La primera vez que trabajé fuera de una gran empresa sentí mucho miedo de dar pasos por mí misma. Si bien mi trabajo de reportera me mantenía fuera de las redacciones, el hecho de tener que cuidarme de hasta tomar una coca cola dentro del coche rotulado de la radio donde trabajaba, so pena de ser acusada por alguien que iba pasando y considerara inadecuada mi actuación, me obligó a replantearme si realmente quería vivir observada todo el tiempo. Decidí que no.

Emprendí mi trabajo como periodista freelance en la revista Milenio Semanal por recomendación de un novio que tenía (sí, las relaciones hay que aprovecharlas), y tras un par de buenos reportajes que me abrieron puertas, presenté un artículo a la revista Día Siete, por mí misma, solita y sin conocer a nadie, vía mail. Al editor le sonaba mi nombre, leyó mi mail, y mejor aún, mi reportaje; con ello comenzó una relación como colaboradora que duró por 10 años, hasta que la revista cerró. Desde entonces he construido una carrera sólida como pluma que hoy me permite publicar libros, filmar guiones de cine y escribir sobre lo que yo quiera en importantes medios de país.

Pero, más allá del prestigio obtenido, ¿sabes qué fue lo mejor que me dejó la decisión de freelancear en aquel momento? Algo valiosísimo de mí misma: que soy capaz.

Saber cuáles son tus fortalezas profesionales y laborales es fundamental para emprender. La mayoría de las veces nos apanicamos cuando creemos que nadie nunca en la vida va a comprar mis macetas pimpeadas, o que nadie nunca en la vida va a querer filmar mi guión, o que nadie nunca en la vida va a recibirme si no soy amiga o hija de alguien. Sí, es verdad que las relaciones públicas son muy buenos apoyos para conseguir muchas cosas, pero si no sabes hacer nada, entonces tampoco sirve un buen contacto, y si no crees en ti, menos.

¿Qué sabes hacer? Cuando pregunto esto no me refiero a qué estudiaste, sino a qué ocupa tu tiempo, tu creatividad y tus deseos. No basta con decir “me apasiona la moda”. ¿Puedes hablar, escribir y proponer algo específico sobre ello? Me refiero a algo tan básico como ser personal shopper, stylist a domicilio o, si tienes capital, diseñadora. ¿Le dedicarás tiempo y energía?

El orden, la disciplina y los horarios son IMPORTANTÍSIMOS para ser emprendedora desde casa, freelance o cualquier tipo de home office. Debes iniciar tu día rutinariamente, siempre a la misma hora, apurar- te en el desayuno, tu arreglo personal y las tareas domésticas tempraneras (como llevar a tus hijos al colegio, si los tienes); debes organizar tus horarios con base en tus necesidades personales para que éstas no obstruyan tu tiempo laboral.

Después, hay que establecer un espacio propio para el trabajo. Si tienes la suerte de acondicionar un salón o recámara para ti, hazlo; si no, haz de tu cocina, tu mesa del comedor o tu habitación el santuario de tu trabajo; durante las horas que pases aquí debes saber que es tu oficina, no se vale prender la tele, echar- se en la cama o ponerte a ver Facebook por- que nadie te vigila. Si NO eres respetuosa de tu disciplina es porque realmente NO te interesa tu proyecto (o en el fondo de tu alma, eres bien floja y solo quieres pasarla tropical). Trabajar en casa o en calle solita y tu alma y creer en tu capacidad implica esforzarte mucho más que en una oficina donde haces hora pompa, te pagan lo mismo hagas lo que hagas y tienes apoyo en equipo. Cuando estás sola, pero verdaderamente sola, te das cuenta de lo animosa, trabajadora, fuerte y poderosa que eres. Primero, porque no hay quince- na, ni aguinaldo ni fondo de ahorro; segundo, porque dependes de ti misma, y tercero, porque efectivamente la libertad de elegir (recostarte si te enfermas, salir a hacer una diligencia bancaria urgen- te, tomar un viaje cuando tu marido/novio/ familia pueda) es muy gratificante; pero ojo, la libertad es un activo tan valioso como peligroso… Si lo das por sentado, si no lo usas con sabiduría, puede ser tu peor enemigo y convertirse en ocio vil con el que perderás el todavía más valioso tiempo.


¿Cuál es el secreto para emprender con sabiduría? Ninguno, lo tienes que intentar y comprometerte contigo misma, y sobre todo, insisto, creer en ti. Yo creo que soy la mejor narradora del mundo y que nadie tiene mi gracia y mi talento para contar historias. ¡Ni Woody Allen! ¡Ni Oscar Wilde! Por supuesto que no es cierto, pero si me lo creo, quizás alcance a ser una escritora lo suficientemente entretenida como para hacerte leer esta columna hasta el final.

Créeme, nadie va a venir a validarte ni a echarte porras; nadie cree en ti más que tú (y tu mamá, obvio), y nadie va a hacer realidad tus sueños y mucho menos a regalarte dinero. Esfuérzate y lucha por emprender sin miedo al qué dirán, ni a regarla ni a quedarte sin lana de vez en cuando; quítate la pena de ofrecer tus servicios y busca clientela. Véndete sin miedo como la profesional que eres, empezando por ti misma (bueno no digas lo de Oscar Wilde…).

¿Ya te miraste al espejo para decirte que eres tan poderosa como Michelle Obama, Bobbi Brown o Tina Fey?

Solo empieza.


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: