
Siguen los tiempos pandémicos, esos raros de distanciamiento social para algunas actividades no negociables como las escuelas y otras que suceden así casual, como las bodas o las vacaciones…
El fin de año está a la vuelta de la esquina y un día nos metimos a casa siendo marzo y en mi caso, es octubre y de cuando en cuando voy asomando la cara a la calle.
La educación, el trabajo, la amistad, los festejos, los deportes, el entretenimiento en todas sus formas… cambiaron. Muchas personas han perdido sus empleos y sus fuentes de ingreso y otras han encontrado trabajo en medio de una crisis económica mundial. Hay quienes se han reinventado en todo: familia, ocupación, lugar de residencia, imagen… y quienes han perdido algo o parte de esos mismos conceptos.
Si hace algunos meses (no tantos), temíamos por estar en una situación financiera dura a nivel país, y no teníamos tampoco idea de hacia dónde caminábamos como sociedad, pues hoy la incertidumbre puede ser mayor, pero creo que estamos de alguna manera aprendiendo a vivir así: sacando lo mejor de lo peor.
Aprendizajes para todos
Uno de los mayores aprendizajes para mí como madre de familia es reubicar mis prioridades y mis necesidades de consumo, tanto personal como de familia y un grato resultado fue voltear la vista a los productos y a los servicios que estaban y están (y siempre habían estado), cerca, a la vuelta de la esquina (literalmente), a un click de distancia por preguntar en un grupo o chat de mamás o mujeres quién vende «x» o «y» producto.
En lo que va del año no he comprado, ni para mí, ni para mis hijos una sola prenda de ropa de esas que «antes» adquiría por si esto o por si lo otro, entre amigas muy cercanas y adoradas cambiamos prendas que los niños iban dejando y que todavía dan para muchas vidas (yo ya tengo meses de adquirir prendas y objetos de segunda mano antes de la pandemia); insumos básicos (siendo una familia de cuatro), como frutas y verduras y derivados lácteos, de pronto estaban a la puerta de mi casa porque un vecino o en el pueblito vecino que está a tres minutos venden lo del día, fresco -y sin aclarar que mas económico-. Chats entre vecinos nos dejó ver que el pastel de cumpleaños casero era posible y que la compra por catálogo de productos de limpieza nos resolvía mucho a todos. Las señoras de más edad del fraccionamiento se activaron cocinando y vendiendo comida para las vecinas más jóvenes que trabajan desde casa y que al atender niños nos volvemos locas con la carga; hay bufandas tejidas, empanadas argentinas, antojos los que quieras y artículo que en una casa estorban y otra resuelven un mundo…
Desde mi pequeña trinchera observo que el trueque adquiere un valor importante en la economía de muchas familias y que el formato de vender por catálogo se activa y que genera ingresos importantes para muchas otras.
Lo que quiero poner sobre la mesa es que es muy posible COMPRAR LOCAL. No, como una moda, no como un acto de ser «buena onda o de pertenecer», sino realmente de apoyar orgánicamente la economía y reactivarla, de manera efectiva, en mini círculos virtuoso. Eso es la cuna del emprendimiento, el famoso «hágalo usted mismo» que ha llevado a muchísimas personas a crear de verdad emprendimientos reales increíbles, y digo reales porque han hecho las cosas desde cero, aplicando los conocimiento que tienen por supuesto, pero invirtiendo tiempo, idea y corazón en sus proyectos.
Así que, compremos local, recomendemos a nuestros amigos y amigas con sus productos y servicios, familia, vecinos, a quienes venden por catálogo, hasta a los niños que hacen y venden sus manualidades, ¿saben por qué?, porque también suman a su economía, porque nos enseña a relacionarnos diferente con el dinero, ya no es solo estudiar para luego trabajar, sino emprender para luego, además de amar lo que haces, aprender a hacerlo mejor, enseñar lo que sabes y en consecuencia ganar dinero.
Revisemos a fondo lo que sí necesitamos consumir, lo que nosotros podemos ofrecer a los demás, mantengamos el espíritu de aprendizaje y crecimiento, los cursos de nuestros conocidos, todo suma si nos damos cuenta. La economía no pinta para repuntar pronto a nivel global, pero cercanos, uno a uno, podemos mejorar y mantenernos activos económicamente: alianzas, intercambios, acercamientos genuinos, emprendimientos de personas sin discriminar por edad, género o ubicación geográfica, la tecnología nos acerca de miles de maneras.
Tomemos ventaja positiva, apoyemos el comercio local, el pequeñito, el de los de a pie, porque ¿saben qué?, hoy escuché que «ayudar es de buena suerte» y siempre he creído que «somos más los buenos».
Karla Lara
@karlamamadecuatro
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