Admiramos a la autora de este texto, se llama Stephany Capetillo Cabrera, mejor conocida como Male (de Maléfica) Capetillo. Blogger, abogada, feminista, activista y escritora. Se ha caracterizado dar voz a muchas mujeres en circunstancias poco comunes.

¿Y qué tal si me perdono? Nos lleva por todos los caminos de una mujer real y común.

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¿Y qué tal si me perdono?

Hoy me he sentado a tomar un café conmigo misma y de nuevo me descubrí alzándome la ceja. Entonces me dije que ya estuvo bueno de ser tan dura. A veces debería probar, simplemente, perdonarme.

Aveces, deberíamos simplemente perdonarnos.

Me perdono por dejarme en último lugar infinidad de veces.

Me perdono por hacerme pedazos para completar a otros.

Me perdono por no tener tiempo para mí.

Me perdono por no hacerme caso y tropezar con el mismo obstáculo una y miles de veces.

Me perdono por poner mi salud como un pendiente y no como una prioridad.

Me perdono por haber hablado de más.

Me perdono por haberme callado.

Me perdono por confundir resignación con tolerancia.

Me perdono por no gastar en mí lo que sin reparo gasto en alguien más que a veces no lo merece.

Me perdono por mentirme.

Me perdono por no verme al espejo más seguido.

Me perdono por no ser más amable conmigo misma.

Me perdono por no tenerme paciencia ni tener constancia.

Me perdono por ser tan ruda cuando se trata de mí.

Me perdono no encajar en un molde.

Me perdono por no permitirme muchas cosas.

Me perdono por no disfrutar de otras tantas.

Me perdono por no valorar los momentos que valen la pena y darme cuenta muy tarde.

Entonces me hablé a mi misma. Debemos de aprender a soltar, a dejar ir, a perdonar, me dije. Debemos hacer frente común contra el mundo que no está en nuestra contra, simplemente es el mundo y la gente es gente, con lo bueno y con lo malo. A veces solo estamos paradas en el camino equivocado con alguien que viene a todo pulmón y nos arrasa sin miramientos. No hay explicaciones ni justificaciones, es así…. sucede.

¿Sabes?, me dije, necesito tu apapacho, tu abrazo, tu complicidad.

Te tengo un trato. Te propongo… Menos reproches y más amor.

Menos revivir el momento y más perdón.

¿Y si me perdono? Ampliamente y de verdad, sin echarme en cara después mi errores, sin pensar en un problema toda la noche, sin sentir un punzada con un recuerdo corrupto cruzándonos la mente.

¿Y si me perdono mis errores y pasado?

Sí, me perdono; me acepto y me corrijo, me acomodo las piezas y hago un reset en mi memoria y en mi corazón…

¡Sí, me perdono!

 

 


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