Ser madres es un rol que convive con toda una serie de responsabilidades personales, laborales y familiares. La ansiedad, depresión, incertidumbre y los miedos constantes, pueden ser parte de las crisis que enfrentamos ante las exigencias cada vez mayores para mantenerse competitivos y alcanzar el nivel de vida esperado. El estrés familiar es común.
¿Cuántas veces se han sentido estresados y avergonzados por no haber sabido gestionar tu estrés, rabia y frustración? Partir de la conciencia de donde se derivan estas emociones puede ser un buen inicio. Es el arte de autoconocernos, de saber calibrar y detectar cuando esas emociones empiezan a atraparnos y muchas veces nos llevan a perder el control de nosotros mismos.
Yajaira Nucette, Directora Técnica de Albatros Consultoría explica que: «revisar nuestros esquemas mentales y revisar nuestras experiencias tempranas también nos permitirá sanar hechos de nuestra vida. No hablamos solo de control, de aumentar la razón ante la emoción, hablamos de conocernos profundamente para así partir de los cambios y control necesario en nuestro rol de ser mamás.»
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Estrés familiar, ¿qué debes hacer?
Mejorar la autogestión emocional es un factor básico para educar a nuestros hijos en un clima balanceado y saludable. Por esto, es necesario que sigas estos consejos:
1. Clave: cuenta hasta 10 antes de reaccionar. Esto les permite enfriar el estado de ánimo antes de emitir una conducta inapropiada.
2. Organizarse: incluso el tiempo de calidad con tus hijos, el tiempo laboral y así sucesivamente. Y es que para el buen desarrollo de nuestros hijos, una de las cosas más importantes, es el tiempo que pasemos con ellos. Y además, nos ayuda a gestionar nuestro estrés y disminuirlo. Ideal al llegar a casa buscar tiempo para relajarse con los hijos, leer un cuento, jugar a un juego de mesa, conversar con ellos, ver TV, entre otras actividades recreativas.
3. Identificar: los detonantes de la emoción que te genera estrés, desde situaciones internas hasta circunstancias externas. Esta opción puede ser complicada de realizar, sobre todo por uno mismo. En ocasiones podemos necesitar la ayuda de otra persona para darnos cuenta de este proceso. Una vez conscientes es mucho más sencillo reflexionar y considerar posibilidades de conducta.
4. Tiempo propio: para realizar algo que te guste y te llene, que te ayude a alejar los nervios y centrarte en el disfrute del presente.
Esta actividad puede ser del tipo que desees: leer, jugar futbol, pintar, hacer ejercicios, escuchar música. Lo que te haga sentir tranquila. Sentir que tienes tiempo para ti, aunque sea poco, te liberará (a ti y a tus hijos). Es muy diferente tener que afrontar el día a día disfrutando de un tiempo para ti mismo, que sin hacerlo.
5. Reducir los periodos de estrés: muchas veces a través de pensamientos automáticos nos quedamos fijados mentalmente en la situación que generó el malestar.
6. Tiempo de calidad: durante el tiempo que pases con tu familia, evita estar enganchado a tu móvil o cualquier aparato tecnológico. Esto no hace más que fomentar el estrés y no centrarte en las prioridades.
Puedes consultarlo cuando tus hijos estén dormidos, pero evita eso de hallarte con ellos y estar pendiente de tu teléfono y de tus redes sociales. Si lo necesitas, también puedes marcarte un horario y proponerte seguirlo. Trázate un objetivo, te ayudará e irás observando que te sientes mucho más cohesionado con tus hijos desde entonces.
7. Comunícate: sé sincera, incluso con tus hijos. Definitivamente siempre la clave estará en fomentar la comunicación entre los miembros de la familia.
Para poder educar a tus hijos como realmente merecen y como todos lo merecen en la familia, debes revisar estos niveles de estrés que dificultan la vida diaria. Desde la conciencia e incluso la ayuda profesional. Todo ello valdrá la pena.
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