La amistad entre un hombre y una mujer… ¿Es posible?, ¿existe?, ¿la tienes?, y es que muchas veces sucede más pronto que tarde, que esa «relación de amigos» sin querer se convierte en «algo más».

¿Un hombre y una mujer pueden ser amigos? Hay quienes afirman que obvio SÍ y quienes aseguran que NO. La ciencia por su parte asegura que en algún momento se va a manifestar la atracción mutua que transforma la amistad en relación sentimental, porque se impone el instinto de reproducción y contra eso no se puede hacer nada. Yo la verdad, tengo mis dudas, yo creo que SÍ puede existir la amistad desinteresada y sin atracción sexual entre hombres y mujeres.

El escritor mexicano Enrique Serna opina sobre el tema, en particular sobre la aparentemente conflictiva relación amistosa entre un hombre y una mujer, pero vista desde la perspectiva masculina.

En efecto: en culturas como la mexicana, y posiblemente también en varias otras (latinas sobre todo), el hombre se niega ante la posibilidad de amistarse con una mujer porque culturalmente está presionado a vivir este tipo de relaciones solo en función de la seducción. El autor escribe:

«Como ahora tengo más facilidad para congeniar con las mujeres que con los hombres, comienzo a ver a mi propio sexo con los ojos de mis amigas. Ya no soporto el talante competitivo, el machismo rampante, la resequedad obtusa de los varones convencionales, sobre todo cuando llegan a la madurez. En la mayoría, el temor a mostrar sentimientos alcanza grados patológicos. El grado de intimidad que pueden alcanzar con sus amigos no les sirve de mucho, pues casi nunca lo aprovechan para desnudar el alma, y si acaso hablan de sus amores o sus amoríos es para ufanarse fanfarronamente de una conquista. Cuando están sobrios no se permiten la menor flaqueza y en la borrachera el ego se les hincha hasta la hipertrofia. Sólo conocen la catarsis engreída, no la que purifica el alma. El miedo a incurrir en cualquier flaqueza que ponga en duda su hombría, los condena a una falta absoluta de espontaneidad. Según la dialéctica hegeliana, el amo se define por su antagonismo con el esclavo y por lo tanto, sólo existe en función del adversario al que debe someter. Con los varones hombrunos ocurre algo parecido: son una copia en negativo de la jotería que aborrecen.

Esta actitud, sin embargo, priva a los hombres de una de las mieles más deliciosas que pueden degustarse en este mundo: la amistad sincera de una mujer. Esa amistad que mucho se asemeja a leer una buena novela, acaso una página de Proust o de Balzac, de Virginia Woolf o Clarice Lispector, pues a decir de Serna las mujeres “siempre tienen claro cuáles son los avatares de la existencia que determinan la felicidad o la amargura”.

Las mujeres tienen ese lado apasionado y suave más a flor de piel, casi nunca pasan de largo de temas sensibles y esenciales y tener una amiga mujer es tener cerca ese lado tierno y que ofrece otro lado humano. A mis hijos varones, les digo a cada tanto que si quieren que les vaya bien en la vida «le hagan caso a las mujeres de su vida», porque cierta estoy de que las mujeres tenemos esa «sensibilidad para ver un poquito mas allá de lo obvio», esta facilidad de ver la foto completa o de leer a las personas y sus intenciones y no todos los hombres lo hacen.

Ahora, también importa el «concepto» de amistad que se tiene cuando se establece y se comparte entre un hombre y una mujer, para asegurar que las expectativas mutuas son las mismas y que no van a caer en esta relación de «amigos con derechos», que se súper vale, perooooo entonces, ya no es amistad.

En términos generales: la amistad entre un hombre y una mujer SÍ que puede existir, sí que puede prevalecer y enriquecer la vida de ambos de manera mutua. Es un mito que siempre se transforme en otra cosa. Lo que pasa es que hace años vimos «La Boda de mi Mejor Amigo» y nos fuimos con la creencia de que al amigo siempre lo amamos y que el amigo siempre nos ama, y sí, pero NO al nivel romántico.

Como yo elegí estudiar una carrera en la que, en su momento había más hombres que mujeres, sí logré crear verdaderas relaciones exclusivamente amistosas, lo mismo sucedió cuando entré a trabajar y ya en mi vida adulta, con hijos y casada tengo «amigos» verdaderos con quienes no hay nada extra. Pero la presión social muchas veces te indica que hay líneas que no debes cruzar tipo: mantener salidas, viajes u otros ejemplos si cada uno o al menos alguno de los dos, ya tiene una relación con alguien más. Así que también importa considerar si llega a existir un tercero o tercera en discordia.

También creo que la amistad es un valor al que le damos menos peso que al amor romántico y ello es erróneo: amigos y amigas por lo general siempre van a ser más incondicionales que una pareja, hay menos expectativas y hasta pueden ser más genuino. Se trata de quienes establecen la amistad sin importar el género sino su esencia. Y el valor de la amistad tiene subvalores o cualidades como:

  • Coherencia: te comportas igual con todos tus amigos (hombres o mujeres): vocabulario, conducta, ideas, etc.
  • Lealtad: estás ahí, muestras y demuestras fidelidad y confianza, la das y la recibes, hablas y actúas con franqueza.
  • Flexibilidad: te adaptas, cedes, das. Aceptas la crítica y la das, estás no importa que. Eres generoso.
  • Comunicación: casi que te lees la mente, sin palabras sabes que piensan, no importa el género es el amor que se tienen los amigos.
  • Agradecimiento: das gracias por lo que eres y lo que tienes con esa persona que te da y recibe tu amistad.

Así que, llegado febrero celebra la amistad y el amor por y con tus amigos y amigas, si eres mujer y tu bestie es un hombre, disfruta y saca lo mejor de ese gran intercambio de esencias que es muy muy posible.

Un abrazo,

Karla Lara

@karlamamadecuatro

Foto de DISRUPTIVO en Unsplash


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