Dicen que la confianza tarda en construirse y que una vez que se destruye es difícil recuperarse.  Pero yo quiero volver a confiar.

El 19 de septiembre no solo dejó grietas en las paredes de mi casa, dejó grietas en toda mi piel, algunas aún no dimensiono lo profundas que son. Y es que cuando pasa algo así la vulnerabilidad es casi absoluta, no tienes mucho más dónde refugiarte.

El actual estado oscila entre encontrar formas de seguir ayudando y encontrar formas de no estar volteando a cada rato esperando el próximo temblor. Tenemos miedo, claro que tenemos miedo, desde las 13:14 del 19 de septiembre del 2017 somos otros, la alarma sísmica está grabada en algún lugar profundo y temeroso de nuestra piel, una piel que durante minutos se volvió más delgada para luego engrosarse para siempre.

Pero la verdadera pregunta es ¿Queremos volver a ser los mismos?, creo que no queremos ni podemos, queremos ser más. Queremos ser mejores, y esta sacudida es un paso que nos acerca a eso. Como individuo y como sociedad esta catástrofe nos ha mostrado otra cara, una cara de solidaridad, de apoyo, de incondicionalidad y de unidad, una cara que teníamos olvidada, guardada, postergada.

Todavía no confío en mis paredes y no se cuánto tiempo tardaré en volver a confiar., pero sí confío en la ciudadanía mexicana, en mis hermanos, en mis amigos, en mis vecinos, porque sé que todos están dispuestos a no dormir 72 horas hasta sacar el último pedazo de concreto si me tienen que desenterrar de los escombros. Confío en que si me quedo sin hogar, habrá alguien que me lo ofrezca, si me quedo sin comer llegará un plato caliente a mi, si pierdo a mi perro se armará una red para encontrarlo, si necesito llorar habrá un hombro y un abrazo que me llenará el alma.

Hemos perdido una confianza para ganar otra, a partir del 19 de septiembre confiamos en nosotros, en nuestra propia capacidad de sacar adelante esta ciudad, este país, confiamos en que la mayoría queremos lo mejor para la mayoría, confiamos en las buenas intenciones, confiamos en nuestros hermanos.

Hoy duermo tranquila porque se que mi vecino prende una vela por mi también.

Florencia Gallino


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