
‘VOLEZ, VOGUEZ, VOYAGUEZ’… «Vuela, Navega, Viaja» es la nueva exhibición de Louis Vuitton que se presenta en la ciudad de New York. Esta se basa en una retrospectiva sobre viajar mostrando la historia y la evolución de la marca, de cómo una casa de accesorios se convierte en el colosal conglomerado de la moda que es en la actualidad.
Curada por Olivier Sailland, la exhibición cuenta la historia de los 160 años de esta casa de moda, mostrando cómo un «baúl de madera» fue el preludio, la pieza innovadora e imprescindible que acompañó a toda una élite neo-renacentista a explorar el mundo y definir las nuevas formas de viajar en él.
A principio del siglo XX, el mundo estaba descubriendo formas de trasladarse y el equipaje siempre fue parte de esta actividad. La casa Louis Vuitton no solo innovó en un accesorio de moda, fue parte de esta evolución que hizo de éste, más que una curiosidad y una necesidad, un icono de las formas de transporte más cotidianas que usamos hoy en día.
En la antigüedad, el equipaje viajaba en vagones, luego en el mar, trenes, carros y, por último, en aviones. A la par que esta tecnología se fue dando, también la necesidad de guardar tus pertenencias se amoldó y fue ahí cuando la firma magnifica la importancia del accesorio, de la moda y justifica el producto, convirtiéndolo en algo más que un objeto banal, que es parte de la historia.
La exhibición tiene una fluidez crono-ergonómica fabulosa, empieza en el cuarto de los maderos con baúles originales hechos en 1886. En este ambiente observas cómo el diseño del baúl basto se acomodó a un minicloset en el que las élites con comodidad podían guardar sus pertenencias al viajar. Paralelamente, viene la historia del monograma y muestra cómo Vuitton inventó una especie de logo que identificaría a su marca, pero no fue hasta 1896 que el famoso LV se diera a conocer. Este fue hecho en memoria del padre del mismo Louis Vuitton, que falleció en 1893. Luego, la exhibición te lleva a diferentes ambientes, entre ellos pasillos que muestran pequeños baúles usados para transportar vajillas para picnics o mudanzas. También existe una parte que le rinde culto a la coquetería de la mujer en guardar sus prendas y empacar antes de un viaje, pero los ambientes más interesantes son el cuarto de automóviles, el cuarto de la vela marítima -impresionante el layout escenográfico, un mástil en el medio de la exhibición- y el cuarto de aeroplanos. En el automovilístico se pueden observar baúles con el monograma azul oscuro de diferentes tamaños, diseñados para cubrir las diferentes necesidades. De hecho, este cuarto mezcla la historia del tren con la historia del automóvil, yo lo pensé como el cuarto de las ruedas. Acá como materiales de trabajo tipo una máquina de escribir -de Hemingway-, materiales literarios -pertenecientes a Scott A. Fitzgerald- o materiales artísticos que se transportaban de ciudad en ciudad para complacer la necesidad de sus dueños. De hecho, Henry Matisse solo transportaba sus instrumentos para pintar por medio de baúles Louis Vuitton.
Mi favorito fue el cuarto marítimo, en él cuentan la historia de cómo André Citroeé, ‘De Croisière Noire’, le pide a Louis Vuitton piezas de empaque ligeras para realizar una expedición por Argelia, Mali y El Congo, entre mar y tierra, obligando a la marca a buscar formas tecnológicamente viables y cómodas para complacer a su cliente.
Luego, en el ambiente del aeroplano se da a entender la creación de la “minimaleta”, una cartera para satisfacer con lujo las necesidades de los pilotos de aviones ultralivianos que, en ese momento, necesitaban poco peso y mucha velocidad para lograr sus cometidos.
En la exhibición también se ven todas las colaboraciones que la marca ha tenido con artistas en su actualidad y hay un ambiente moderno que muestra los diferentes vestidos que celebridades han usado de esta marca de moda. Literal ésta presenta, en una retrospectiva histórica, un merecido homenaje a la marca y sus logros. Si eres fans de la misma acá podrás ver absolutamente todo lo que esta marca ha hecho, desde la colaboración con Yayoi Kusama al pintoresco monograma creado por Takashi Murakami.
¡La colección espera traer entre 400 a 500 mil visitantes! Está localizada en el distrito financiero de Manhattan, en el antiguo edificio de la Bolsa de New York. Paralelo en la vecindad, cerca de las fiestas de Navidad, Louis Vuiton abrirá un Pop-Up, donde, de paso, podrás personalizar con tu nombre las piezas que compres. Al final todo es negocio y esto rinde culto al fundador de la marca, quien fijó en ella un imperio y lo logró.
Pero eso sí, es un negocio con un savoir faire de mercadeo interesante que nos nutre culturalmente y nos deleita al contarnos parte de una historia, casi oculta, en la importancia del accesorio al viajar, que hoy en día todos disfrutamos.
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