Los últimos desfiles que cerraron mi semana de la moda en el New York Fashion Week 2018 fueron Calvin Klein, Michael Kors y Marc Jacob.
Aunque no pude asistir a la de Calvin Klein por cuestiones laborales, vi la colección online y luego la pude ver en persona. Pero el aura de la semana de la moda de Nueva York es que fue un tanto aburrida y críticos de renombre aplaudieron a Raf Simons, en su tercera instalación para Calvin Klein.
Raf es mucho más que su ropa. Raf es un director creativo que quiere contar historias, que quiere que sientas más esta colección que fue netamente estructurada a un concepto de moda versus lo comercial, y logró una experiencia trascendental.
En el antiguo piso del Mercado de Bolsas Americanos recreó un espacio de películas como de campiña tenebrosa, cubierta por fotografías de Andy Warhol y repletas de “nieve de mentira” que, en verdad, fueron toneladas de palomitas de maíz. El hecho de que el piso fuera de palomitas de maíz, que ahogaba a la audiencia, hizo de este show una experiencia donde el espectador era parte de la “película”, por decirlo así, y esa conexión te crea una afección inmediata con el producto.
En términos de moda, vimos siluetas over-size. Vanguardistas, de detalles interesantes. Estéticamente son muchas piezas simples, una encima de otra, pero la sinergia de esto tiene sentido. Hubo una pieza en particular, de diferentes estampados y textiles, que une colores fuertes con delicados entre recuadros. El diseño fue muy pensado y la clave de esta colección, más allá de los tamaños o la intre-fusión de las piezas, es la cantidad de detalles que lleva cada atuendo y la apreciación que el diseñador le da a su colección.
Michael Kors sigue siendo feliz, muy americano, pero muy chic. Esta colección me recordó a una Jackie Onassis moderna, coqueta, femenina y que se sentía muy elegante y costosa. Esta interesante colección también contó con la colaboración del ilustrador David Dowtown y, por primera vez, Kors decidió usar pieles falsas. Digamos que eso fue lo nuevo que ofreció. Aunque esta es netamente una colección comercial, enfocada a una clientela muy específica y fabulosa, fue divertido verla. De mis piezas favoritas: el vestido que lució Gigi Hadid, ilustrado por David Downtown. Me pareció ultra chic, coqueto y muy a la moda.
El cierre de la semana de la moda y de la noche fue Marc Jacobs. En una colección ambigua y fuerte en la conceptualización, amé cada uno de los atuendos; en especial, el sweater de cashmere gris con capa, guantes y shorts ajustados a la cadera con medias pantis, todo gris. Me pareció fascinante y en una actualidad cíclica donde todo lo nuevo viene de lo viejo. Aunque sí me recuerda un poco a Cristóbal Balenciaga, este atuendo, en particular para mi, es algo nuevo.
La colección fue dramática y obscura, una combinación de los años 80 con boleros y Alicia en el País de las Maravillas; todo hacía sentido. Combinó cueros con terciopelos para arquitectónicamente crear siluetas con simetrías únicas, casi teatrales, pero alucinantemente hermosas. Marc, como siempre, seguirá siendo el rey de la pasarela, un hombre que marca tendencia. Solo los guantes de terciopelo acampanados en las mangas es motivo suficiente para darle al diseñador una ovación de pie a un diseño simplemente genial.
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