Muchas veces vemos a nuestra mejor amiga con un galán que decimos «Ay, nanita, ¿de dónde lo sacó y por qué lo aguanta?». Hombres/mujeres que los tratan mal, que son súper demandantes de atención, que les prohiben hasta tener amigos y muchas cosas más. ¿O qué tal la buena onda que tiene un grupo de amigos que saca lo peor de ella? O la que le permite todo a una madre o padre abusivos…
También las personas que no pueden estar en silencio y en el tránsito (y sin importar la hora), marcan sin cesar a cuanto número tiene guardado en el celular con tal de «no sentirse solos». Pero hay muchos precios altos que se pagan por evitar la soledad.
Los expertos de School of Life especifican algunos que pueden ser bastante peligrosos.
Precios que pagar con tal de no estar sola
- Elegir mal. Eliges lo que sea, lo que esté disponible. En lugar de tomarte 200 citas para elegir a la pareja que realmente se acerca a lo que buscas en la vida, te apresuras y lo intentas con el primero, el segundo, el tercer. Para el cuarto estás desilusionada y agotada de que «no funcionas para las relaciones». O… prefieres estar en horas y horas y días y meses y años de infelicidad.
- Dejar de exigir tus derechos y necesidades. Cuando tienes miedo de que te dejen, tus necesidades pasan a segundo plano. Si hay un egoísta en la relación, no pondrá de su parte (¿para qué?, si cada uno de sus caprichos de cumplen y no tiene que esforzarse) y menos cederá. Así que olvídate de ti y lo que deseas.
- Te vuelves dependiente. Al estar «a fuerza» en pareja, no aprendes a hacer cosas por ti misma. No aprendes qué te gusta (al intentarlo) ni sabes cómo resolver un conflicto o crisis (porque hay que tomar en cuenta al otro… si es que tú tienes algo que decir).
- No te conoces. La constante presencia de otros (cero tiempo para ti y tu humanidad) no nos deja escuchar nuestra propia mente y, por tanto, hacer las paces con ella y todo lo que pasa por ahí. Tampoco se exploran ideas y emociones que puedes experimentar únicamente después de estar un buen tiempo sola. A veces utilizamos a los otros para distraernos de estar con nosotras mismas.
- Dejas de aprender y crecer. No siempre, pero muchas veces. Al estar sola te tienes que obligar a salir y tomar riesgos, no exclusivamente en el terreno de amistades y posibles romances, sino también en aprender nuevas cosas, crecer y expandirte. A veces al estar en una pareja mediocre te acostumbres a llevar una existencia… gris.
- Te pierdes de las maravillas de la vida. Por estar tan ocupada en una relación forzada e infeliz, te estás perdiendo viajes increíbles, amigos divinos y hasta una vida sexual en paz o ¡súper satisfactoria!
¿Cómo aprender, entonces, a estar sola?
Debemos dejar de asociar la felicidad y plenitud con estar en pareja. Hay que observar los comportamientos sociales: desde comentarios como «rehizo su vida» al referirnos a alguien que se volvió a casar después de una separación, hasta presionar a los adolescentes a que se emparejen o luego, se casen.
«Ay, mijita, tan bonita y tan solita». «Ay, pero esta juventud, siempre haciendo las cosas chuecas, ¿cuándo vas a sentar cabeza y ya conseguirte un buen hombre (mujer)?»
Otras ideas son:
- Dejar de ver feo a la persona que está comiendo sola en un restaurante o asiste al cine sola con su alma.
- Ya no presionarNOS a encontrar el amor y tener una historia romántica (de película o telenovela).
- Dejar de romantizar la vida en pareja (en nuestras mentes).
- Disfrutar nuestra soledad, haciendo cosas que nos hagan felices.
- Ir a terapia para averiguar de dónde viene esa necesidad constante de estar acompañada.
- Trabajar con nuestra autoestima.
Así que tú dirás si estás dispuesta a pagar los precios con tal de no estar sola. Es tu vida y tu felicidad la que está en juego.
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