, estudiante de PrepaTec en el Campus Eugenio Garza Sada, logró ganar el primer lugar en el concurso de emprendimiento Global Entrepreneur Awards, que se presentó en la Bolsa Mexicana de Valores. Hace más de un año, Julián y tres compañeros más, iniciaron el desarrollo de un mecanismo para hacer más certero el diagnóstico de la enfermedad, que fuese más confiable que la autoexploración y menos dañina que la mamografía.
Su equipo está conformado también por José Antonio Torres, director de tecnología; José Ángel Lavariega, director de innovaciones y desarrollo; y por Fernando López, desarrollador de software. Contaron con la colaboración de Cynthia Villarreal, doctora del Centro de Cáncer de Mama del Tec de Monterrey y con Víctor Melgarejo Zurutuza, ingeniero y presidente de la Red Estatal de Incubadoras de Nuevo León.
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