Cuando una persona decide abandonar su tierra por buscar mejores oportunidades en otro país, deja a un lado su vida, su familia, costumbres y un puñado de sueños inconclusos. Ser inmigrante no es fácil, pero al final de cada historia, vale pena.

Una vida que contar afuera y adentro de un país…

Cuando vamos a un supermercado a veces notamos algún extranjero haciendo la compra, pero ¿sabes realmente lo que está pasando para sobrevivir?

En la actualidad el boom de la inmigración se ha convertido en unos de los factores que más alejan a las personas de sus familias y solo esta razón, es digno de admiración.

Empezar de cero cuesta y más cuando tienes lejos lo que por años te perteneció: “tu país, tu familia, el calor de tus paisanos, la comida y esa inigualable búsqueda de la felicidad en tu zona de confort”

¿Vale la pena ser xenofóbico con quienes buscan una mejor calidad de vida dentro de tu país?

Es un punto muy álgido, pero me atrevo a decir que “no sabemos qué vueltas da la vida” y en esa posición podemos estar todos en algún momento, en este sentido, si no te gusta ser maltratado, no maltrates a quien seguramente necesita una mano para poder seguir y no morir en el intento.

En la integración está la unión de costumbres

En la integración está la unión de costumbres

Cuando te encuentres con un inmigrante

  • Si notas que alguno te pide una dirección, sé amable y respóndele claramente para que pueda llegar a su destino.
  • No menosprecies sus costumbres o creencias, a pesar de no estar en su tierra, ellos tienen aprendido otro estilo de vida. ¡Guíalos y enséñales lo maravilloso que es tu país!
  • Ayúdales a conseguir alquileres decentes, un techo cálido donde refugiarse es lo mínimo que merecemos todos…
  • Si sabes de algún trabajo que sea de su área o conocimiento, coméntale. Nunca está de más sumar buenas acciones a quienes lo necesitan. ¡El universo retribuye las buenas obras!
  • Responde los saludos con cordialidad y educación. Nada te cuesta decir ¡buenos días! con una sonrisa. Quizás sea el inicio de un día exitoso para ambos.

Historias reales

  • Verónica Sotillo- venezolana residenciada en Argentina: «tengo tres años viviendo aquí y en líneas generales me han trato de maravilla, sin xenofobias ni discriminación. Doy gracias por conseguir a gente tan amable que me ha ayudado en este proceso tan duro; separarme de mi familia ha sido muy difícil pero todo es por un mejor porvenir.»

 

  • León Coronel- colombiano residenciado en México: «al principio me costó adaptarme pero lo que me ayudó enormemente fue la receptividad de los mexicanos a sentirme casi como en casa. Me criaron para servir y ser amable y de esa misma manera, soy de este lado del mundo. Ha dado buenos resultados. ¡Gracias México lindo!»

 

Nada cuesta ayudar y ser amables. Es cuestión de humanidad y bondad. ¡Hoy por ti y mañana por mí!

 

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