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Para mí, Jessica Noguez era el símbolo del feminismo extremo, pero de pronto noté un cambio radical. «Ya no soy feminista», anunciaba en casi todas sus publicaciones. Honestamente no pude evitar preguntarle por qué y esto fue lo que me contestó.

por Bianca Pescador

Antes de juzgar si está bien o está mal, te pido que leas la entrevista completa no sólo para ver si estás de acuerdo con Jessica o no, sino para que contemples la posibilidad de otro punto de vista, de otra visión de la realidad de las cosas según el ángulo desde donde se ven. Por ejemplo: yo puedo ver un «9» y tú un «6», y ninguna estaría mal. Simplemente la realidad desde donde estamos paradas se percibiría diferente.

Otra aclaración importante: este post no está escrito con la intención de convencerte para que te unas a uno u otro bando, es simplemente para que juntas podamos observar cómo funciona la mente de una exfeminista que ha emprendido una lucha incansable a fin de visibilizar, a su parecer, la conciencia victimizadora del movimiento.

Si te sirve de algo, yo misma no estoy de acuerdo con mucho de lo que ella menciona, y se lo dije («Tu texto me parece en ocasiones agresivo, extremista y cruel, y lo que vives en Europa nada que ver con la realidad actual de México»), peeeero me parece valioso publicarlo por dos cosas: 1) porque en Europa nos llevan como 15-20 años en TODO y supongo que esto también aplica para el feminismo y 2) porque ESA ES SU VERDAD, y hay que respetarla.

Aunque son sólo 4 preguntas, tómate el tiempo porque sí es un post bastante largo. Después de todo, nadie dijo que renunciar a un movimiento que se defendió durante tanto tiempo fuera algo ligero, fácil o exprés.

Advertencia: Estoy casi segura que a la mitad de la pregunta 2 te van a dar ganas de ir a recordarle a un par de miembros de su familia; mi invitación es que apliques la restricción y acabes de leer todo el texto antes de responderle. Quizá encuentres puntos de común acuerdo que puedas resaltar en lugar de ir a tirarle hate, que es lo que muchos hacen todos los días, lo cual no es muy sano que digamos (ni recibirlo ni tirarlo).

Jessica Noguez es mexicana y vive del otro lado del mundo desde hace 20 años.

1) ¿En qué momento dejas de definirte como feminista y cuáles fueron tus razones?

Cuando vi por primera vez «Sex and the City» a inicios de los 2000, pensé que la vida de la protagonista, Carrie Bradshaw, era una vida liberada para cualquier mujer y que era a lo que debíamos aspirar: un trabajo decente y hasta divertido, vivir en un lugar que nos agrade, amigas, novios, libertad sexual, etc. Yo era muy joven para ser crítica con este mensaje. Este feminismo liberal, además, parecía muy divertido.

Logré, por algunos años, parecerme un poco a la protagonista de esta serie. Tenía un trabajo en el que me pagaban por escribir (más bien hacer análisis de mercados), en una ciudad interesante y llena de vida (primero CDMX, luego Barcelona y después Londres) y disfrutar de mi juventud. Ser mujer era divertido y me sentía empoderada.

Y me compré esta idea hasta que me convertí en madre. Ahí recibí una bofetada de realidad –biológica y cultural– y me di cuenta qué tan diferente vivimos la vida hombres y mujeres. Y no debido al patriarcado. La razón principal es que tenemos cuerpos diferentes. Y nuestro sexo y funciones reproductivas determinan mucho de nuestra vida.

Después de dar a luz, de repente sentía la necesidad –incluso física porque tenía los pechos llenos de leche– de estar con mi bebé, que nació prematuro. No había nada más importante que cuidarlo para que no tuviera secuelas por nacer 6 semanas antes. Quería que alcanzara un peso normal, como si hubiera nacido a término. Era mi primer bebé y estaba aterrada de hacerlo mal.

Leí mucho sobre lactancia y crianza. Sentía que no había nada mejor que yo pudiera hacer en ese momento en mi vida que ser mamá al 100. Se convirtió en mi mayor propósito. El padre de mis hijos me apoyó, obviamente. Y yo veía, feliz, cómo mi cuidado y consistencia hacían de mi hijo un bebé más despierto, que tomaba peso y me daba grandes alegrías.

