Leía un texto que se llama: “Si tuviera mi vida para vivirla de nuevo”, escrito por Erma Bombeck, quien habla de todo lo que haría si pudiera volver a vivir, después de saberse diagnosticada con cáncer. Ella menciona cosas como usar las elegantes velas que uno guarda porque son lindos recuerdos, invitar más amigos a casa en vez de cuidar la sala para que no se manche, dejar las ventanas del carro abiertas más seguido sin que me preocupe despeinarme, etc…

Una haría muchos cambios en la vida si se supiera con la vida limitada… pero ¿por qué tener que vivir la vida cuando ya -casi- no tenemos vida? ¿Por qué no vivir la vida hoy, cada día, con salud y seres queridos al lado? ¿Qué hace falta para recordar que la vida se vive una sola vez? ¿Por qué tenemos que ajustarnos a tantas reglas y limitantes, para luego buscar romperlas y disfrutar? ¿Que no podemos disfrutar y ya?

Vivir la vida con consciencia es lo que hace la diferencia.

Vivir el día a día conscientemente, expresaremos nuestras emociones y decir lo que sentimos, no porque ya no contemos con el tiempo sino porque es lo que sabemos que nos nace hacer. Recordar que lo que sentimos es prioridad a lo que debemos ser o hacer, esto nos regresa a nuestro instinto y despierta la intuición, escuchar la voz interior es la única que habla con la verdad, con MI verdad, y es la bandera que necesitamos alzar.

Dejar de cumplir con expectativas ajenas, sociales de imágenes pre-creadas que sólo hacen sombras de creencias y reglas establecidas para manipular y controlar. No digo que rompamos las reglas y nos “pasemos un alto” porque eso nos pone en riesgo, digo que nos preguntemos qué opinamos de las reglas de la sociedad como: “una mujer debe conservar la virginidad hasta el matrimonio”, por ejemplo; o “los hombres no lloran porque si lo hacen, son débiles”. O “la homosexualidad es un mal social”, cuestionarlo y preguntarnos qué opinamos realmente al respecto. El preguntarnos nos permite hacer una valoración de las creencias que nos hacen pensar así: ¿quién nos lo enseñó?, ¿quién nos lo inculcó?, ¿a quién se lo oímos decir?… Y si encontramos una respuesta propia entonces viviremos más conscientes y congruentes con nuestra vida y con nuestra propia versión.

Por lo tanto, te invito a vivir tu vida conscientemente, intensamente, despeinándote, divirtiéndote, prendiendo tus elegantes velas, usando tus cubiertos finos, arriesgándote a sentir, a decir, a compartir, para recuperar poco a poco esa capacidad innata de saber lo que el instinto nos dice y reconocer la verdad del interior.

Agradezco a Erma Bombeck que su cáncer la hizo reflexionar lo que no había hecho en su vida y elijo aprender de su ejemplo. Disfrutar de la vida con todo lo que tiene para mí, con lo que esta me traiga. 

¡Te invito a tu propia reflexión y a vivir tu vida como sólo tú sabes que puedes vivirla!


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