Esta mañana -y algunas otras- he llorado al recordar a Michael, mi experiencia con él me ha despertado tantas cosas que me es difícil ponerle nombre a ese cúmulo de emociones que deambulan entre ser dulces y amargas, felices y tristes, desoladoras y esperanzadoras. Cuando pienso en él, mi corazón se ilumina y se achicopala, se hace pedacitos y vuelve a su forma original, esta experiencia es una dualidad, que de a poco voy logrando dilucidar.

El encuentro de Michael conmigo fue inesperado, espontáneo y único. Su vida, su presencia y su existencia vino a cambiar la mía por completo, porque esta es sin duda una historia de amor poco común (pero que debería ser más habitual). Esta narración no les será muy cotidiana y con eso en mente deseo que la conozcan, aquí se las desarrollo a continuación:

¿Cómo nos conocimos?

Yo estaba en el Facebook, revisándolo como cualquier otro día, cuando vi esa petición de ayuda de Fanny Gómez, su post decía: “… Por favor, quiero que él viva feliz, todos me dicen que su destino es que cuando crezca lo maten, aunque no quiera va a pasar…” La verdad es que no me detuve a leer el texto completo, -hasta ahora lo estoy haciendo- sino que lo respondí y emprendí la tarea de contactarla.

El amor, ¿qué es el amor y por quién lo sientes? Te pregunto esto porque sin importar a quién ames ni cómo, lo que se siente y compartes con ese ser sigue siendo amor, aunque no necesariamente nos lo inspire una pareja, un crush, un amigue, la familia o un ser humanx.

Michael no es un perro, es un cerdito de casi dos meses de edad, quien no estaba destinado a convertirse en alimento humano, me doy cuenta que el destino le tenía otros planes a este bebé y definitivamente no era el de ser en chuletas y tocino…

Nacido para ser libre 

Las circunstancias en que este puerquito bebé llegó a manos de Fanny sigo repensándola en mi mente, porque no intervino la coincidencia, fue el universo y cuando empecé los preparativos para que se le transportara de Lázaro Cárdenas a Morelia las cosas empezaron a fluir por sí solas.

Día en que fuimos a llevar a Michael a su hogar definitivo. (De izq. a der.) Fer García Naranjo, directora de Granjita T y H y Laura Sainz, fundadora de Casa Animal Morelia.

En cuestión de dos días Christian, a través de una conocida vegana, accedió a traer a Michael a Casa Animal Morelia, el centro comunitario vegano que fundé y dirijo en la ciudad. Cabe mencionar que él no es vegano, sin embargo, no me cobró nada por hacerme el favor, porque fue su “forma de contribuir a esta acción”. Hay muchas personas no veganas quienes están dispuestas a ayudarnos en nuestras misiones, y ellas son aliadas muy valiosas, a veces, hasta las más constantes.

Para cuando llegó Michael a Morelia ya le tenía un hogar definitivo, igualmente que con el tema del traslado, su lugar en Granjita T y H, un santuario animal ubicado en el Estado de México, le fue asegurado casi de inmediato, sin más “peros” que cubrir su manutención mensual, porque la mayoría de los lugares que le dan cobijo a animales rescatados sobreviven y ayudan precisamente a través de las donaciones que reciben, y como dice Fer García Naranjo y parafraseo, “se tienen que comprometer con ellos, no es solo de dejarlos y ya, para alguien más la responsabilidad, es un compromiso de por vida”.

Es así que estoy unida de por vida a Michael y viceversa.

Los dulces sinsabores de este rescate 

El primer baño de la vida de Michael.

Antes de Michael nunca en mi vida había tenido la oportunidad de convivir con un cerdito bebé, los había visto en redes sociales, sabía de su inteligencia superior, incluso a la de los perrhijos, sin embargo, hasta ahí llegaba mi experiencia.

Cuando conocí a este bebecito lo quise de inmediato, inclusive lo quise antes de cuidarlo físicamente. Como activista sabía que al rescatarlo debería llevarlo a un santuario, liberarlo ahí, lo tuve presente desde que lo encontré en Facebook, pero aun cuando sé que ahí debe estar, vivirá feliz y bien cuidado, hay una parte de mí que se quedó vacía, en la añoranza de verlo crecer día con día, de maternarlo yo misma un poco más de tiempo…

Ese es uno de los sinsabores de rescatar animales, principalmente especies cuya violencia ejercida hacia ellas está culturalmente normalizada. No obstante, sé que sin importar mis deseos, siempre se debe hacer lo mejor para la/el animal/a en cuestión y que por breve su presencia, nos dejan aprendizajes que duran la vida entera.

Así, les invito a tener historias inolvidables de amor interespecie.

#GoVegan

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