Sin embargo, rápidamente me di cuenta que desde el feminismo más mainstream y feministas cercanas, el mensaje que yo recibía era: «Estás oprimida, caíste en la trampa patriarcal del matrimonio y la maternidad, has perdido tu libertad. No eres independiente económicamente, debería ser más importante tu carrera laboral que ocuparte en cuerpo y alma de ese bebé. ¿Por qué no lo ves?, ¿por qué quieres estar oprimida?».

Y ahí cayó la primera ficha de dominó: ¿cómo se puede, desde el feminismo, ser tan pro-mujer y ser tan anti-maternidad al mismo tiempo?

La pregunta que empezó a alejarme de la idea de que «el feminismo es igual a mejor vida para las mujeres» fue: ¿Es el progreso exactamente lo mismo para hombres y mujeres?

Desde el feminismo moderno se defiende que ambos sexos tenemos que trabajar y tener carreras como si no tuviéramos hijos (o mejor aún, no tenerlos). También se defiende que ambos sexos debemos de tener las mismas expectativas de autorrealización. Ser intercambiables en la sociedad; ser iguales, literalmente.

Porque para el feminismo más mainstream, una mujer realmente empoderada es una que se comporta y es como un hombre exitoso, como una Oprah Winfrey, una Sheryl Sandberg o cualquier girl boss. Las mujeres que deciden ser madres y priorizar familia son vistas como ciudadanas de segunda clase y se les dice que están oprimidas. La maternidad no está de moda, de hecho cada vez se valora menos. Todos hemos visto como, en una reunión, la gente evita hablar con una madre-ama de casa porque no es lo suficientemente interesante. Está de moda, si eres madre, renegar de serlo. Y si no lo eres, gritar a los cuatro vientos lo buena que es tu vida sin hijos.

Antes de seguir, quisiera aclarar que estoy favor de que cada quien decida cómo vivir su vida y que la maternidad debe ser deseada. Sin embargo, actualmente se difunde que la maternidad es un lastre y se celebra el aborto. Al grado de banalizarlo, lo cual es chocante, porque es una experiencia que no le desearías a tu hija o a tu hermana.

Estuve varios años agarrándome de un clavo ardiendo, pensando que el feminismo y la maternidad podían reconciliarse. Después me di cuenta que no, ya que para el feminismo moderno, el valor más importante es la libertad (sin obligaciones). Y la maternidad representa no ser tú misma la prioridad y cuidar de otros. Ser madre es también ser vulnerable e interdependiente, y eso no le gusta al feminismo (ni a las feministas).

Cuando te suscribes al feminismo, una no lee la letra pequeña.

Estoy convencida de que muchas feministas no han leído la letra pequeña de esta ideología que, además, ya ni siquiera sabe quién es su sujeto político. Si tú le preguntas a una feminista «¿Qué busca el feminismo?», te dirá «Luchar por los derechos de las mujeres». Si a continuación le preguntas «¿Y qué es ser una mujer?», muchas feministas ni siquiera sabrán definir qué es una mujer, ya que te dirán conceptos circulares como «Cualquiera que se identifique como mujer», creyendo que negando la realidad están haciendo la revolución.

¿Se puede luchar en un movimiento sin poder definir tu sujeto político?

En la letra pequeña de tu suscripción al feminismo viene una serie de compromisos bajo la bandera del «progreso», como la justicia climática, los derechos de las minorías raciales y de género, la redistribución de la riqueza, la deconstrucción de la belleza, la abolición de la familia tradicional, etc. Si te atreves a cuestionar o rechazar cualquiera de estos, se te echará del feminismo o te dirán que eres mala feminista.

Además, debes de repetir mantras como «las mujeres trans son mujeres», como si ser mujer no fuera una realidad biológica; «yo te creo hermana», dejando a un lado la presunción de inocencia o la posibilidad de que las mujeres puedan mentir; «hay que cerrar la brecha salarial», cuando en realidad esta «brecha» está sesgada, ya que no toma en cuenta el número de horas trabajadas o el tipo de trabajo que aceptan hombres y mujeres.

