Durante toda la vida, los abuelos son como ese ángel terrenal que todos los niños tienen en la tierra (incluso, cuando crecemos, seguimos sintiendo amor incondicional por nuestros viejitos). Ese vínculo no se debe destruir nunca.

¿Qué pasa en tiempos de COVID-19 con nuestro abuelos? Ellos son esa población que sin duda, se han visto mas afectad en tiempos de pandemia.

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Familiares de abuelitos

El llamado a las familias para que redujeran las visitas a los adultos mayores recrudeció una situación de distanciamiento que ya se presentaba previo a la pandemia.

“En condiciones normales, sólo entre un 20 y un 30 por ciento de los residentes tienen contacto de manera constante y de calidad con su familia. El otro 70 u 80 por ciento restante no ve a sus nietos en un periodo de tiempo muy largo”, cuenta Mario Enrique Reyes Vázquez, neuropsicólogo especialista en adultos mayores de Casa de reposo Eishel Nuestro Hogar.

Además añade que esta falta de contacto sumado al confinamiento puede reforzar la sensación de abandono, provocar la pérdida de roles y de control de sus vidas, y, en algunos casos, incluso generar un sentimiento de castigo con crisis de ansiedad.

“Los pequeños también pueden presentar ese sentimiento de abandono, especialmente si tenían una relación constante y emocionalmente fuerte con el adulto mayor. Para un niño, su abuelo o abuela, representa una figura clave amorosa, educativa, responsable y genera en el menor seguridad y confianza”, explica Patricia de la Fuente, fundadora y directora de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil.

Además recuerda que el rol del adulto mayor en el niño es clave para su educación y desarrollo, ya que contribuyen con el desapego de los hijos hacia los padres, transmiten en ellos el sentido de pertenencia, son portadores de buenos consejos y promueven la unión familiar.

Dado que los adultos mayores serán los últimos en poder incorporarse a las actividades normales, Mario recomienda mantener el contacto con ellos de manera constante, ya sea vía telefónica o a través de dispositivos tecnológicos, especialmente para los más pequeños, por la doble función benéfica que aportan estas relaciones intergeneracionales.

“Se ha encontrado que las personas que conviven con niños presentan un reforzamiento del sistema inmunológico, son menos propensos a enfermedades, a trastornos como la ansiedad, la depresión e inclusive, algunos presentan mejorías al contacto con los pequeños.”, explica Mario.

Para el neuropsicólogo, la sana distancia representa el distanciamiento físico, pero no tiene que haber un distanciamiento social. “Ahora más que nunca es importante estrechar lazos a través de las nuevas tecnologías. También se pueden enviar por parte de los nietos algún dibujo o alguna manualidad, anexar alguna carta, algo que el abuelo físicamente, bien sanitizado, pueda atesorar”, finaliza Mario.

Información sugerida por Spread.



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