Cuando mi hija Mariana tenía siete años, la llevé al Centro de Atención Nutricional Infantil Antímano (Cania), porque, para su edad, tenía sobrepeso. Fue un año de consultas y controles para ella sobre el cumplimiento de su plan de alimentación. Y un año al que nosotros, sus padres, debimos asistir a una serie de talleres de autoestima, de mejorar la comunicación, del manejo de conductas inadecuadas, así como de meriendas nutritivas y cocina saludable. Es fue mi primer  gran acercamiento con este centro, que atiende a una gran población de embarazadas y grupos infantiles del país.

Traigo esto como referencia, porque recientemente supe de una iniciativa que se llama Calma. Es la Clínica Abierta de Lactancia Materna, programa al que acuden las madres con sus bebés para resolver dudas, dificultades y falsas creencias acerca del proceso de amamantamiento. A esta iniciativa asisten las mujeres que se están entrenando en cómo alimentar a su bebé. La actividad se realiza dos veces por mes, a través de una convocatoria de la cuenta oficial en Instagram: @caniaoficial.

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Lo más importante es que Cania ofrece a las embarazadas el control prenatal que, entre otros aspectos, incluye una dieta de acuerdo con su estado nutricional y al trimestre en el que se encuentren, además promociona la lactancia materna con actividades de apego y estimulación del bebé. Después de los seis meses se comienza con la introducción de alimentación complementaria, período en el que se le enseña a la madre todo lo que debe saber para garantizarle una buena alimentación a su hijo.

Aunque pareciera que es un proceso que inicia y culmina, por estar establecido hasta que el niño alcanza los 36 meses, «sus beneficios se manifestarán a lo largo de su vida», explicó la pediatra nutriólogo Mariana Mariño, gerente de salud de Cania.

Cualquier decisión que se tome en ese período favorecerá la salud integral del niño, advierte la especialista. Definirá, inclusive, su estado nutricional a futuro. Dependiendo de lo que se haya hecho durante estos primeros 1.000 días, el bebé podría desarrollar predisposición a la desnutrición o al sobrepeso.

Los primeros 1.000 días de un bebé determinan y aseguran el alcance de todo su potencial, en relación con el crecimiento, salud y desarrollo en cada una de las etapas siguientes de la vida. Los 1.000 días contemplan los 270 días de la gestación más los 730 días siguientes de la etapa del niño lactante, es decir, el primer y segundo año. En estas etapas,  la madre continúa asumiendo un papel de protección para su bebé, a través de su alimentación y afecto.

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Durante los 270 días del embarazo, la madre comienza a proteger a su bebé y asume la responsabilidad de alimentarse de manera equilibrada para garantizar que reciba todos los nutrientes indispensables para el desarrollo fetal. Para lograrlo es necesario considerar las siguientes recomendaciones:

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Recuerda la especialista que es importante mantener las mejores condiciones desde la gestación hasta los dos años de vida, tiempo en el que se debe crear y estimular el vínculo de apego madre e hijo, que es clave para la conformación de redes neuronales que, a su vez, tienen relación directa entre lo afectivo y el desarrollo cerebral.

Si a eso se añade el cuidado que los padres hagan del niño como mantener una buena alimentación, llevar un control de su salud mediante evaluaciones médicas periódicas, además de estimulación del conocimiento, entonces se está generando la base de lo que será un adulto sano.

 

Mis primeros tres meses con gemelos

 


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