El reciente 10 de octubre conmemoramos el Día Mundial de la Salud Mental. La salud mental es, en términos generales, el equilibrio entre una persona y su entorno socio – cultural, lo que garantiza su participación social de manera adecuada, con el fin de alcanzar el bien que desea.
Una de las afectaciones más agresivas a nuestra salud, tanto mental como física, es la depresión, y sorpresivamente esta enfermedad ha crecido a nivel mundial en los últimos años, convirtiéndose en la principal causa de problemas de salud y hasta de discapacidad.
Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) registran a 322 millones de personas afectadas por este padecimiento, que puede convertirse en un problema serio.
En palabras del médico psiquiatra Rodrigo Corona, México no figura entre los países con altas tasas de depresión. No porque los mexicanos nos deprimamos menos, sino porque no existen diagnósticos correctos.
Edilberto Peña, director de Investigación del Incide (Instituto de Neurociencias, Investigación y Desarrollo Emocional), aseguró que en México la depresión está presente en 3,3% de la población mexicana a lo largo de su vida, y su diagnóstico puede tardar hasta 15 años. También señaló los síntomas más comunes para detectar la depresión: tristeza, cansancio, dificultad para concentrarse, para llevar a cabo sus tareas habituales y padecer de constante indecisión. Pero a pesar de esto, no se puede tener un diagnóstico 100% seguro.
Carmen Ayza, directora médica de Lundbeck México, se pronunció a favor de que los médicos tengan acceso a un manejo integral de los trastornos del sistema nervioso central, con un enfoque especial en depresión, para que el paciente sea diagnosticado y tratado de manera correcta.
“Por lo general, el paciente llega a un primer nivel de atención y ese es justo el nivel más importante donde deberíamos promover una conciencia de enfermedades para que puedan ser referidos al especialista en caso necesario”.
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