“Los niños son el mañana, los viejos son el ayer, sin mañana no habrá vida, ni vida sin ayer…”
-Elsa Pardo de Hoyos (“El niño y el viejo”, Fragmento).
¡Cuántos hemos tenido la fortuna de conocer a nuestros abuelos y cuántos más hemos tenido la alegría de crecer junto a ellos! Los abuelos son esas personas que nos aman desde antes de nacer igual que los padres, incluso se dice que más, pues tienen a favor los años y la experiencia que nos hacen madurar e identificar lo realmente importante en la vida. Tener abuelos es para los niños una ventaja de vida, pues el final de la vida se encuentra de cara con el principio y así el binomio abuelos/nietos crean lazos emocionales que perduran para siempre.
Escuchamos que “los padres están para educar y los abuelitos para consentir”, en general (depende de la forma de ser de los adultos), hay una relación amorosa y los abuelos sienten un placer inmenso cuando están con los nietos y viceversa. Es cuando la vida da una segunda oportunidad para participar en la familia porque los nietos revitalizan y rejuvenecen, los mantienen actualizados y como la tarea de educar recae en la mayor parte de los casos, en los padres, los abuelos pueden ocuparse de dar atenciones, cariño y tiempo a los niños. El valor de los abuelos en la vida de los niños es grandioso.
Distintos tipos de abuelitos
Neugarten y Weinstein, en los años 60 definieron los estilos de ser abuelo/a (no todo el mundo está de acuerdo): comportamiento rígido y tradicional (autoritarios), búsqueda de diversión (relajados y no autoritarios), subrogados (asunción de responsabilidades y cuidados de los nietos/as todos los días), reserva de sabiduría (información sobre raíces familiares, guardianes de la historia familiar) y abuelos distantes (que rara vez ven a los nietos).
Cierto es que con o sin estilo todos los abuelos pueden:
• Ofrecer su experiencia en momentos de crisis familiar (ayudar en la comunicación padre/hijos, por ejemplo).
• Transmitir valores familiares y mantener el vínculo entre las generaciones porque son el origen de nuestra historia familiar. Las historias que cuentan los abuelos sobre la vida de sus hijos (o sea, los padres) cuando ellos eran niños gustan mucho en la infancia y contribuyen en el desarrollo psicológico de los más pequeños. También nos dan un sentido de continuidad de la familia, son catalizadores para que los niños comprendan que sus padres son humanos (¡mi papá también hacía travesuras!) y, por lo tanto, facilitan la identificación de los niños con sus padres.
• Los abuelos se renuevan y aprenden con sus nietos, acercándose más a las nuevas generaciones (usar la tecnología es un ejemplo).
• Los abuelos pueden parar el tiempo: porque pasar tiempo con ellos es alejarse del mundo de prisa en el que a veces vivimos los padres. En casa de los abuelos el nieto recibe el trato amoroso que siempre merece como niño que es; y el valor tan atesorado que es el tiempo para conversar, para escuchar y para jugar.
• Los abuelos son magníficos compañeros de juego. Los niños a través del juego, aprenden a relacionarse, a convivir, a pensar, a respetar reglas, etc.
• Sus historias son tesoros puestos en palabras que dan a las generaciones más jóvenes un sentido de identidad.
• Pueden identificar comportamientos y carencias en los hijos que los padres no captamos fácilmente.
¿Cómo incentivar la cercanía?
Resulta un gran legado para los niños que los padres fomenten los lazos emocionales con los abuelos, algunos consejos:
• Visitarse a menudo: la frecuencia es importante porque construye la familiaridad e intimidad de las emociones en ambos, si la visita física no es posible, usar la tecnología para acercarnos sirve mucho (teléfono, correo electrónico y similares para hablar, escribir o enviar fotografías y archivos de sonido). Grabar la voz del abuelo leyendo un cuento favorito es una gran idea porque el niño puede recurrir a su abuelo aún en su ausencia.
• Las fotografías son importantes, nos dan un sentido de pertenencia y fortalece la memoria en los niños.
• Cuando los niños escriben y leen, pueden hacer cartas a sus abuelos y leer las suyas, es otro gran regalo que puede conservarse en el tiempo.
• Los abuelos pueden enseñar y compartir sus aficiones y habilidades con los nietos y son actividades que luego son herramientas de vida como tejer, cocinar, coleccionar algo y que además del aprendizaje, representan tiempo en familia.
• Hacer un árbol genealógico: explicar cosas sobre sus antepasados y familiares encanta a los niños. Para un niño, sus abuelos son la base de su historia personal. Todo ser humano tiene la curiosidad de conocer sus raíces, su historia, de dónde viene, y los abuelos representan esa parte de su pasado que forma parte de su vida.
Los abuelos son paternidad con experiencia, nos aventajan en sabiduría, son los mejores confidentes y consejeros. Los niños ven en ellos las personas con quienes pueden platicar de esos temas que, según los niños y adolescentes, sus padres no entenderían. Los abuelos son excelentes intermediarios entre padres e hijos cuando se presenta un conflicto y pueden ser no solo el origen de nuestra familia sino de nuestros mejores recuerdos de infancia.
Cuando no se tienen abuelos por la edad, por la distancia o por cualquier otra razón, siempre existe la posibilidad de acercar a nuestros hijos a alguna persona mayor que nos ame y a la que amemos, una persona cercana a nuestra familia que pueda ser un abuelo en funciones, porque esa experiencia de vida es algo que no debemos negar a nuestros hijos.
Aprender a valorar y respetar a los abuelos es el mejor inicio para lograr una convivencia familiar más plena, llena de generosidad, amistad y amor entre las personas que la conforman, se trata de amor y de valores y se trata también de acercar el amanecer con el ocaso de la vida, para transitar por ella de la mejor manera para nacer amados y despedirnos adorados y plenos por esas personas llenas de amor y sabiduría que pueden ser los abuelos y los nietos.
Twitter de la autora: @KarlaDoula
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