No tienes a nadie

Sientes que todo está mal y te preguntas cómo acabaste en dicha situación. No entiendes por qué todo recayó sobre ti; quieres gritar, armar un escándalo, sentirte escuchadx… Que tomen en cuenta cómo te sientes y sentirte apoyadx, pero… simplemente no tienes a nadie.

Cuando estamos molestxs es normal que estos pensamientos nos invadan. También es muy normal querer buscar un hombro sobre el cual llorar y con quien explotar, esto es válido si te hace sentir bien, pero… ¿Qué pasa con la otra persona, el hombro? ¿Qué haces cuando sientes que no tienes a nadie con quien hablar de ello?

El hombro: no es un objeto

Las personas no son objetos pero se desgastan. Para muchos es difícil hablar de cómo se sienten, pero algunos tienden a utilizar a las personas como una clase de pañuelo de lágrimas y recibir tanta energía negativa nunca es bueno. No te digo que debes ser positivamente tóxicx, pero tampoco debes dejar a un lado que los demás también tienen emociones.

Es cierto, mientras más hablas sobre cómo te sientes más cómodx estás y es muy fácil olvidar el cómo la otra persona se encuentra. A veces, las señales del desgaste están allí y no nos percatamos; a veces, dejamos de lado sin querer al hombro, sus problemas porque los tuyos “son más importantes” y puede que, sin querer, termines con una linda y larga relación de amistad.

La soledad

Bien sea por el miedo a ser juzgados o por el miedo a no ser escuchados, está la otra cara de la moneda: quienes no tienen o sienten que no tienen a nadie para desahogarse. Hemos escuchado miles de veces que todos necesitamos a alguien; que hablar siempre es bueno, pero no siempre es la solución, porque no siempre contamos con alguien que de verdad nos escuche y nos haga sentir apoyados.

¿Qué hacen esas personas con tantos sentimientos negativos en su interior? No pueden simplemente esperar a que un hombro aparezca porque todas en algún momento nos hemos sentido de esta manera. Puede que cada una consiga una manera, a veces no tan saludable para drenar su ira.

No tienes a nadie

Photo by Anthony Tran on Unsplash

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Una solución

Calma tu mente, tan simple como eso. Deja que las emociones y pensamientos broten como un torrente, enciérrate en tu habitación y llora si es necesario. Saca toda la ira que llevas dentro porque acumularla sólo te hará sentir peor.

Otra idea es escribir todo eso que te va saliendo, sin filtros y tan rápido y furioso como salga. Practicar este ejercicio tan sencillo evitará que desgastes a otra persona y/o te ayudará a enfrentar los problemas sin las “palabras motivacionales” de un tercero, las cuales no siempre son tan motivacionales.

Existen terapias grupales como Neuróticos anónimos, en los que la gente se acompañan y es de cooperación voluntaria. Por supuesto, también hay terapeutas personales y hasta coaches serios. ¡Siempre es muy valioso cuidarte y buscar ayuda!

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