Seguro que ya conocemos el nombre de alguna de estas mujeres, pero no por eso dejaremos de mencionarlas, bien dicen que lo que no se nombra no existe y queremos que la memoria de su trabajo, logros e historia, perdure.
La más conocida
Marie Sklodowska Curie
(1867-1934)
Junto con su esposo hicieron descubrimientos científicos después de años de estudios y trabajo en laboratorio. De hecho, ella bautizó la “radioactividad” y este descubrimiento ha cambiado –y salvado- la vida de muchas personas desde entonces.
Nació en Polonia y después se nacionalizó francesa, pues allá estudió, conoció a su marido y trabajó hasta después de la muerte de él.
La estupenda mancuerna que hizo con Pierre generó frutos, como el descubrimiento de los elementos Radio y el Polonio.
Fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel, la primera mujer en dar clase en una universidad parisina y la primera persona en ganar dos premios Nobel en dos disciplinas distintas (ganándole a cualquier hombre): Física (1903) y Química (1911).
Durante la primera gran guerra, fue miembro activo del personal médico, tanto brindando aparatos de rayos X como manejándolos.
Pero su contribución al mundo de la ciencia trajo consecuencias: tanta exposición a la radiación le produjo cáncer y murió en 1934.
¿Qué tenía en su contra?: ser polaca (todo lo que ello implicaba en ese entonces), ser extranjera y ¡ser mujer!
Sin duda, Marie fue una de las mujeres que cambiaron el mundo más reconocidas y cuyo nombre sí recordamos.
Las sufragistas
Emmeline Goulden Pankhurst
(1858-1928)
Una de las primeras feministas registradas de la edad moderna. En 1903 fundó la Unión Social y Política para mujeres con la finalidad de lograr que se otorgara el voto femenino en su natal Reino Unido.
Fue hija de dos rebeldes feministas y anti esclavitud de Manchester y se casó con otro luchador de los derechos de la mujer (desde entonces tomaban el apellido de casada, por eso se conoce como Pankhurst, igual que Marie como Curie).
Desde joven fue activista en el movimiento sufragista moderado (que era lo que existía) y al enviudar joven (con todo y cuatro hijos) dijo: “ya estuvo”. Fue entonces que fundó la WSPU (Por sus siglas en inglés) junto con sus hijas. Decidieron mudarse a Londres y todo cambió: su voz fue escuchada por muchas más. Se volvió una luchadora que usaba métodos mucho más «agresivos» como protestar, lanzar piedras y seguramente rayar paredes.
Es famosa por su consigna “Hechos, no palabras” (Deeds, not words) y movía masas con sus discursos. No quería bla bla blá, quiera acción, y, claro, su ejemplo de “demandar derechos” y no pedirlos dulcemente no la convirtieron en una mujer muy querida por los no reformistas: pisó la cárcel 13 veces. ¿El delito? Ser sufragista, y el trato era igual que cualquier otro convicto.
Pero incluso en prisión era rebelde: tenían que obligarla a comer durante sus largas huelgas de hambre. Ante el escándalo público de los malos tratos y de que no comía, el gobierno dejaba salir a las sufragistas para luego volver a perseguirlas.De hecho, el movimiento en búsqueda del derecho democrático que lideró ha sido el más masivo e importante de la historia británica.
Con sus bemoles en la historia (que si era elitista…), lo que sabemos es que se hizo escuchar y que poco antes de morir, las mujeres obtuvieron el derecho al voto.
Su hija, Sylvia, siguió con la lucha de derechos de una manera mucho más inclusiva: no se discriminaría a ninguna persona por su condición social y económica. A ella se le llamó una de las “Working class suffragettes”.
Dame Millicent Garrett Fawcett
(1847-1929)
Fue sufragista pacifista que en algún punto, chocó con Emmeline, debido a que ella no comulgaba con los métodos violentos de Pankhurts y su hija Christabel.
Fue fundadora de la universidad Newnham College de Cambridge, Inglaterra, una de las primeras universidades para mujeres no solo de Inglaterra sino del mundo entero.
No fue la única mujer destacada de su familia, su hermana mayor, Elizabeth Garrett Anderson, fue su inspiración debido a que fue una de las primeras mujeres en practicar la medicina.
Millicent hizo gran equipo con su esposo, un profesor de Cambridge que también era político y ella lo apoyaba en las labores cotidianas (era ciego), él le ayudaba en la lucha sufragista.
En 1869 dio su primer discurso público sobre los derechos de la mujer al voto.
Fue co-fundadora de la Unión Nacional de las Sociedades Sufragistas de Mujeres en 1897 y fue su presidenta desde 1907.
En 1919 se retiró del liderazgo de la unión sufragista que, de hecho, había cambiado de nombre por a La Unión Nacional por la Ciudadanía Igualitaria.
Ahí no terminó su lucha. Si bien era conservadora, siguió en campaña para que las mujeres tuvieran acceso a ser abogadas y a trabajar en el gobierno, además de tener derechos legales igualitarios en los divorcios y por los derechos a la educación de las niñas en India.
Foto tomada de Wikipedia
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