María José –mejor conocida como la Josa– es una mujer real, con inquietudes, sueños y miedos como cualquiera. ¿Qué la hace tan exitosa? Quizá sea su buena vibra y alegría acompañadas de una muy buena dosis de talento, pasión y determinación.

Por Bianca Pescador

Formó parte del grupo Kabah desde 1992 hasta que se desintegró, en 2005. Dos años después, María José Loyola se aventuró en solitario con un disco homónimo y desde entonces no ha abandonado los escenarios.

Proyecto tras proyecto, podríamos decir que la Josa vive un momento de absoluta plenitud. No sólo acaba de comenzar el tour “Lo que te mereces” –con el que promociona su álbum “Habla Ahora”– sino que lleva 10 años casada con Mauricio García y es madre de Valeria, una niña divina de casi tres años (y a quien presume constantemente en sus redes sociales).

Más allá del éxito y la fama, María José se declara como un ser humano que no carga otra bandera que la de la paz y la tolerancia. Después de la gira con OV7, retoma su carrera como solista y sólo podemos augurarle lo mejor. Es talentosa, apasionada, simpática, alegre… La entrevista sucede entre risas, anécdotas y recomendaciones, como si habláramos con nuestra mejor amiga.

¿Por qué decidiste no seguir con la gira de OV7 y Kabah?

Fue una etapa muy padre, en la que me divertí muchísimo. Estuve en un gran recreo con un éxito definitivamente tremendo, pero sabíamos que iba a ser temporal. Yo tenía que seguir con lo mío y  de alguna manera quitarle la pausa a lo que vengo haciendo como solista desde hace 10 años.

¿Qué opinas de la fama? ¿Te gusta o te incomoda?

Es muy efímera, un día la tienes y al otro no, un día te tratan divino y al otro se olvidan de ti. Tienes que saber perfectamente quién eres arriba y abajo del escenario para que, con fama y sin ella, seas feliz. Porque si basas tu felicidad en la fama, pues el día que no tengas un buen disco o una buena temporada te vas a querer morir (risas). Hay veces que ‘te conviene’, pero un día eres alguien y al otro no, ¿entonces qué es la fama? ¡Nada! Una cortina de humo que se puede desvanecer.

 

¿Qué tipo de feminista te consideras?

¡No, pues no! (risas). Yo me considero un ser humano. Un ser humano que siente, al que le importa la humanidad, la tolerancia, el respeto, la justicia. No soy un ser humano que carga una bandera, si acaso la de la paz y la tolerancia, pero no me considero una buena o mala feminista. El término ha sido muy confundido, la gente cree que es un ataque contra el hombre, y no es así.

 

¿Crees que hemos avanzado en el tema de los derechos de la mujer?

Sí, yo por eso el Día Internacional de la Mujer sí lo celebré, aunque decían que no… ¡Por supuesto que tenemos que felicitarnos por ser seres humanos espectaculares! (risas). ¿Por qué no celebrar la vida y el empoderamiento femenino? Yo aplaudo que hoy en día tenemos derecho a la educación, derecho a votar y ser votadas… Parecería algo prehistórico, pero en realidad no ha pasado tanto tiempo desde que se nos concedieron esas garantías. Hemos avanzado, pero de todas maneras creo que seguimos en pañales en muchas otras cosas. Me he enterado de casos que digo, ¡¿cómo?! Estamos en el año 2017 y siguen existiendo ciertas ‘castraciones’ emocionales y psicológicas hacia la mujer, de cómo tenemos que ser ante la sociedad…

 

Por Bianca Pescador

Lee el reportaje completo en nuestra editorial de abril.


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