«La menopausia no es el principio del fin», asegura la doctora en psicología, Anna Freixas.

En su más reciente libro, «Sin Reglas», la profesora emérita de la Universidad de Córdoba, de 72 años, habla sobre la sexualidad femenina en la madurez, defiende que «la menopausia no es el principio del fin» y reivindica la vejez de la mujer.

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«Sin Reglas» es producto de «más de 700 encuestas y de varias entrevistas con grupos de discusión de mujeres que han superado los 50 años», cuenta la profesora, que considera que para luchar contra estos tabúes «hay que hablar entre nosotras y dar visibilidad social a través de la prensa, radio y televisión».

«La sexualidad de las mujeres mayores es uno de los secretos mejor guardados en nuestra cultura, a pesar de que la evidencia científica confirma que la edad no tiene por qué suponer una dificultad para el disfrute».

«Sin Reglas. Erótica y libertad femenina en la madurez» denuncia que «la sexualidad de las mujeres mayores es uno de los secretos mejor guardados en nuestra cultura, a pesar de que la evidencia científica confirma que la edad no tiene por qué suponer una dificultad para el disfrute».

Además, pone sobre la mesa temas como la homosexualidad en la edad madura, la asexualidad, y los efectos que tiene la salud propia y de la pareja en la actividad sexual.

La psicóloga constata que «las mujeres se preocupan por conocer su cuerpo y cada vez viven mejor en él», pero reconoce que «aquellas con mayor actividad sexual reciben el estigma de prostitutas y ellos de machotes».

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«Ellos vienen de una cultura más libre, de fanfarronería, ellos se chulean», critica Freixas, mientras que las mujeres «venimos de una cultura más represiva».

«Hay una creencia cultural de que la sexualidad desaparece con la menopausia, pero es una gran mentira, porque la sexualidad nace y muere con nosotros. La sexualidad no es solo el coito, también es el contacto»

Freixas inició su investigación en el campo del envejecimiento femenino durante los años 80, al hacer su tesis doctoral sobre «la autopercepción del proceso de envejecimiento» y, desde entonces, no ha cesado de abordar cuestiones de este tipo, como son la menopausia o la transmisión sociocultural del arte de envejecer.

La autora, que este año cumplirá 73 años, insiste en que «hay una creencia cultural de que la sexualidad desaparece con la menopausia, pero es una gran mentira, porque la sexualidad nace y muere con nosotros. La sexualidad no es solo el coito, también es el contacto».

Freixas puntualiza que «cuando viene la regla supone una celebración cultural y social, pero la menopausia es un momento vital igual que la menarquía», nombre que recibe la primera menstruación.

Además, critica el papel de los hijos e hijas en cuanto a la vida sexual de sus padres y madres, que considera «censurador», y el de los médicos, quienes deberían «introducir la sexualidad en su consulta cotidiana, para que el médico pueda dar consejos al respecto».

Otra de sus obras es Nuestra menopausia: una versión no oficial

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En este libro refiere que «el color del relato cultural sobre la menopausia ha sido sistemáticamente tirando a negro. De  acuerdo con él, en ella se concentran un cúmulo de problemas y amenazas para las mujeres que van del infarto a la depresión, de la frigidez a la osteoporosis, de la depresión al envejecer, entre otros males posibles, que llevan a que cualquier persona que los interiorice, la tema y no sin razón. Hay un mutismo sospechoso acerca de sus posibles bondades, quizás temiendo que pueda producirse un entusiasmo colectivo y contagioso por parte de las mujeres ”afortunadamente sin regla”. Una rebelión de muchas mujeres, sabias y libres. […] Así un buen día decidí averiguar por mi cuenta […] con el fin de obtener una versión libre de la menopausia partiendo de la voz de las propias mujeres, tratando de conocer los aspectos positivos y negativos, la relación de éstas con el deseo y la sexualidad […] A partir de las palabras de estas mujeres […] he extraído ideas que me parece necesario compartir en la medida en que pueden ayudarnos a todas a mirarnos, a nombrarnos. Una versión “no oficial”.

Freixas advierte de que «hay un vacío enorme en los estudios sobre envejecimiento en general, pero sobre todo en las mujeres». Apunta como una de las causas de esta falta de investigación el hecho de que «ahora vivimos hasta los 90 y en bastante buen estado, pero antes a los 60 ya estábamos fuera de juego».

Con información de lavanguardia y cordopolis.es


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