Hay relaciones que merecen una segunda oportunidad: cuando los motivos del pleito o separación no han causado daños irreparables, el amor perdura, hay causas por la que luchar y sobre todo, ambas partes muestran voluntad e interés; la reconciliación es muy probable.

Sin embargo, aun contando con los 4 factores anteriores; hay 3 errores comunes que solemos cometer ya sea por miedo, desesperación o incluso, soberbia. Esto genera que dicha reconciliación no sea realmente reparadora y al cabo de un tiempo, resurja el problema inicial. Así que revisémoslos:

1. Exigir la reconciliación

Se puede tener de fondo la mejor de las intenciones, sin embargo esta reconciliación se solicita más que como un deseo auténtico desde el amor, como una necesidad caprichosa o un mandato obligatorio.

«Si quieres que hablemos será donde y cuando yo quiera… lo nuestro amerita más que una charla en cualquier restauranzucho y más te vale ser puntual, decir algo que me agrade… recuerda que es tu última oportunidad para recuperarme».

Partir de la soberbia y el control significa que hay mucha carga de enojo o ego herido de un lado (o ambos), así que no es momento ni la forma. Todavía se debe trabajar individualmente un tiempo antes de juntarse con esa actitud que resultará contra producente. Por supuesto que el enojo o herida debe ser expresado a la otra persona, sin embargo no se revuelve con la reconciliación que debe contener la humildad de ambos. ¡No se hizo Roma en un día!

2. Mal timming

Hay que observar comprensivamente el humor que transita la otra persona, su estilo de vida, forma y ritmo de procesar las emociones, sus ocupaciones laborales o de casa y procurar horarios compatibles.

«Si te quieres reconciliar con una amiga que tiene bebés o niños chiquitos, no esperes que puedas llamarla en cualquier momento del día y tener una conversación de horas ininterrumpidas»

También hay que reconocer que hay diferentes maneras de procesar las cosas y no tomarlo a personal ni juzgar al otro o sobajarlo. Yo sé que de pronto las mujeres vamos más rápidas en eso y que queremos confrontar al día siguiente y por lo general, ellos prefieren airearse un tiempo para pensar, distraerse o «tomarse un break». Ambas partes deben empatizar con el otro y llegar a un punto medio que se sienta bien para los dos.

3. Mi veldad

El más grave y frecuente de los errores cuando se pretende una reconciliación. En todas las historias hay tantas versiones como involucrados. Es importante darles cabida y validarlas.

El hecho puede ser el mismo, pero cada quien lo experimenta, lo percibe a su manera y tiene sus razones. Así que creer que hay 1 verdad única e irrefutable, buscar que la reconciliación se trate que te den o cedas la razón o esta creencia de que solo hay un estilo de hacer las cosas (léase, el tuyo)… no van a llevar más que a un segundo desencuentro.

En este punto agregaría un error muy común: dar por hecho. Ya sea dar por hecho su versión, dar por hecho lo que piensas que pensó, dar por hecho que sabe lo que sientes o piensas o que tú lo sabes. Dar por hecho sin preguntarle o dar espacio a que se exprese es invalidar su parte y solo creer en «tu verdad».

Más allá de las películas románticas con reconciliaciones pasionales bajo la lluvia, la palabra reconciliación lleva el secreto en su significado:

«Se busca que los involucrados paren o eviten un pleito llegando a un convenio, acuerdo o compatibilización. Es la herramienta de resolución de conflictos por excelencia»

Y como último consejo: si han intentado todo lo anterior y aún no se obtiene el resultado esperado, pero sigue el interés de las partes: busquen la ayuda de un de un tercero capacitado.


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