Navegando las redes sociales como es mi costumbre me acabo de dar de frente con el término «sadfishing», y que del inglés su traducción literal al español sería «pesca triste», para redes sociales tiene otro significado que para mí va más a darle un final voluntario a la «intimidad».

¿Se han topado en redes sociales con personas que publican videos o contenidos en los que ellos mism@s se muestran llorando, o «sufriendo» por alguna razón y justo en ese momento deciden compartir su triste vivencia?, a veces son stories en Facebook o Instagram, videos completos o estados tipo: «estoy muy mal, mi vida es un caos, no me pregunten»…, pues de eso va.

El término se usa para referirse a personas que buscan compasión o apoyo emocional por internet con acciones como llorar en público o conmoverse y decir frases tipo «perdón que estoy llorando pero es un mal día… luego les cuento», o «lloro porque no aguanto más, no saben lo que me pasó, pero luego les digo…»; o «no les puedo decir lo que estoy pasando pero es terrible»… y hacer públicos esos momentos. El término «sadfishing» se acuñó por la escritora Rebecca Reid en 2019, y describe la conducta de publicar los problemas emocionales en internet (acto que hemos visto muy normal a raíz de la pandemia de Covid (videos de personas contagiadas y tratando de buscar aprobación o aceptación o algo como la atención de sus seguidores en una situación no favorable).

Ojo, no nada más describe lo que ya escribí, pero también se usa para acusar a las personas que comparten cualquier tema emocional en internet sin la intención de llamar la atención, sino simplemente porque a veces resulta ser contenido o información relevante, esto le pasa mucho a las celebridades.

Lo cierto es que al tratarse de compartir públicamente emociones o estados de ánimo sensibles los juicios o las reacciones no se hacen esperar, y es complicado determinar si la persona que lo hace es genuina o no, algunos opinan que no es la forma, que son asuntos privados que después puedes compartir en un mejor momento, otros aseguran que se hace para ganar seguidores e interacciones por el morbo que ver a alguien mal provoca en los demás, hay quienes dicen que es una manipulación abierta hacerlo y que con ello se renuncia a la intimidad o privacidad de la situación y los pocos expertos que han abordado el tema coinciden en que, quienes hacen «sadfishing» tienden a exagerar la gravedad de la situación para llamar aún más la atención.

Algunos textos sugieren que podrían reflejar algún trastorno de la personalidad, y que muchas personas al compartir ese tipo de contenido públicamente ya que además de la exageración, buscan la aprobación externa de su decisión o reacción, o buscan una especie de acompañamiento y ser valorados, sin pedir ayuda directamente. Y las publicaciones son seguidas de afirmaciones tipo «gracias por todo su amor, ya me siento mejor», «no saben lo que sentí al leerlos rescataron mi día», etc.

Sin que exista mucha investigación al respecto por ser un término relativamente nuevo, se compara con otras conductas asociadas con llamar la atención de otros, como tener baja autoestima, la soledad y hasta el narcisismo, pero siendo empáticos, bien podría tratarse de alguien que simplemente esté pasando por un momento de ansiedad o de depresión.

Personas públicas y no tan públicas caen en «sadfishing» al hablar por ejemplo de una ruptura de pareja, de una infidelidad, de trastornos alimenticios, de situaciones de enfermedad o divorcios, hay muchos temas que se prestan para dos cosas: que se consideren por los demás como «algo que debería de ser privado», y como algo que, al compartirlo, se otorga a los demás el derecho de opinar.

Las redes sociales al final son una ventana a la vida de las personas y quienes las usamos decidimos que tanto queremos mostrar o compartir hacia afuera. A veces, como una habilidad histriónica se genera un «personaje» que se muestra en las redes sociales y parte de ese personaje es su vida y su historia y la manera en que quiere ser visto e interpretado por los demás. Esto no quita que todo contenido compartido genera o debería generar una «responsabilidad social» al hacerlo y que si se trata de temas sensibles el alcance es mayor pues puede afectar la vida de otros. Por temas sensibles podemos considerar algunos como: la salud mental, enfermedades graves, accidentes, delitos tanto si los cometen como si los sufren, situaciones de maltrato o de abandono, de abuso…, por decir algunos, porque la red social podrá ser una oportunidad de desahogo pero no es un profesional que pueda ayudar en un caso específico y tampoco es como que mil o cien mil seguidores vayan a resolver «realmente» a quien comparte alguna situación. Sin quitar que muchos temas si han llegado a un buen final al compartirlos en redes…

Claro que a todos nos gusta sentirnos apoyados o tener porras o buenos deseos cuando «algo» no sale bien, pero una cosa es tratar de ser honestos y reales en redes sociales y otras hacer de la vida privada una telenovela que se resume en el término «sadfishing» como etiqueta para describir la urgencia de atención. No todo tiene que compartirse, la vida también sucede hacia adentro, igual se puede disfrutar un plato de comida, una bebida o una reunión sin dejar testigos públicos de ello, lo mismo que una ruptura, una decepción o algo mayor. Si el deseo es recibir ayuda los canales son otros, si la idea es ayudar a alguien más con la experiencia vivida se puede hacer desde un lugar donde no domine la emoción de ser víctimas o buscar compasión a toda costa.

Seguramente con el tiempo se irán acuñando más y más términos pues la conducta y la experiencia nunca como ahora se había compartido tanto públicamente. Aquí es cuando agradezco haber tenido una infancia y una juventud sin redes sociales, donde era sencillo escribir un diario o hablar con las amigas, con las verdaderas que eran 3 o 5 y no «millones».

Karla Lara


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