Decimos dicharachosamente que “los bebés traen torta bajo el brazo”. Este dicho sirve, quizás, para esperanzar económicamente a sus progenitores, ya que si bien tampoco son un producto de lujo, –no existiríamos 90% de la población si realmente fuésemos tan caros–, hay que hacer gala de dotes financieros y laborales extra para sacarlos adelante.

Por Tania Laradi

Una de las preocupaciones principales, quizá el top, a la hora de traer una criatura al mundo es “cómo y con qué voy a mantenerlo”; léase alimentarlo, taparlo y comprar esa sierra madre montañosa de pañales que ocupan, además de las constantes visitas al pediatra y ginecólogo de los primeros meses. Ya ni seguir la cadenita que viene después: la escuelita, los útiles, las vacaciones de playa, las fiestas infantiles, los shows, los Santos Reyes, sus paseítos y una infinidad interminable.

La mamá de una amiga dice que los primeros $200 y cacho pesos de la prueba de embarazo son el primer eslabón de una cadena perpetua e infinita de gastos (en caso de dar positivo, claro está).

Cuando llega la hora de la verdad, los seres vivientes estamos diseñados para sacar la casta, para perpetuar, para sobrevivir y parte del instinto protector o quizá “materno” hace que las mamás nos pongamos las pilas de un modo impresionante. Un hijo es la motivación que pone a funcionar nuestras mejores ideas y a convertirlas en acciones (¡por fin!).

Socialmente surge una contradicción, mientras tu organismo implora la fusión con tu bebé, lo económico y lo laboral también demandan tu atención. Yo soy partidaria de la filosofía que dicta en la vida sumar, no restar. A veces, hay que ser creativos para lograr tener, si no lo mejor, pero sí lo más posible de “ambos mundos”. En este caso, sería estar junto a tu bebé y seguir percibiendo ingresos.

Entiendo que para muchas mamás primerizas sea un infierno el tan solo pensar regresar a la demandante oficina con horario de 9 a 18 horas. Dejando a su recién crío encargado con la suegra o en la guardería, mientras lloran junto al resplandor de la fotocopiadora con los senos estallados en leche. –Y aquí hago un llamado a las empresas, del tamaño que sean: ¡pónganos sitio de lactancia y guardería! o bríndanos facilidades para estos fines, si no quieres perder de tus filas a empleadas valiosísimas–.

Si tu caso es el anterior y por nada te ves en una oficina de tiempo completo, tendrás que pensar en alternativas: si vivir mantenida, ganarte la lotería o heredar de tu tatarabuela; considera lo que hoy llaman las nuevas modalidades laborales: home office, el trabajo remoto, emprender tu propio negocio o las famosas (y muy eficaces) ventas por catálogo.

 Estas últimas tienen toda una historia importante, sobre todo en la vida económica de las mujeres. Desde tiempos remotos donde no era bien visto que trabajáramos, pioneras del mundo de la belleza y enseres de cocina se reunían con amigas explicando, probando, demostrando los productos y, además de pasar un agradable rato en sororidad, incrementaban su economía. En la actualidad, las ventas por catálogo (físicos u online) se están perfilando como una opción de negocio en expansión.

“Cifras de la Asociación Mexicana de Ventas Directas (Amvd), un rubro en el que se incluyen las ventas por catálogo, indican que, hasta la fecha, se han sumado a esta actividad 1.65 millones de personas en el país, cuyas ventas ascienden $45,000 millones”,  Entrepreneur.com

Te doy algunos buenos tips de los expertos para cualquier tipo de emprendimiento:

  • Anúnciate por todos lados; tus redes, mails, llama por teléfono, manda hacer tarjetas, flyers, métete a grupos en Facebook… “Haz ruido: que sepan de ti y lo tuyo”.
  • Identifica a tu competencia, pero no te desgastes en apalearla, sino en mejorar o diferenciar lo tuyo.
  • No mezcles amistad con negocios; aún trabajando con conocidos, separa profesionalmente lo relacionado a dinero y permisibilidad. También aplica para ti.
  • Acepta y pide ayuda de los que saben; es un acto de humildad muy inteligente y estratégico. ¡Cuántas veces nos lanzamos “a lo Borras”!
  • Sí con los tuyos, pero suma más; al iniciar contamos con familiares y amigos, pero no podemos remitirnos a ellos; ampliar clientela es el verdadero negocio.
  • Sé honorable en tu cultura laboral; date a conocer por ser puntual, cumplida, propositiva, resolutiva, tener palabra, pagar o entregar a tiempo, con la mayor calidad y forma, por ver a tus clientes como personas y mostrar una cara agradable. Y también, por esperar honorabilidad de vuelta.

 

No era mentira cuando en el evento de Kena, Madres Primerizas, nos decían las ponentes que no volveríamos a ser las mismas. La economía, la profesión, el trabajo y hasta la motivación emocional se ven modificadas con la llegada de un hijo. Utiliza a tu favor esa cosquilla de angustia, ese talento guardado, esa profesión hasta hoy frustrada, la red social con la que cuentas, la vendedora carismática que todas llevamos dentro, esta nueva necesidad que la vida te pone conviértela en oportunidad para crecer.

Esa es la verdadera torta bajo el brazo, creo yo, que acompaña un nacimiento. Junto con el hijo, nace una madre; con ella nace una nueva mujer y esa mujer puede dar vida a una emprendedora, si así lo desea. ¡Éxito!

 

 

 


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