Desde la última vez que hablamos de Londres, esta ciudad ha tenido una época bastante ruda a causa del terrorismo. Esto no solo ha cambiado la vida de muchos y ha afectado al multimillonario mercado de la moda, ya que los turistas por miedo, deciden no visitar la ciudad y influyendo en esta industria.
Sin embargo, es en los momentos duros cuando nos hacemos más fuertes. Con mucho ingenio, optimismo y personalidad los diseñadores londinenses nos otorgaron, en lo que para mí fue, una de las semanas de la moda más fuertes, completas y con un profundo pensamiento.
Con una identidad unilateral entre diseñador y diseñador, Londres se hizo sentir en sus diferentes colecciones. Esta fortaleza, con el nacionalismo bien marcado, se puede atribuir también a la eminencia del Brexit, ya que las conjeturas del mismo fueron toques de inspiración para algunos diseñadores.
Burberry presentó una colección inédita. Christopher Bailey nos dio una de las pasarelas más transparentes y cautivadoras en mucho tiempo. Basado en la construcción de atuendos con textiles de alta tecnología, combinó el icono gráfico de la marca con los estampados tradicionales de la clásica cuadricula británica. Era una colección muy “lo viejo conoce a lo nuevo”, pero sin ser cliché y siendo urbe, ¡mucho branding! Otra tendencia que marcó pauta fueron los hermosos impermeables transparentes con el uso del “látex” entremezclado con textiles nobles como la seda.
Christopher Kane también se enfocó en el sentimiento británico, pero en el de la mujer doméstica. Mezclando la tradición con la sensualidad londinense, presentó piezas de siluetas muy clásicas hechas de látex dándole a su colección una onda al mejor estilo “erotismo del suburbio”. Muchas transparencias y bordados de piedras pesadas se combinaban en vestidos de tallo al cuerpo como en un jeans.
Roksanda presentó la vibra londinense del emigrante. Siempre una de mis favoritas, exhibió una colección más madura, mucho más suave y con siluetas holgadas. Mis favoritos fueron los tops de rafia en forma de círculo y todo el trabajo dedicado en las mangas. La serbia habló del constructivismo ruso como inspiración, pero el resultado fue una arquitectura orgánica de piezas hechas con inteligencia y una construcción tan delicada que le dio un aire artesanal.
Mary Katrantzou se inspiró en su infancia en Londres y creó una colección inspirada en los pasatiempos que ella tuvo durante su niñez. Esto se expresó en los cortes, estampados y colores de una colección exuberante en formas ovaladas. Fundamentada en las siluetas de Cristóbal Balenciaga y la grandeza de los años 50’s como una década de mucho estilo, la colección fue vibrante, feliz y muy intrincada en su elaboración. El uso del nylon como textil impermeable fue innovador y muy interesante.
Faustine Steinmetz mostró una colección muy moderna, con esa vibra del ‘street’ de Londres. La desconstrucción del jean presentó un concepto interesante y diferente, ya que mezcló esta idea con el “branding” perenne de su marca. Una de las piezas que más llamó mi atención fueron las camisetas hechas con textiles industriales que simulaban una red de telaraña que se entrelaza al cuerpo, lo mejor es que no parecía un disfraz, ¡todo lo contrario, una pasarela muy elegante y chic!
Algo curioso sobre la semana de la moda en Londres, fue que se enfocó mucho en la mujer delgada algo que se presta hoy en día a fuertes criticas, ya que existe un fuerte movimiento para promover todo tipo de cuerpo que sea saludable, que sea aceptado sin prejuicios ni expectativas absurdas. Pero realmente, a mí me gustó mucho. Si la moda es un reflejo de lo que sentimos y de lo que somos, Londres, a pesar de sus pesares sigue fuerte, optimista y con un ‘boom’ creativo inteligente, que inspira mucho y más en tiempos de adversidad. Ese es el sentimiento que siempre nos hace salir adelante.
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