La siguiente ficha de dominó fue la negación de la biología básica. El feminismo cree que hombres y mujeres nacemos como páginas en blanco y que el género es 100% constructo social, es decir, que los hombres son masculinos por la socialización, e ignoran completamente el papel de la testosterona. Creen que las mujeres somos femeninas por como se nos educa y que el estrógeno, por ejemplo, no tiene ningún papel.

También niegan que exista el instinto materno diciendo que las mujeres somos socializadas para querer cuidar a nuestras crías, como si fuéramos los únicos mamíferos que no sintieran el instinto de cuidar, amamantar y proteger a sus bebés. Creen que una mujer puede convertirse en hombre y viceversa. Se convirtieron en el terraplanismo de los movimientos sociales.

Y la última ficha de dominó, la que me hizo quitarme la etiqueta, fue cuando comenzó la guerra de Ucrania. Vi con desagrado como muchas feministas posteaban en redes sociales frases como «los hombres son la guerra» o «si las mujeres gobernáramos, no existiría la guerra», como si las mujeres fuéramos seres de luz o incapaces de hacer daño. O como si no hubiera existido en la historia mujeres gobernantes que han declarado guerras. O peor, como si los jóvenes de 18 años que se quedaban en Ucrania a pelear (invadidos por el miedo), «fueran ellos también la guerra». No tenía sentido. Era demonizar a todos los hombres por un porcentaje muy pequeño que era violento y depredador.

Entonces saqué un episodio en mi podcast que se llama “¿Qué quieren los hombres?”, en donde yo defendía que no sirve de nada demonizar a los hombres como grupo. En este episodio yo aclaraba que era una conversación que buscaba ir dejando atrás el resentimiento y la competencia entre sexos para empezar a hablar de diálogo, negociación y reconciliación. Y reflexionaba, «Me llama la atención que el mundo está dividido entre ‘buenos y malos’, entre ‘opresores y oprimidos’ según varias luchas sociales. Hagamos como decía Martín Luther King y juzguemos a las personas por su carácter en lugar de su color de piel o cualquier característica inmutable, como nacer hombre». La respuesta que obtuve no fue la esperada, al contrario, me llegó mucho hate en redes sociales.

Todos debemos tratarnos bien, unos a otros, independientemente de nuestra biología o características biológicas. Todos somos capaces de pensar, razonar, discutir y navegar en los matices. Cabe mencionar que también dije públicamente que me negaba a educar niños varones en la culpa; ellos no tienen que cargar con la historia ni con lo que hicieron sus ancestros. Se debe educar en el respeto a todos y todas, se debe de saber la historia de las mujeres y el feminismo pero sin llamar «opresores» a niños varones.

¿Todo en la masculinidad es malo?, ¿todo en la feminidad es malo? No creo. Lo que es malo es la prescripción de género. La obligación de seguir mandatos y estereotipos.

Después de todo eso me di cuenta que dentro del feminismo no podía cuestionar ideas o slogans ni pensar por mí misma, así que decidí quitarme la etiqueta.

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Jessica lanzó su podcast en 2018, anteriormente se llamaba «Emprende Bonito».

2) ¿Por qué piensas que el feminismo no te representa? ¿Qué cambió en ti para que abandonaras el movimiento?

Yo creía, honestamente, que el feminismo era la respuesta a «corregir» pensamientos, actitudes machistas y discriminación hacia la mujer. Pero me di cuenta de dos cosas: la primera es que hay acciones que harían mucho más por las mujeres y su bienestar, como disminuir la inflación, crear más y mejores empleos o disminuir la desigualdad social. Todo lo anterior mejoraría de mayor manera la vida de mujeres –y de hombres– más que todo el feminismo junto. La segunda es que el mensaje no es honesto, mienten a las jóvenes y buscan la utopía. Se busca que las mujeres nunca se sientan incómodas, por ejemplo, y eso no es realista.

El mundo no es una utopía en donde nadie te hará daño a pesar de que vayas borracha, con poca ropa a las 3 de la mañana en medio de un descampado. Sin embargo, tener sentido común y decirle esto a una joven adolescente es políticamente incorrecto. Se les debe de decir, desde el feminismo, que pueden hacerlo y que ignoren que en el mundo hay personas que pueden hacerles daño.

