En la parte I de esta entrega hablé de la serie de Zoo que cuenta con tres temporadas en el servicio de streaming de Netflix y que puedes leer aquí. En esta ocasión voy a platicarles los pormenores antiespecistas (o no) de la primer temporada de una serie que en lo particular se me hace sumamente tierna, Sweet Tooth.

 

Sweet Tooth. Christian Convery como Gus. Kirsty Griffin/Netflix®

Sweet Tooth: Un argumento prometedor

Vamos viendo. Ciertamente su esencia fantasiosa raya un poco en la incredulidad, sin embargo parte de una realidad biológica darwinista: la especie más adaptada es la que sobrevive. En este caso las especies, dado que la supervivencia depende de una hibridación entre animal humano-no humano, al cual, por supuesto, se le considera una abominación por la mayoría de los humanes villanos.

Sin embargo, esta historia cuenta con varios puntos que nacen de nuestra actualidad: cuenta con una pandemia que ha eliminado a más de la mitad de la especia humana, una cura que no podemos encontrar, una radicalización de posturas en torno a si la niñez híbrida es maravillosa u horripilante y por supuesto, una grupo de juventudes dispuesto a pelear por salvar el planeta. Hasta ahí todo okay.

 

Fotograma Sweet Tooth, Netflix, 2021®

¿Dónde está el especismo?

Ahí les va. Si partimos de que hay una especie híbrida entre animales humanos y no humanos y el mundo está dividido entre estas personitas y los “humanos puros”, ¿a cuáles creen ustedes que se les da más relevancia? Pues sí, como siempre a la humanidad y nuestra salvación sobre la de los otres animales, ¿por qué? Pues porque sí, tal como ahora mismo se experimenta una vacuna covid en ellos y miles de otros abusos y esclavizaciones animal humano-animal no humano que suceden día a día en cualquier entorno que te imagines. La onda de Sweet Tooth es sacar la cura del virus de la pandemia que ataca a la humanidad, justamente de los seres híbridos, ¿les suena familiar?

¿Entonces, tiene matices antiespecistas?

Sí, mas yo no diría que es una serie antiespecista, a menos no esta primer temporada. Si bien el protagonista es Gus, un niño blanco híbrido de unos 11 años (valga la pena decir el sexo y el origen étnico), es un ser que se alimenta básicamente de lo que crece en su jardín y dulces que probablemente tengan leche o grenetina, no se le ve comer directamente animales, -como a ninguno de los personajes-, ni usarlos, pero sigue siendo humano, híbrido, pero humano y la regla para medir es antropocentrista, la especie humana al centro de todo y de todes.

Sin embargo, sí resalto que la realidad animal no humano actual se traslada hacia las personas híbridas, veo bien que se haga un tratamiento positivo de las relaciones interespecie y que se destaque una evolución híbrida, no porque vaya a suceder, sino porque al hacerlo nos coloca más como parte del reino animal, evoca sentir empatía por los seres sintientes no humanos y nos hace darnos cuenta, en el mejor de los casos, que somos lo mismo.

TE PASO LA PRIMERA PARTE DE MI SELECCIÓN DE SERIES ANTIESPECISTAS EN NETFLIX.


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