
Cuando se piensa en Puerto Vallarta, además de la playa, seguramente nos imaginamos comida. Pescados y mariscos preparados y servidos majestuosamente. Y sí, en Vallarta existe una gran oferta gastronómica. De hecho, se sabe que los vallartenses son de paladar exigente y acostumbrado a delicias de primera. Pero en este ocasión no les voy a hablar de la comida de autor y de los restaurantes gourmet de prestigio internacional –eso será en la siguiente entrega –.
Hoy quiero platicarles de esos lugarcitos donde comen los locales. Esos rinconcitos que nunca aparecen en la lista de recomendaciones que uno teclea en su teléfono.
Y es que la gente de Vallarta Food Tours tuvo la grandiosa idea de diseñar un recorrido guiado por aquellos negocios populares que todo turista debería conocer con la confianza plena que lo que ahí se vende no lo mandará al hospital.
A preparar el estómago
Para empezar hablaré de la famosísima birria. Ese platillo que muchas personas relacionan con la cruda después de una gran fiesta – no sé por qué – y que por tratarse de una preparación caldosa y caliente jamás imaginarías apetecer en pleno trópico. Pues la verdad es que la familia Robles lleva más de 30 años deleitando con este manjar a los vallartenses y visitantes – crudos o no –. Los que saben opinan que uno de sus aciertos es que el platillo no tiene ese olor tan penetrante del que algunos de sus detractores se quejan, además que el nivel de condimentación está en el punto exacto para dar sabor sin hacer estragos en el estómago. Este negocio familiar empezó con un pequeño puesto callejero y creció hasta convertirse en un restaurante muy concurrido, sin embargo, a pesar de la ampliación, la matriarca de la familia conserva ese puestecito banquetero que para beneplácito de sus clientes más antiguos, sigue atendiendo ella misma.
Para seguir en el mood jalisquillo, no podían faltar las tortas ahogadas. El negocio de Tony conserva la receta original de Guadalajara tanto para la carne como para las salsas, pero sin duda, su gran acierto – y lo que mantiene más que fidelizados, cautivos a sus comensales – está en el pan pues se trata del virote original. Sí, todos los días lo traen directamente desde la capital del estado para no perder un ápice del sabor tradicional de las mundialmente famosas tortas ahogadas. Mención aparte merecen las aguas de sabor que aquí se ofrecen. Combinaciones tales como guayaba con yerbabuena o Jamaica con kiwi hacen un match exótico pero perfecto.
Y he dejado al final al que para mí fue sin duda, la joya de la corona de este recorrido gastronómico. Se trata de una pequeña caseta callejera que ostenta el nombre de Garlápago Tacolini. Ubicado en una muy concurrida esquina de la populosa colonia Emiliano Zapata (a las afueras de Puerto Vallarta) es un verdadero oasis. Su dueño y cocinero principal es don Héctor Velasco quien cuenta que hace más de 30 años ante el desempleo que enfrentaba montó este pequeño negocio y como no sabía cocinar, se dedicó a copiar y practicar recetas que encontraba en libros, revistas y más adelante en televisión. Lo demás es historia.
Hoy cuenta con un menú que en su mayoría ofrece sus propias creaciones. Tacos de casi cualquier tipo de pescado o marisco, chiles rellenos, brochetas y por supuesto las estrellas del lugar: los burritos. Los hay con o sin capeado, siempre fritos y rellenos de varios tipos de mariscos. ¿La mejor parte? Ningún platillo sobre pasa los $40 pesos. Quizá por ello basta que don Héctor levante las cortinas de su pequeño puesto – alrededor de las 11am – para que sus comensales abarroten el poco espacio que hay para comer sentado y la mayoría se resigne a comer de pie. Es un ir y venir de platos, limones, guarniciones que puedes poner a granel y las salsas y aderezos receta secreta de la casa. Verdaderamente, este lugar se lleva un cien.
¡Ya está! La próxima vez que visiten Puerto Vallarta y quieran conocer más allá de los típicos restaurantes del malecón, aquí tienen opciones seguras, higiénicas, baratas y deliciosas.
Opciones diferentes para sentir como si estuvieran en Vallarta por primera vez.
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«De hecho, se sabe que los vallartenses son de paladar exigente y acostumbrado a delicias de primera».
Jajajaja, no mams…. pinches tacos culerísimos, llenos de col, salsas desabridas y carne de mala calidad. Es rarísimo encontrar buenos tacos en Vallarta.
Además de caros, malos. Y no solo en la zona romántica, en Versalles, en La Aurora, donde vayas…tacos malos.
Los más decentes fueron unos por Fluvial, llamados Danny’s al carbón pero ya también chafearon, lo mejor es que para nada les ponían su pedorra col que acostumbran tanto aquí, aparte de que es súper indigesta ni al caso con la carne adobada o la asada pero pues así el paladar chafa de los «pata salada» de Vallarta.
La birriería Robles, aparte de estar en una zona cero apetecible para comer, sabe súper grasosa. Caldo sin sabor. Y soy de Jalisco, por eso es que me decepcioné tanto con la birria aquí en Vallarta.
Ni hablar de la oferta de postres, entre horribles texturas (que se entiende por la humedad y el clima pero no es justificación) y cero balance de sabores. O los hacen súper «monchosos», dulces empalagosos o los hacen bien pedorros, imitando siempre recetas que ven en internet y ni le saben.
Desde galletas tipo NY que saben a engrudo, «cheesecake» de café, que era una mera gelatina de leche (lo más seguro de esas de bolsita o Liconsa porque cero cremosidad como cuando usas queso crema) todo cuarteado de arriba y que solo quisieron «arreglar» poniéndole kilos de chantilly de ese todo seboso y Bites de Cookies and Cream de Hershey’s hasta «pay» de guayaba estilo Mazatlán, todo cortado por lo ácido de la guayaba en contacto con el «pay» en cuestión. Galletas sin sabor, apelmazadas…y ni decir del pan dulce o siquiera el bolillo. Lo único rescatable son unas tartas de «Ma petit tarte», la chava estudió en Gdl, jajaja, aunque es local, así que se nota que sí le invirtió en prepararse y en su materia prima.
Y Alu Alu repostería. Hacen muy ricos los pasteles. (NO, Pavlova ni al caso) además pinches dueños cristianos súper elitistas.
Fuera de ahí, neta, que hasta te obligan a cuidar tu peso de que ni se te antojan las cosas dulces o el pan porque está horrendo en Vallarta.
Lo más rescatable que he comido en Vallarta, irónicamente es en locales que los dueños no son locales, jajajaja, como El Chinelo, Hola Arepas, Danny’s Carnes Asadas.
Creo que los tacos locales, rescatables y no caros son los del Infonavit, el Tío Taco creo que se llama.
Los esquites de la señora Rosy, por la 5 de diciembre también están exquisitos.
En fin.
Otro artículo más para turista promedio.