Hablemos de la presión social y los efectos negativos de la misma. La presión social es eso que ejercen las personas a tu alrededor con el fin de incitarte a realizar algo con lo que tal vez no te sientas cómoda. Es una situación bastante común, pero no por ello menos peligrosa. Tan solo imagina todo lo que pudiste haber evitado si no te hubieran empujado a hacerlo.
¿Soy débil por acceder a ello?
Por lo general, este tipo de situaciones suceden en una edad en la que aún adolecemos de madurez e incluso no nos percatamos del tema. No todos son tan susceptibles claro está, pero eso no significa que no sea igual de molesto para quien no se deja “llevar por el momento”.
La modificación del ser
Cuando entramos en la adolescencia y queremos encajar en un grupo, tendemos a “modificar” nuestro ser para ser socialmente aceptados. Esto crea una segunda personalidad, la personalidad social que muchas veces puede resultar falsa. Nuestro cerebro, poco a poco registra las cosas que hacemos que discrepan dentro de esa “junta de amigos” para luego enterrarla en lo más profundo de nuestro ser, destinada a ser únicamente cuando estamos solos o dentro de otro grupo que nos acepte las manías.
¿La madurez existe?
Entonces, ¿nuestro yo social es realmente un yo falso que creamos para agradar? Y el tema de madurar ¿realmente es ocultar nuestro verdadero ser para cumplir con normas morales y culturales?
Es cierto que aprendemos de nuestros errores para no volver a cometerlos, pero muchas veces esos “errores”, es nuestro ser primitivo actuando como le parece correcto. ¿Una persona sabia es entonces alguien que actúa como a la sociedad le parece correcto? ¿Nuestro valor como persona se define por las veces que salimos a la semana, o lo mucho que sabemos bailar?
El dilema Bridgerton
Pensemos en esa época antigua, ambientada, por ejemplo en la regencia inglesa de los Bridgerton. Las personas con más valor son las que saben comportarse dentro de las normas de la aristocracia y las mujeres como el personaje de Eloise, que deciden hacerle caso a su Yo más primitivo, son mujeres que no saben comportarse y por lo tanto inelegibles para el matrimonio. El matrimonio era el fin último en la vida de una mujer en dicha época y casi todas compartían dicho “sueño”.
Hoy en día, existen tantas personas que deciden no casarse y formar una familia, porque es más socialmente aceptable que antes, pues ahora, ya no están sujetas a dicha presión social.
¿Cómo evitarlo?
Lo primero que debes hacer es mantener tu mente abierta. Identificar estas situaciones y no caer en ellas, porque créeme, te ahorrarás muchos problemas. Lo segundo es vivir de una manera en la que no traiciones a tu ser primitivo, pero que actúes así mismo, sin dañar a otros, ya que tus derechos terminan donde comienzan el de los demás.
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