Partículas de entre 52 y 55 nanómetros de diámetro, más de 240 variedades y la capacidad de pasar desapercibido durante años hacen del virus del papiloma humano (VPH) un auténtico caballo de Troya.
El VPH puede infiltrarse en cualquier persona sexualmente activa y, en ciertos casos, favorecer la aparición de patologías como el cáncer cervicouterino.
Su ruta de entrada es mediante las relaciones sexuales anales, orales o vaginales con un portador del virus quien, a su vez, puede ser asintomático y desconocer su condición.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que este microscópico enemigo pierde el 90% de sus batallas, posee dos estrategias altamente peligrosas y asociadas con lesiones precursoras de tumores en el cuello uterino: las cepas 16 y 18.
“No todas las personas con este virus desarrollan cáncer, aunque la infección genital llega a ser persistente debido a los diferentes tipos de VPH que están presentes, pero que no son descubiertos oportunamente. Además, consideremos que el proceso de transformación de una lesión antecesora a un cáncer invasivo es lento; hay pacientes en los que tarda hasta 10 años”, precisó la doctora Jessica Rivera, miembro activo de la Federación Internacional de Química Clínica y Medicina de Laboratorio.
¿Cómo combatirlo?
La también subdirectora de Innovación del centro analítico de Laboratorio Médico del Chopo indicó que, a lo largo de la historia, se ha perfeccionado el plan que comenzó el Dr. George Papanicolaou en 1943, para desarmar este virus a tiempo.
Hoy sabemos que es crucial conjuntar la citología cervicovaginal y el estudio molecular para la determinación de la presencia y tipo de VPH.
“De ese modo, aumenta la posibilidad de obtener estudios positivos específicos que contribuyan a diagnósticos y medidas terapéuticas tempranas y efectivas. En lesiones preinvasoras, el tratamiento puede erradicar la infección y evitar la progresión a cáncer cervicouterino”, señaló.
Por un lado, la citología detectará cambios anormales en las células cervicales. En tanto, la prueba molecular se ocupará de la detección del virus del papiloma humano.
En caso de que esta última sea positiva lo ideal es, seguidamente, recurrir a un estudio de genotipificación para ver qué variante de VPH es, de entre 28 de sus cepas más relevantes (19 de riesgo alto y 9 de bajo).
“La periodicidad de estos chequeos depende de los resultados. Por ejemplo, la OMS recomienda que, en una mujer mayor de 25 años, con hallazgos anormales en su citología y prueba de ADN de VPH negativa, se realice el papanicolaou dentro de 12 meses”, explicó la Dra. Rivera.
Pese a que el virus del papiloma humano es capaz de infectar a hombres y mujeres, como resultado la doctora concluyó que ciertamente existe mayor preocupación respecto a las consecuencias producidas en ellas al ser más susceptibles y guardar una estrecha relación con el cáncer de cuello uterino.
Finalmente, cabe señalar que el VPH sumó 9,439 nuevos casos y cobró la vida de 4,335 mujeres en México durante 2020.
Fuente: Chopo
Foto principal: Unsplash+, en Unplash
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