El regreso a clases es una etapa que, aunque predecible, suele llegar acompañada de un combo de emociones, cambios y responsabilidades que ponen a prueba nuestra capacidad de organización. Entre la compra de útiles, uniformes, mochilas y la adaptación a nuevos horarios, padres, madres, niños y adolescentes pueden verse inmersos en un ciclo de estrés constante que, si no se controla, impacta directamente en la salud física y mental.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública, más de 24 millones de estudiantes de educación básica en México regresarán a clases este mes, y con ellos, millones de familias ajustarán sus rutinas para adaptarse a un ritmo más demandante. Esto no solo implica madrugones y agendas apretadas, sino también una carga emocional que puede debilitar el sistema inmunológico si se mantiene por tiempo prolongado.


Entender el estrés y su impacto en el cuerpo

El estrés es una respuesta natural del cuerpo frente a lo que percibe como una amenaza o desafío. En el corto plazo, puede ayudarnos a reaccionar rápido y mantenernos alerta. Sin embargo, cuando se convierte en estrés crónico, los niveles elevados de cortisol —la hormona del estrés— pueden comprometer las defensas del organismo, dificultando su capacidad para combatir enfermedades.

Además, el estrés sostenido afecta el descanso, altera el apetito, disminuye la concentración y puede desencadenar síntomas físicos como dolores de cabeza o musculares. En épocas como el regreso a clases, donde las exigencias aumentan, es crucial identificar las señales tempranas para actuar a tiempo.


Rutina: aliada del equilibrio emocional

Aunque para algunos la rutina pueda sonar monótona, la realidad es que aporta estructura, seguridad y estabilidad emocional. Después del periodo vacacional, retomar hábitos fijos ayuda a reducir la incertidumbre y permite que el cerebro se adapte más rápido a las nuevas demandas.

Establecer horarios regulares para dormir, comer y realizar actividades escolares o laborales puede marcar una gran diferencia en la manera en que afrontamos el día. Una rutina clara también reduce la fatiga mental y ayuda a distribuir mejor la energía.


Priorizar el autocuidado

En la vorágine del regreso a clases, muchos padres y madres colocan sus propias necesidades en último lugar. Sin embargo, el autocuidado no es un lujo, sino una condición necesaria para poder cuidar de otros.

Dormir al menos 7 horas, mantener una alimentación balanceada y encontrar espacios para realizar actividad física son prácticas que fortalecen tanto el cuerpo como la mente. También es recomendable incluir momentos breves de desconexión, como leer, meditar o caminar, para disminuir la tensión acumulada.


Fortalecer el sistema inmunológico

El sistema inmunológico es la primera barrera de defensa frente a virus y bacterias. Durante épocas de mayor estrés, reforzarlo con hábitos saludables es esencial. Esto incluye:

  • Consumir frutas y verduras ricas en vitamina C y antioxidantes.

  • Mantener una correcta hidratación.

  • Incorporar fuentes de proteína de calidad para reparar tejidos y fortalecer músculos.

  • Practicar actividad física regular, que además mejora el estado de ánimo.

Algunos estudios han señalado que ciertos nutrientes y compuestos bioactivos pueden apoyar la producción de glutatión, un potente antioxidante que ayuda a mantener las defensas en óptimas condiciones.


Planificación inteligente

Planificar con anticipación es una de las herramientas más eficaces para reducir el estrés. Algunas estrategias incluyen:

  • Adelantar las compras escolares para evitar aglomeraciones y gastos de última hora.

  • Retomar los horarios de sueño unos días antes del inicio de clases.

  • Preparar menús semanales y organizar el refrigerador.

  • Establecer un calendario familiar visible para todos.

La planificación no solo disminuye el estrés logístico, sino que también deja más espacio para el descanso y la convivencia.


Evitar la trampa del multitasking

Aunque pueda parecer que hacer varias cosas a la vez es más productivo, la realidad es que el multitasking aumenta los errores, ralentiza las tareas y genera más fatiga mental. En su lugar, es preferible organizar las actividades por prioridades y dedicarles tiempo específico, evitando interrupciones innecesarias.

Esto no solo mejora la concentración, sino que también ayuda a reducir la sensación de caos que muchas veces acompaña el regreso a clases.


Técnicas para reducir el estrés en el día a día

Existen prácticas sencillas que pueden incorporarse incluso en las agendas más ocupadas:

  • Respiración profunda durante 5 minutos para relajar el cuerpo.

  • Estiramientos suaves al despertar o antes de dormir.

  • Escuchar música relajante mientras se realizan tareas domésticas.

  • Tomar pausas breves entre actividades para recargar energía mental.


Pequeños cambios, grandes resultados

El regreso a clases no tiene que ser sinónimo de agotamiento. Con organización, hábitos saludables y una actitud consciente hacia el manejo del estrés, es posible vivir esta etapa con más energía y bienestar.

Cuidar del sistema inmune, mantener una rutina equilibrada y priorizar el descanso son inversiones que rinden frutos en la salud de toda la familia. Pequeños ajustes diarios pueden marcar la diferencia entre una temporada caótica y una experiencia más llevadera, manteniendo no solo el rendimiento, sino también la calidad de vida.

Mantener la calma en medio del caos

En los días previos y posteriores al regreso a clases, es normal que la rutina se sienta intensa. Entre el tráfico, las listas de útiles y las nuevas actividades extracurriculares, el ambiente puede volverse abrumador. Por eso, mantener la calma no es solo una cuestión de actitud, sino una estrategia de bienestar emocional que beneficia a toda la familia.

Una forma de lograrlo es iniciar la mañana con respiración consciente: tres minutos de inhalaciones y exhalaciones profundas ayudan a disminuir la producción de cortisol y a preparar la mente para el día. Otra práctica efectiva es dedicar al menos 10 minutos a un desayuno nutritivo y sin distracciones, lo que no solo fortalece el sistema inmunológico, sino que también mejora la concentración.

También es recomendable delegar responsabilidades. Los niños pueden participar en tareas simples como preparar su mochila o elegir su ropa. Esto no solo fomenta su independencia, sino que alivia la carga de los padres.

Finalmente, recuerda que el estrés regreso a clases no tiene por qué arruinar esta etapa. Con planificación, hábitos saludables y espacios para el autocuidado, es posible transitar este periodo con energía, salud mental estable y una mejor calidad de vida para todos.

Fuente:  Immunotec, modificado por Mariel Gadaleta
Fotos: Freepik  


Mira este post: Regreso a clases sin estrés: guía de ahorro para familias


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: