El mundo últimamente nos sacude con noticias que están cambiando constantemente el curso de la historia, pero cuando esas noticias nos regresan a la historia que «antes fue» y que no debería repetirse, poco hemos avanzado. Este fin de semana el régimen Talibán retomó el control del territorio afgano y las mujeres que habitan la zona vuelven a quedar a merced del régimen más patriarcal y misógino de la historia que antes controló la zona de 1996 al 2001.
Es un conflicto bélico, religioso y político, pero basta saber que el Talibán es por demás violento en una versión extrema y cero moderada del Islám, que deja a las mujeres siendo vulnerables de nuevo y que pone a sus derechos humanos básicos y universales en peligro.
Mientras que el Talibán dominaba, las mujeres no tenían acceso a la educación, no podían leer antes de los 8 años y cuando podían hacerlo solo tenían acceso a leer el Corán.
Muchos de nosotros vimos que las mujeres no podían mostrar ni su cuerpo, ni su rostro y que debían de ir cubiertas con el «burka» que las dejaba sin identidad, sin existir para nadie. Los castigos para las mujeres por violar o romper (a criterio del Talibán alguna regla), iba desde el azote público, ser agredidas a pedradas o a ser ejecutadas.
Hoy, nuevamente, las mujeres en Afganistán temen por su vida, por su integridad, por su educación y por su trabajo, por lo que se avanzó en dos décadas y que hoy se escapa como agua entre las manos, por ello han pedido ayuda a la comunidad internacional para que intervengan y las ayuden. Familias enteras con hijas están huyendo fuera de su hogar pues los talibanes han pedido la lista de niñas mayores de 13 años y mujeres viudas para casarlas con sus combatientes en matrimonios forzados, a pesar de que la ley internacional prohíbe explícitamente los abusos sexuales.
El artículo 27 de la Convención de Ginebra dice: «Las mujeres deben ser especialmente protegidas de cualquier ataque contra su honor, en particular de la violación, la prostitución forzosa o cualquier otra forma de asalto indecente», las mujeres se sienten amenazadas pues ya ha vivido esto antes.
Para darnos una idea, la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA) denuncia en su página web la situación de las mujeres en el país asiático que dominó durante el mandato del grupo fundamentalista entre 1996 y 2001, se trata de 29 restricciones o prohibiciones a las mujeres:
- Prohibido trabajar fuera del hogar: sea que tengan carrera profesional o no. Solo se hacen excepciones con unas pocas doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en algunos hospitales en Kabul.
- Completa prohibición de actividades fuera de casa a menos que las acompañe un hombre de la familia o su esposo (se denomina mahram a ese parentesco masculino: padre, hermano, marido).
- Prohibida toda actividad comercial y tratos con comerciantes masculinos.
- Prohibido ser tratadas por médicos masculinos.
- Prohibición de estudiar en cualquier tipo de escuela o universidad, nada que no sea seminario religioso.
- Uso obligatorio de la burka (velo que cubre de pies a cabeza incluyendo el rostro).
- Castigos como azotes, palizas y abusos verbales por romper con alguna regla de las anteriores.
- Azotes en público por mostrar los tobillos.
- Lapidación pública por mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
- Prohibición del uso de cosméticos (incluyendo el uso de esmalte de uñas).
- Prohibición de hablar o contacto físico (estrechar manos) con varones que no sean su mahram).
- Prohibición de reír en voz alta.
- Prohibición de usar zapatos con tacones o que hagan ruido al caminar (los pasos de una mujer no deben ser escuchados).
- Prohibición de usar cualquier transporte público sin ser acompañada de su mahram.
- Prohibición a las mujeres de tener imagen o presencia en radio, televisión, redes sociales o cualquier medio de comunicación o de participar en reuniones públicas de cualquier tipo.
- Prohibición de practicar deportes o pertenecer a cualquier club o centro deportivo.
- Prohibición de usar bicicletas o motocicletas.
- Prohibición de llevar atuendos o indumentarias vistosas, nada que resulte sexualmente atractivo a criterio del régimen talibán.
- Prohibición de reunirse con nadie con fines recreativos o de diversión.
- Prohibición de lavar ropa en espacios públicos.
- Prohibido el uso de nombres y nomenclatura pública que incluyan la palabra «mujer» para designar espacios públicos.
- Prohibición de salir o asomarse a los balcones de sus casas.
- Tener ventanas tapadas u opacas para NO ser vistas desde afuera.
- Prohibición de que sastres tomen medidas de mujeres o hagan ropa femenina.
- Prohibido el acceso a baños públicos.
- Prohibido viajar en el mismo autobús en el que viajan hombres. Solo pueden hacerlo en autobuses para mujeres.
- Prohibición de usar pantalones acampanados incluso bajo la burka.
- Prohibición de fotografiarse o grabarse o filmar a mujeres.
- Prohibición del uso de imagen de mujeres en medio impresos o libros o exhibidas en los muros de casas y comercios.
Lo anterior es lo básico que en occidente parece impensable y fuera de época renunciar o siquiera sugerir prohibir, y más cuando constantemente hablamos y ejercemos el feminismo.
Así que si a las mujeres nos preocupan las mujeres, nuestras hermanas afganas hoy sufren lo impensable del miedo: retroceder en el tiempo para que niñas y mujeres sean sometidas al odio, a la violencia con permiso, a la ignorancia y la soledad absoluta en sus casas.
En un mundo en donde la tecnología nos acerca y borra fronteras, ellas hoy: huyen o quedan otra vez congeladas en el tiempo sin tiempo, en la inexistencia de su ser. Esto que debemos de conocer, de hablar y si fuera posible impedir.
Ninguna mujer en el mundo debería de tener miedo de ser mujer, mi corazón hoy con ellas.
Karla Lara
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Se lo leí a mi hija de 22 años y tenía una cara de asombro,no puede creer que eso exista
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