El cuerpo es capaz de expresarte lo que la boca y la mente intentan callar. ¿Cómo es esto posible? Expertos señalan que el cuerpo es un reflejo de las emociones y pensamientos, por lo que es completamente normal que se manifiesten síntomas físicos sin una causa médica evidente.
En lenguaje científico, este proceso se conoce como somatización, y no es más que la forma más estrecha de conexión entre la mente y el cuerpo.
¿Qué relación existe entre el cuerpo y las emociones?
Según las experiencias y diferentes estudios científicos realizados en la materia, el cuerpo y las emociones están estrechamente relacionadas. Por ejemplo, cuando alguien está estresado, es posible que sienta dolor en el pecho; y que el estómago se revuelva cuando tiene miedo; mientras que cuando está alegre, se siente ligero.
Esto ocurre porque sencillamente la mente y el cuerpo trabajan juntos, no se pueden separar. En otras palabras, la mente controla los pensamientos y las actitudes afectan la manera en la que el cuerpo experimenta dolor. Por tanto, si actuó angustiado, mi mente se preocupa y manda señales al organismo y es posible que se presente algún dolor.
¿Dime qué te duele y te diré qué tienes que resolver?
Cuando la persona comienza a tener problemas con el hígado sin una enfermedad de base, existe la posibilidad que sea a causa del resentimiento, el enojo o el coraje.
Pero, si las molestias son el corazón, revisa qué te está generando angustia, tristeza o depresión. Mientras que, si las molestias son en los pulmones, puede deberse a miedos o preocupación excesiva.
Los dolores de cabeza frecuentes pueden asociase al estrés y a la excesiva carga de responsabilidades.
En cambio, aquellos dolores que se asocian más hacia la parte muscular, cuello, columna, espalda, brazos y huesos, se relacionan con la culpa, baja autoestima, falta de amor, ansiedad, preocupaciones, melancolía, etc.
La clave para evitar que las emociones repercutan de manera negativa en el cuerpo físico, es aprendiendo a reconocerlas y a gestionarlas.
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