Cuando salí de la prepa, había que pensar qué carrera quería estudiar, era lo que tocaba…  En mi generación ya tocaba pensar en eso, porque una generación antes (la generación de mi mamá) lo común era salir de la secundaria y estudiar algo así como Normal o Contador Privado, que podía ser útil para conseguir un trabajo de secretaria, maestra en un Kínder, (sin menospreciar ningún trabajo) o algo así… si es que te dejaban buscar un trabajo. Probablemente ya estabas planeando tu boda.

Ese era el mundo de las mujeres de clase social media-media/alta en lugares provincianos de México.

El promedio era que las mujeres se casaran entre los 19 y 21 años, estoy hablando de los tiempos de mi mamá, en una pequeña ciudad, a principios de la década de 1960.

En algunas partes del mundo, en esos mismos tiempos, comenzaba el movimiento hippie que buscaba la equidad de género, de raza, de clase social, etc., y estas manifestaciones e inconformismo de cómo se vivía después de la guerra, empujó en algunas partes del planeta a confrontar, romper, cuestionar. Mientras que en otras partes más conservadoras las chicas sólo hacían lo que correspondía: estudiaban algo mientras el novio tenía la oportunidad de pedir su mano, se casaban y, de un día para otro, se iban a vivir con su nuevo y flamante marido. Es decir, a vivir con un desconocido, que, en el mejor de los casos, ella lo había escogido y lo quería. Sí, probablemente igual que su mamá y la mamá de su mamá y la mamá de la mamá de su mamá y de su papá…

Mujeres de los 60s Annie Spratt en Unsplash

Foto de Annie Spratt en Unsplash

Sin embargo, al final de los 60’s, los cambios se empezaban a notar y empezábamos a nacer una nueva generación que rompería (unas más, otras menos), el status quo en el que vivían.

Como decía al inicio de este texto: ya por lo menos podíamos pensar en estudiar una carrera y luego en casarnos -si eso queríamos- y eso nos daba un margen de vivir y hacer otras cosas distintas a salir directo al altar a los 19-21 años. Ya podíamos aspirar a llegar a los 24- 26 años solteras, saliendo con las amigas e, incluso, viajando.

Quizás a nosotras nos dieron esos permisos que nuestras mamás habrían querido vivir. No sé si era por eso, la cosa es que se veía un poco más de posibilidades, aceptación, libertad con la que podíamos elegir incluso una carrera que no estuviera en la misma ciudad en donde vivíamos y así nos daban permiso de irnos a estudiar a otro lado del país.

Yo creo que en los 23 años que existen entre que mi mamá se casó y yo cumplí 19 años se dieron muchos cambios, de tal manera que ella no podía esperar que yo hiciera lo mismo que ella.

Recuerdo que cuando terminé la prepa no se esperaba que yo me casara, pero tampoco me dejarían, en un inicio, irme a estudiar a otra ciudad… aunque a mi hermano mayor sí lo dejaron, e incluso, lo impulsaron para que se marchara a estudiar y prepararse para la vida.

Estos cambios creo que fueron de gran ayuda para que las que veníamos pudiéramos sentar nuevos precedentes para las nuevas generaciones y que, en este caso, las mujeres pudiéramos pensar en otra cosa que sólo casarnos.

Sin embargo, creo que algo que no cambiamos, porque no éramos conscientes de ello, era cómo valernos económicamente por nosotras mismas.

Era evidente que a los hombres los educaban para que fueran proveedores y ellos pensaban desde siempre cómo generar dinero para el sustento. A las mujeres nos enseñaron cómo conseguir un marido que nos mantuviera y nos diera eso que nosotras haríamos junto con él desde la trinchera del hogar, pero no por nosotras mismas. Eso generaba una limitante importante en el desempeño económico de la mujer que, aunque tuviera una carrera, no siempre la habíamos estudiado para ejercerla. De hecho, muchas compañeras de las dos carreras que estudié no ejercieron y toda esta historia es para reflexionar: realmente… ¿para qué estudiamos una carrera? En este momento me centro en la mujer específicamente, porque creo que partimos de diferentes lados los hombres y las mujeres para elegir qué estudiar.

Toda esta reflexión nació de un anuncio que hizo una chica en esos grupos de mujeres, que son excelentes y que se vende y compra y se recomienda todo lo que podamos necesitar. En uno de estos grupos una chica pone: “Busco Trabajo: Estoy por graduarme de la Licenciatura de Psicología, necesito ingresos para pagar la titulación. Tengo experiencia en administración, recepción, ventas, bienes raíces, manualidades, organización de eventos, y experiencia con niños, desde niñera y cursos de verano…” Lo que me sorprende de este mensaje es que está terminando una carrera que yo esperaría que la ejerciera, o que buscara algo relacionado para lo que invirtió tanto tiempo, dinero y esfuerzo. Yo estaría solicitando ser asistente de algún psicólogo o pasante en algún consultorio, o algo que me acerque a aquello a lo que le dediqué para aprender y que pueda desempeñar en la vida, si eso es lo que quiero hacer. Entonces me pregunto: cuál es la razón por la que estudiamos una carrera, ¿porque toca?, ¿porque necesito tener algo de cultura general o algo de estudios por si las cosas no salen bien en el matrimonio? ¿O porque necesito ocupar mi tiempo mientras me caso? Que así es como nos decían en mis tiempos a las que estudiábamos Ciencias de la Comunicación: que estudiábamos carreras “MMC».  Quizás sí eran MMC para algunas, para otras no.  Y sí, puede ser que empezamos a estudiar carreras para interesarnos en algo más que en pensar en una boda o conseguir novio para ese propósito. O ¡hasta para buscar novio!

Hoy en día veo a las jóvenes que ya son una nueva generación más enfocadas en ejercer sus carreras, sin embargo, aún existen estas mujeres que por alguna razón estudian algo y no están pensando en ejercer lo que estudian.

Siempre cualquier estudio nos va a traer información valiosa para aprender, cuestionar o saber más de algo, nunca está de más. La cosa es que yo pensaba que una estudiaba para ejercer y creo que ni si quiera esa idea era real en mí. Eso es lo que nos decimos, pero en el fondo existen otras razones.

Y creo que es importante cuestionarlas y hablarnos con honestidad para tener claro de dónde partimos y entonces, poder acercarnos cada vez más a donde queremos estar.

No espero que todas tengamos esta claridad en los 30 años, creo que aún no es tiempo a esa edad para tener claridad, pero si nos podemos empezar a cuestionar sería de gran ayuda.

Yo, por ejemplo, tengo más de 50 así que sí, ahora entiendo tanto que no hice en su momento, y por eso comparto mis reflexiones, solo porque me encanta reflexionar… ¿y qué tal que le sirve a alguien que por casualidad se tropieza con mi texto?

Aquí les dejo mis pensares con amor y respeto a todas las mujeres que están cuestionando piensos que les revolotean en la cabeza y que quieren romper con lo que les viene por de foult. Recuerda que nada, nada de lo que hagas va a salir sobrando en la vida, mejor sácale provecho y aprende de cada experiencia. Y gracias a la chica que posteó ese mensaje y me hizo pensar tantas cosas, y que a pesar de que me hizo pensar que debería estar buscando un trabajo relacionado con su carrera, ahora concluyo que no, que debería buscar lo que se le pegue la gana para disfrutar la vida; que si quiere estudiar OCHO carreras como cultura general está padrísimo, y si no quiere estudiar nada, también. Conclusión: ¡que cada quien haga de su vida su propio papalote y lo eche a volar!


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