Hace seis meses tuve un accidente en moto que me dejó en cama casi tres meses.  Venía de varios cambios y rupturas en mi vida y a éstas se les sumó la más evidente: la rotura de mis propios huesosToqué fondo, terminé de destruir todo lo que representaba mi pasado para empezar a reconstruirme en quien soy y quien quiero ser. Empecé a caminar el sendero del amor propio; este camino me estaba enseñando que debía soltar lo que ya no sacaba lo mejor de mi.

Creo que la mayoría de lo que nos llega es porque lo estamos buscando, lo estamos atrayendo; a mí me tocaba reencontrarme con mi esencia y, para ello, debía aquietar mi cuerpo.

Entendí que yo era la única que me podía sacar adelante y tenía que encontrar aquello que era indestructible en mi y confiar; confiar en que todo iba a salir bien.  Las mañanas eran lo más difícil, siempre lo son cuando estamos viviendo momentos de tristeza, de duelo y de destrucción; abres los ojos y amaneces frente a una realidad que no te gusta, a la que no te acostumbras y que no puedes cambiar… pero lo que puedes cambiar es cómo encaras esa realidad, y eso fue lo que decidí hacer.  Me creé una rutina para estar bien y devolverme la confianza que necesitaba, diciéndole a mi cuerpo que elegía la vida una vez más.

Esta rutina la empecé aquellos días y la mantengo hasta hoy, mi rutina feliz.

Sonreír

El cerebro no distingue entre una sonrisa real y una “falsa”. Ni bien abro los ojos lo primero que hago es sonreír.  Después del accidente no estaba contenta, pero sabía que esa sonrisa le mandaba un mensaje positivo y de alegría a todo mi cuerpo.

Agradecer – Inhalar y Exhalar

Luego de sonreír me tomaba unos minutos para agradecer ese nuevo día.  Expresaba ese agradecimiento inhalando y exhalando, conectándome con ese momento.  Y agradecía mi vida, mi familia, mis amigos, mi trabajo, mi casa, mi cama, mi cuerpo y todo lo que me permitía seguir experimentando la vida. También agradecía y sigo agradeciendo el que la vida me haya puesto en ese lugar, si bien no entendía el porqué, sabía que era una experiencia fundamental para mi evolución.

Dar

Todo lo que doy es a mi misma a quien lo doy. Cuando actuamos hacia alguien, en realidad estamos actuando hacia nosotros: cuando damos amor nos estamos amando, y cuando causamos dolor, nos estamos lastimando a nosotros mismos. Parte de mi rutina es proyectar quién quiero ser y cómo me quiero relacionar ese día. Con este ejercicio reconozco que cada día es una nueva posibilidad para volverme la mejor versión de mí misma.

Agua tibia con limón

Haz que tu alimento sea tu medicina. Lo primero que le regalo a mi cuerpo es una taza de agua tibia con un limón.  Esta bebida me limpia, purifica y sube las defensas. En una acción tan sencilla le doy un gran aporte a mi sistema inmunológico para el resto del día.

Ejercitar

Antes de accidentarme salía a correr casi todos los días y llevaba una vida sumamente activa. El accidente fue un freno en todo sentido, evidentemente no podía hacer deporte como antes, pero dentro de mi movilidad limitada descubrí muchos ejercicios que podía hacer y con permiso del doctor me armé una rutina de pilates.  Esto fue fundamental para mi recuperación, cada día desde mi cama hacía casi una hora de ejercicio y, de esta manera, mantuve mi cuerpo activo.  La mayoría de las barreras que nos topamos en la vida existen principalmente en nuestra mente, una vez que las trascendemos, las posibilidades son infinitas.

Ducha consciente

Durante tres meses me tuve que duchar sentada. Convertí mis duchas en verdaderos rituales de aseo, un momento íntimo conmigo para gozar mi cuerpo y honrar el agua. Desde ese momento mis duchas son una especie de meditación: respiraciones profundas y conscientes, mientras disfruto de cada gota tibia que recorre mi cuerpo.  Me entrego a ese momento y lo disfruto como si fuera la primera y última vez que lo experimento.

Boost de nutrientes

Finalmente, mi premio mayor: un desayuno lleno de nutrientes. Así como alimento mi espíritu, mis pensamientos y mi alma, así alimento mi cuerpo.  Trato siempre de elegir un desayuno rico en nutrientes: frutas, verduras, granos enteros, tés y tizanas.  Esta última acción es en la que le demuestro respeto a mi cuerpo; sé que es un instrumento temporal, por ello debo cuidarlo y honrarlo mientras lo habite.

El bienestar y la felicidad son una elección, puedes elegir cómo interpretar cada situación y cómo vivir cada día.  Alégrate y verás cómo te empoderas, cuando empiezas a mandar esa energía al universo, cosas inimaginables empiezan a llegar a tu vida.

 

 

 


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