Carta editorial

Por Cristina Rey

Por aquello de la perfección

Un sonido sordo a la vez, lentamente comienza y crece el ritmo, como un tambor acelerando, cada paso es certero y entonces alcanza la máxima velocidad y prende el vuelo: uno, dos, tres giros en el aire y desciende sin tambalear… Y luego dicen que está “bien gorda”.

Ustedes han de saber que para cuando escribo esta carta faltan aún algunas semanas para que esta revista esté en sus manos, así que no se sorprendan de que mi comentario “no esté de moda” cuando me estén leyendo. Hoy, mientras escribo, los Juegos Olímpicos están en su apogeo, y faltan todavía muchas medallas que repartir.

Justo el día de hoy “ando indignada” con el asunto, aunque estoy segura de que nuestras lectoras de Kena fueron fieles defensoras ante las críticas durante las Olimpiadas de Rio a nuestra gimnasta, Alexa Moreno. Tengo la corazonada de que tenemos una comunidad de mujeres que aprecian el talento y el éxito que viene con la dedicación, porque es justo a esas mujeres de valor para quienes dedicamos cada página. Y es también por ustedes que toco el tema.

Cada una, desde su trinchera, es la mejor en su trabajo, la mejor amiga, la mejor madre, la mejor hija y la mejor novia o esposa que puede ser, y el que las expectativas de los demás sean más altas no debe disminuir nuestro empeño, ensombrecer nuestros logros, mucho menos transformar la visión de nosotras mismas. Hay que seguir, fieles a lo que deseamos, a lo que perseguimos y a quienes somos. No seremos atletas, pero cada quien, a su modo, se prepara para alcanzar la meta. No tendremos medallas, y tampoco Alexa, pero sabemos lo que queremos, y caemos de pie, sin tambalear… Y con eso ya ganamos.


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