El estafador de Tinder (The Tinder Swindler) es la docuserie que ya pueden ver en Netflix y que nos cuenta sobre Simon Leviev, un hombre real, de ciudadanía rusa e israelí, quién estafó a varias mujeres a quienes conoció y contactó a través de Tinder.

En pleno año 2022 resulta que sigue siendo posible engañar de manera inmensa a las personas: no solo a las mujeres, sino a los hombres por igual, instituciones bancarias y personas que se interrelacionan sin que tengan una vida en común. De esto se trata el hecho de que Simon Leviev haya podido concretar diferentes estafas, a mujeres distintas, alrededor del mundo: ¡Ojo aquí! mujeres que no son menores de edad, mismas que voluntariamente participan en aplicaciones de citas como Tinder, dueñas de cierto patrimonio y con experiencia de vida y que, aún y todo, fueron víctimas de sus engaños. Y todavía más atención: es una época en la que se supone que a un «click» de distancia, podemos acceder a la información que buscamos, al menos lo general sobre otras personas, pero lo cierto es que no lo sabemos todo.

¿Qué es lo que hace posible que alguien (como Simon Leviev) pueda engañar tan grave y perpetuamente a otro alguien, perjudicando su vida y patrimonio?

Análisis, reseñas, reflexiones al respecto ya hay muchas: hay quienes afirman que lo sucedido atiende a que las mujeres estafadas fueron atraídas por cierto estilo de vida del estafador, que les muestra lujos, viajes y experiencias para las que se requiere un alto poder adquisitivo y que eso hace que ellas aspiren a estar con él. Hay quienes señalan que se debe a la falta de amor propio de ciertas mujeres que, en su objetivo de estar con alguien, creen todo lo que ese «alguien» comparte. También hay quienes consideran como dice el dicho: «que uno tiene la pareja para la que le alcanza» y que en esa correspondencia ambos tienen responsabilidad: víctima y victimario… Hay los que mencionan que la app es cómplice por permitir que ciertos perfiles estén activos sin más escrutinio. En fin, considero imposible y hasta soberbio creer que los demás tenemos la verdad absoluta sobre algo tan cruel y negativo como un engaño, que no solo afecta las emociones sino la vida de alguien más, porque la estafa en este caso, incluye despojarlas de sus bienes materiales con engaños a través de los cuales consigue usar sus tarjetas de crédito, su efectivo, disponer de préstamos a su nombre y un sin fin de temas que el estafador propone y a las cuales la víctima accede.

En la docuserie algunas mujeres comparten sus experiencias y describen los engaños y situaciones en las que se relacionaron con Simon Leviev (Shimon Hayut), mientras cuentan cómo la relación pasó de ser idílica a tóxica y hasta tormentosa, derivado de haber conocido al posible amor de su vida en Tinder, quien presumía ser «el príncipe de los diamantes» de Israel.

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A las mujeres que comparten su triste experiencia se les puede ver con genuino dolor y hasta vergüenza por lo ocurrido, pero lo rescatable es que su verdad permitió que en algún momento el estafador fuera arrestado y que la historia se volviera pública.

En salud emocional y mental yo creo que nadie entra a una relación sabiendo o buscando el fracaso. Al contrario, la apuesta es estar bien en compañía de alguien. Creo también que las circunstancias que hacen posible la estafa deben tener algún común denominador, pues aparentemente lo hizo muchas veces. Reconocer también que antes de cerrar su Instagram (o ponerlo en pausa), Leviev contaba con 161K seguidores, así que en teoría, era alguien que mostraba su estilo de vida públicamente, solo quiero poner sobre la mesa algunos puntos:

  • Lo que está bien está bien, aunque nadie lo haga, y lo que está mal, está mal aunque todos lo hagan.
  • Nadie se merece ser engañado a ningún nivel, pero menos cuando la confianza es lo que domina la relación.
  • Nos han enseñado que el amor debe ser idílico y que en nombre del amor debemos darlo todo. Lo cierto es que no; debemos ser cautos antes de confiar nuestra vida, nuestro patrimonio, nuestra integridad en alguien que llega a nuestra vida. Dudar, nos puede poner a salvo.
  • El amor perfecto no existe y no tiene que ver con el poder adquisitivo. Dicen que el dinero no es la felicidad, pero si la tranquilidad; sin embargo, con esta experiencia vemos que tampoco. Balance es la palabra. Estar para alguien no es sinónimo de dejarlo todo para saber que cuenta con nosotros.
  • El amor a otro es un sentimiento sublime y merece ser correspondido, dejemos de rescatar a personas con la bandera del amor. Al ser adultos todos tenemos nuestra vida a cargo, y el amor propio es el mayor, el más incondicional y el que debemos practicar para ser menos vulnerables ante los abusos de otros «en nombre del amor».
  • Dejemos de creer lo que vemos en redes sociales. No todo es verdad, no todo es mentira. Aprendamos a ser más selectivos, analíticos, menos aspiracionales y mas realistas.
  • El amor tiene muchas formas, no solo monetario, no es solo darlo todo. No tiene que significar un sacrificio por alguien más al grado de perderlo todo.
  • El «más vale solo que mal acompañado» estará vigente toda la vida. No pidas y no des pruebas de amor. Apuesta por relaciones dignas y convenientes.
  • El amor no tiene precio: no se compra, no se vende. Aprendamos a separar nuestra libertad emocional y nuestra libertad financiera sin perder uno a costa del otro.
  • Hombres y mujeres merecemos ser amados, pero si ese amor no significa bienestar en el sentido universal del concepto, pasemos de largo, no aceptemos mentiras, engaños, excusas; lo que suena a mentira probablemente lo es; lo que te hace dudar, es por algo; si alguna alarma se enciende en ti hazle caso.
  • Sí hay amores a primera vista, pero hay más engaños.
  • Sí hay amores verdaderos y que están o que se quedan sin que exista dolor, mentira o falsedad.
  • Las historias de amor de novela dejan muchas lágrimas igual que en las novelas, muchas tragedias, igual que en las novelas… vamos siendo maduros en el amor, buscando más certeza y menos ilusión de cuento de hadas, porque la ilusión sin realidad pasa facturas muy caras.

A todas las mujeres y a los hombres que han estado en situaciones similares, reciban un abrazo. A los y las estafadoras dentro y fuera de Tinder, que se consuman en el infierno de ser señalados, porque no siempre se van a salir con la suya. Y que quienes buscan el amor verdadero lo encuentren en calma, en bienestar y sobre todo en honestidad.

Un abrazo, desde mi nunca humilde opinión

Karla Lara


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