
Con propiedad puedo decir que Hamilton el musical, reúne a todo tipo de público (desde el presidente de los Estados Unidos, celebridades, ganadores del Pulitzer, intelectuales, críticos, a mi humilde persona) y todos coinciden en que éste puede que sea el mejor musical de nuestros tiempos y posiblemente de toda la historia de Broadway.
Sí, es así de bueno.
En lo personal, no soy fan de los musicales. He asistido a Broadway con fines más bien turísticos. De hecho, para The New Yorker las zonas de Broadway: Times Square y adyacencias se han tornado en espacios urbanos insoportables que constantemente se evitan dado el volumen de turistas. Sin embargo, el musical Hamilton, que ha vendido más de 57 millones de dólares y que está completamente “sold-out” hasta el próximo verano, le ha devuelto a la ciudad ese gran show que todos queremos y debemos ver.
Hamilton presume actualmente de 16 nominaciones a los premios Tony de los cuales ganó 11, recibió un Grammy y un Pulitzer.
Se dice que el presidente Barack Obama, lo ha visto ya más de un par de veces. Por otra parte, fashionistas como Sarah Jessica Parker van ya por seis, y críticos del NYTimes han hecho más de cinco notas sobre la obra (todas positivas) en los últimos tres meses. Es una locura como ha sido alabado Hamilton. Las entradas se revenden más caras que un concierto de Madonna, y como dije antes, todo tipo de público se siente sumamente atraído a ser parte de este acontecimiento.
¿Por qué así?…nos preguntamos…
A mi criterio, el suceso es atribuible a que esta es la historia de la “América de aquel tiempo” contada por la “América de estos tiempos”. La diversidad de razas en el casting con latinos, afroamericanos, americanos y europeos, rompe las barreras del color, del acento y genera una integración en la diversidad, que la presenta tal como es palpable para el ciudadano que vive en los Estados Unidos al día de hoy.
Los actores
Los actores usan una lírica clásica e históricamente importante. Cautivan al público bajo la melodía del rap, hip hop y R&B con una pasión que te vuelve adicto a los ritmos, las rimas y a los tonos que los artistas usan para contar la historia.
Algo que también estimula mucho a que el público se compenetre es que la historia contada es muy real.
Lin-Manuel Miranda, quien además de interpretar Hamilton, escribió y compuso esta obra basada en el libro de Ron Chernow, comparte el escenario con Leslie Odom Jr. (Aaron Burr) que también brilla en actuaciones que electrizan al público, Christopher Jackson (Washington), Daveed Diggs (Jefferson, quien también hace de Lafayette) y Okieriete Onaodowan (Madison). Luego, las tres mujeres en la vida de Hamilton son interpretadas por Phillipa Soo (su esposa, Eliza), Renée Elise Goldsberry (la hermana de Eliza, Angelica Schuyler) y Jasmine Cephas Jones (Maria Reynolds, la amante quien trae a las ruinas la reputación y el legado de Hamilton).
La historia
Estamos totalmente eufóricos sobre la historia del hombre que sale en los billetes de 10 dólares, sobre este hombre que no fue presidente, sino un intelectual que creía más en el poder federal sobre el legislativo y cuyo máximo logro fue ser la mano derecha de Washington y el primer Secretario del Tesoro de los Estados Unidos.
Hamilton fue un emigrante que llegó a Nueva York a realizar sus estudios, sencillo pero determinado, con mucho criterio y sentido común. Se convirtió en uno de los grandes demócratas de la nación americana sin tanta formalidad y con mucha sensibilidad y realidad social.
En términos de historia, Hamilton es sin duda el más humano de todos, de ahí viene la fascinación de Lin-Manuel Miranda. Perdió su gloria y mucha de su historia escrita luego de que su adulterio se hizo público (pues su esposa quemó una serie de cartas incluyendo manuscritos del mismo) y murió bajo un duelo de su amigo quien bajo la política, la envidia y la necesidad del poder se volvió su enemigo.
Para quienes no saben la historia, el musical se desenvuelve a tonos del rap, excepto cuando el Rey Jorge Tercero, argumenta parte de la historia y la posición de Inglaterra en la revolución con un tono muy British/Beatle Pop, lo cual es muy simpático. Los bailes y pasionales actuaciones se encargan de informar sobre una parte de la historia que pasa desapercibida pero que es sumamente influyente en la nación Americana, y nos hacen bailar, nos hacen reír y nos educan a la vez. Es por eso que tienen mucho sentido las emociones que genera la obra y la identificación personal de lo contado por parte del público al cual además entretiene.
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