¿Has escuchado que las historias familiares se repiten… que para ser diferente dentro de una familia estamos obligados a romper con ciertas lealtades familiares para prosperar?…

Honestamente yo tengo mis dudas… Las «lealtades familiares» se interpretan como ciertos patrones de conducta que repetimos inconscientemente de nuestros padres y que replicamos en nuestras vidas para parecernos a ellos y guardar con eso, cierto honor a su existencia.

Hay muchas teorías sobre si esas «lealtades» nos obligan a actuar de ciertas formas para ser parte de un clan familiar, para pertenecer y corresponder a esa formación, costumbres y circunstancias.

Yo creo firmemente en que las personas tenemos voluntad para elegir siempre en la vida, es decir; que mientras tengamos vida y libertad podemos escoger opciones en casi todo. Dicho eso, no veo necesario creer que repetimos patrones solo por ser parte de una familia. Creo que sí, hay una variedad de situaciones que nos llevan a elegir ser o parecer iguales a ciertas personas, a veces también; por voluntad tomamos decisiones y las justificamos con frases tipo «mi mamá hubiera elegido», «mi papá hubiera querido», pero al final es una elección personal. ¿A qué voy con esto?

Me parece que las personas necesitamos ponernos al frente de nuestra vida desde muchos lugares y evitar en la medida de lo posible situaciones que nos permitan delegar la toma de decisiones en uno u otro sentido.

Estamos muy acostumbrados a poner en manos de terceros nuestras emociones y a que nuestras reacciones sean una consecuencia de ello. Pocas veces con absoluta consciencia nos responsabilizamos por lo que hacemos, decimos u omitimos, porque aparentemente siempre hay una razón detrás para haberlo hecho o no.

Las personas tenemos temperamentos, ideas, sentimientos y experiencias distintas y propias que nos hacen únicos y distintos entre nosotros. Tenemos la capacidad de elegir cómo reaccionar y qué hacer con ello en nuestra vida, pero es mas cómodo pensar que no es así y que todo lo que sucede a nuestro alrededor es porque alguien más es responsable.

Lo que estoy proponiendo es cuidar más de nuestra salud emocional y mental. Y eso sucede si dejamos de buscar pretextos para no decidir por nosotros mismos en la mayoría (ojalá en todas) las situaciones.

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Annie Spratt

La familia siempre será nuestro origen o nuestra fuente, eso no quiere decir que somos un reflejo absoluto de ella, quiere decir que pertenecemos, que no estamos solos, que tenemos un antes y una historia, pero nuestra historia la escribimos nosotros y eso es muy importante transmitirlo a los hijos.

Yo que soy mamá, hoy tengo consciencia de que mis elecciones son por mí y no son responsables ni mis hijos ni la manera en que fui educada. Mis decisiones hoy responden a una serie de situaciones en las que trato de verme con total honestidad y de tomar la que considero la mejor decisión en el momento. Eso me ha llevado a que si sale bien, el orgullo y la satisfacción son altos. Pero, si sale mal, lo que sucede es que realmente analizo los porqués sí y los porqué no de mis decisión y desde ese lugar reflexiono y cambio de ser necesario.

He tratado con el alma de hacer consciente esta parte de ponerme realmente al frente de «mi vida». Amo a mi esposo con el alma, a mis hijos con la vida y a mis padres y hermanos con todo mi ser; eso NO quiere decir que debo elegir como si yo fuera cualquiera de ellos. Tampoco tengo que actuar como ellos lo harían, incluso si lo hago, trato de verdad de caer en la cuenta de lo hice voluntariamente. La diferencia entre que simplemente suceda y hacer consciencia de mis decisiones es hacerme responsable de lo que sigue y si lo hiciéramos mas seguido creo que tendríamos mejores oportunidades de ser asertivos.

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Alguna vez todos hemos sentido que alguien nos debe algo, nos sentimos aludidos, atacados, traicionados o hay algo que otro alguien hace que no cabe en nuestro sentido de justicia y esa falta de correspondencia lo hace ver como algo «injusto». Si partimos de que al mundo lo vemos como somos y no como es, podemos entender que a casi todo en la vida le ponemos un filtro personal y que esas «lealtades» las aplicamos como justificantes no solo familiares, pero en la amistad y hasta en los negocios.

No estoy afirmando que yo hago las cosas bien, estoy tratando de compartir que en el camino de crecer y evolucionar me he dado cuenta de que debo de asumir más y de culpar menos. Que está bien equivocarme y hacerme responsable de mis errores y que siempre será mejor que culpar a alguien. Que he aprendido a reconocer que mi verdad es solo eso y que no significa que sea la verdad y que al dejar de delegar mi felicidad, bienestar, estabilidad, certeza y hasta amor en terceros he aprendido a crear cada uno de esos estados emocionales en mí y desde mí.

Las lealtades familiares sí pueden ser obstáculos o pesos emocionales que carguemos y que no nos dejen volar tan rápido o alto como nos gustaría, pero si los traemos a cuestas es porque queremos, porque elegimos hacerlo, nadie nos ha impuesto nada, podemos amar y no coincidir, podemos decir no y seguir siendo buenas personas, podemos no parecernos en nada pero venir del mismo lugar. Yo he cambiado muchos patrones personales y me encantaría que mis hijos también lo hagan si ello les da la confianza para ser y sentirse felices con ellos mismos.

¿Y tú qué lealtades familiares aun cargas?

Karla Lara


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