Por otro lado, se les dice también lo contrario: que por el hecho de ser mujeres son víctimas y están oprimidas siempre. Es un mensaje contradictorio y que no le diría a una hija si la tuviera.

¿Es verdad que las mujeres somos libres y tenemos todos nuestros derechos gracias al feminismo? La situación de la mujer ahora en Occidente y Latinoamérica es multifactorial. Decir que fue todo gracias al feminismo es mostrar ignorancia en la historia, la economía y los cambios tecnológicos.

Por ejemplo, te dicen que gracias al feminismo la mujer puede trabajar. No es verdad, ya que las mujeres siempre han trabajado. ¿En serio creen que antes de la revolución industrial la gran mayoría de mujeres se dedicaban sólo a criar? No, los hogares eran las unidades económicas. Las mujeres eran las encargadas (especialmente) de transformar los materiales en productos, por ejemplo, haciendo telas. Y entonces tenías a mujeres criando y creando productos. Repito, el hogar era la unidad económica.

Fue cuando llego la revolución industrial que muchas mujeres burguesas decidieron que era mejor quedarse en casa criando que dejar a sus bebés e ir a ganar un miserable sueldo en condiciones inhumanas. Las mujeres de clase baja, que no se podían permitir quedarse de amas de casa, eran las que iban a trabajar incluso teniendo que drogar a sus hijos para que aguantaran estar tantas horas sin ellas.

Además, el hecho de que muchas mujeres modernas puedan competir a nivel laboral con los hombres se debe a que hemos podido controlar cuándo ser madres gracias a anticonceptivos que son bastante eficaces. Si no existieran, estaríamos como las bisabuelas, teniendo 5 o 10 hijos, ya que no hubiéramos podido separar sexo de reproducción. La noticia es que las pastillas anticonceptivas las creó un hombre, no las feministas. Su uso extendido hizo que las mujeres pudiéramos competir en el mundo laboral con los hombres (que no se embarazan).

Y para «seguir luchando por nuestros derechos», el feminismo ahora ha llegado llegado al punto de defender que hombres y mujeres somos iguales negando la biología. Actualmente, una feminista liberal o una interseccional te va a decir que los hombres se pueden convertir en mujeres y las mujeres en hombres sólo con identificarse con el género opuesto, y esto se está enseñando ya a los niños. También ha causado que se esté acabando con el deporte femenino con casos como el de Lia Thomas, un hombre biológico que se identificó como mujer. Obviamente rompió con todos los récords. ¿Es esto justo para las mujeres deportistas? No creo.

Otro ejemplo de lo que está pasando con esta ideología (de género) es que haya presos hombres que se identifican como mujeres y entonces son cambiados a cárceles de mujeres. También se pretende que cambiemos el lenguaje y que las mujeres no nos nombremos para no ofender. Ya vemos instancias de gobierno o marcas que nos llaman personas con vulva, personas gestantes o personas menstruantes. ¿Es esto realmente defender a las mujeres y pelear por sus derechos? No creo.

A pesar de esto, creo firmemente que las mujeres modernas vivimos en la mejor época en la historia de la humanidad para ser mujeres –legal y culturalmente hablando– y que es más empoderador decirle esto a las mujeres jóvenes. Digámosles que se coman al mundo y dejemos de repetirles, como dice el feminismo, que son víctimas u oprimidas sólo por haber nacido mujeres.

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«El hate se me resbala», dice la podcaster.

3) ¿Qué les dirías a las mujeres orgullosamente feministas?

Una pensaría que para defender los derechos de las mujeres debes ser feminista y es fácil pensarlo porque te dicen que si estás de acuerdo con alguna de sus ideas, eres feminista.

Quiero aclarar que no me alejé del feminismo porque perdiera interés en los derechos de las mujeres, de hecho fue lo contrario. Defender a las mujeres actualmente es dar acceso a mejores oportunidades, defender la realidad biológica, la familia, la maternidad y los espacios exclusivos de mujeres para estar seguras, como he mencionado.

