Mecanismos de defensa

Los mecanismos de defensa de nuestra mente son los que ayudan a bloquear las emociones fuertes negativas, que nos impiden ver el lado bueno de las cosas. El dolor, la tristeza, el sentimiento de no superación… A raíz de ello nuestro inconsciente pone en automático alguno de estos mecanismos de defensa, para protegernos de nuestras propias emociones y pensamiento.

En general son positivos, ya que nos ayudan a reconectar con el mundo real y no dejarnos engullir por el pasado o ser prisioneros de nuestra propia mente. Cuando estos mecanismos perduran por mucho y se convierten en un bucle que tampoco ayudan a combatir el problema, puede llevar a ser muy grave. Esto da paso a conductas indeseables como la agresividad, la ansiedad e incluso, son capaces de crear fobias.

Anna Freud fue una psicoanalista austriaca a quien, entre otras cosas, le debemos esta clasificación:

Mecanismos de la mente

Represión

Se trata de reprimir las experiencias, pensamientos, deseos e impulsos negativos. Aunque se intente olvidar, estas emociones buscan por donde aparecer y pueden dar paso a otros síntomas como dificultad para relacionarnos con otras personas. Generalmente actúa junto con otros mecanismos de defensa.

Negación

Es básicamente negarse ante la realidad. No poder afrontar lo que ocurrió y puede dar paso a la disociación (sentirte raro en tu propio ser), porque la persona no puede creer lo que realmente sucedió. La persona que niega las situaciones y emociones puede llegar a presentar síntomas tan graves. Puede actuar como si un ser querido muerto aún estuviera vivo.

Proyección

Es no responsabilizarse por sus emociones. La persona que utiliza la proyección considera que las cosas malas que le suceden tienen que ser por alguien más y nunca reconocen su error. Generalmente tienen una conducta excesivamente agresiva para la situación, pues están siendo tan duros con esa persona para no serlo con ellos mismos.

Identificación

Un problema asociado con la baja autoestima y la sensación de inferioridad. La identificación es adoptar actitudes, gustos, formas de pensar y lo que se venga de otra persona, por miedo a contrariarle o por intentar sentirse a la altura de alguien más importante. La identificación puede llegar a consumir por completo la personalidad real del individuo.

Fuente: PsicoGuias.com

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