¿Qué les diría? Que no confundan la libertad y la búsqueda de derechos con el feminismo.

La libertad no tiene que ser el valor más importante de tu vida y a largo plazo. Para el feminismo más mainstream, la libertad individual es lo más sagrado y por eso reniegan tanto de la maternidad. ¿Quieres ser madre o deseas una familia? El feminismo no te apoyará. Con el embarazo, el parto, la lactancia y la crianza, te vuelves vulnerable, necesitas ayuda y tienes interdependencia con tu bebé. Por eso se desprecia tanto la maternidad.

Para defender los derechos de las mujeres no necesitas la etiqueta de “feminista”, ni tienes que negar la realidad biológica, ni tienes que sentirte víctima sólo por ser mujer, ni tienes que pensar que los hombres son opresores o el enemigo por el único hecho de ser hombres.

No hay nada más desempoderador que decirle a las mujeres que sólo por ser mujeres van a ser acosadas, discriminadas u oprimidas. Es verdad que las mujeres tenemos problemas específicos por ser mujeres (por ejemplo, somos las que más sufrimos acoso sexual), pero también es verdad que los hombres tienen problemas específicos por ser hombres (como tener mayores tasas de suicidio o más riesgo de acabar viviendo en la calle). Podemos luchar por los derechos de todos y resolver los problemas sin negar la realidad o las diferencias entre hombres y mujeres.

No caigamos en la guerra de los sexos porque lo que nos va a llevar al progreso es el diálogo, la negociación y la camaradería entre hombres y mujeres.

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La también escritora visita la CDMX al menos 3 veces al año. Aquí en Co-Madre Cowork.

4) Un mensaje final para las lectoras de la revista:

Sé que la seguridad en México deja mucho que desear y que es de los problemas que más preocupan a la población. También considero que ser mujer nos hace más vulnerables; como en general somos más pequeñas, tenemos menos fuerza y se nos sexualiza mucho más. Sin embargo, no podemos pretender que se arreglen los (aproximadamente) 11 asesinatos o feminicidios al día de las mujeres si no resolvemos a la vez los (aproximadamente) 90 asesinatos de hombres. Es un problema de seguridad que, para resolverse, se tiene que atacar en conjunto. Todas las muertes son una desgracia.

El «argumento» que recibo de las feministas ante esto es «pero es que los hombres se matan entre ellos». ¿Y entonces?, ¿les parecería correcto decir lo mismo si reemplazas «los hombres» por cualquier otro grupo? Por ejemplo, «los asesinatos de personas de color realizados por otras personas de color no tienen tanta relevancia porque se matan entre ellos». No tiene sentido.

La gran mayoría de la historia de la humanidad se ha tratado de vidas muy duras, de luchas de hombres y mujeres para sobrevivir. Hemos dependido unos de otros. La historia de cómo hemos sido oprimidas a lo largo de la historia que nos cuenta el feminismo no está completa. La gran mayoría de hombres también han estado oprimidos. El primer esposo de mi abuela, que era enfermera, trabajaba como minero. Este hombre que murió por una enfermedad en los pulmones a causa de su trabajo en la mina no salía de casa a trabajar duramente cada día para oprimir a mi abuela.

Los avances de la mujer en la historia se han tratado de una negociación entre los sexos, hombres y mujeres, de cómo vivir mejor en este mundo heterosocial.

Si queremos comernos el mundo como mujeres y dejar de contarnos la historia de la víctima para vivir nuestra mejor vida, dejemos de hablar del pasado y aprovechemos lo que se ha logrado.

Para finalizar, quiero decir que las mujeres, las que somos adultas, podemos coexistir con los hombres negociando, decidiendo, poniendo límites y diciendo que no. Nuestra libertad o agencia viene con riesgos. El mundo no es una utopía y nunca lo será. Creo que podemos tener relaciones de camaradería entre los dos sexos. La vida incluye confrontación, antagonismo, ligue, malas lecturas, errores, perdón y aprendizaje.

El progreso de la sociedad no es lineal, no todo cambio significa mejora, por eso considero que el feminismo moderno NO es progreso.

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Y bueno, esto es lo que ella piensa… ¿Qué piensas tú?


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