Después de tres días realmente muy ajetreados, y con infinidad de notas  y percepciones, finalmente me siento a redactar lo ocurrido este pasado Fashion Week Haute Couture 2018.

Todo comienza desde el inicio del viaje, justo en el avión, discutiendo entre colegas y nuevos amigos sobre qué esperábamos ver, cuál sería la tendencia.

Sin titubear, el “poderío de la mujer” era el primer pensamiento que se me venía a la mente. El mundo está atravesando su clímax al hablar de la igualdad de género y sobre el respeto a la mujer. Un movimiento que inicia en 2016 y que ahora pareciera agarrar más fuerza que nunca, algo que, sin duda, se percibió con enorme énfasis en las pasarelas parisinas. 

Días después de la segunda marcha mundial por el poderío de la mujer (Women’s March), alfombras rojas y premios hollywoodenses estaban enfocados en este tema y hasta hubo polémicas declaraciones de parte de Catherine Denueve y Catherine Millet,  quienes, en una carta abierta en Le Monde, sugieren que el movimiento #MeToo se está saliendo de las manos.

Vamos a las pasarelas…

María Grazia Chiuri presenta una de las colecciones de alta costura más crudas, fuertes y sexy que la Casa Dior ha tenido. Si bien el poderío de la mujer es palpable, Chiuri además se aseguró de que la mujer luciera sexy, poderosa y hasta cruda en su sensualidad, apoderándose de su persona y de lo que quiere mostrar. Este sentimiento, a su vez, lo amalgama con una sugestión surrealista inspirada en la obra de Leonor Fini (una artista vanguardista, de quien Monsier Dior expuso en su breve carrera como galerista de arte) haciendo que esta colección resulte en la más fuerte, completa y ejecutada a la perfección.

Como mencioné, se mantuvo esta tendencia del poderío de la mujer y se exacerbó. Sin embargo, también se vislumbra una tendencia nueva (en mi opinión va a venir creciendo) que es lo surreal en nuestra realidad. Entre tonos negros, blancos y beige, máscaras y estampados lineales con movimientos, el “surrealismo” de Chiuri nos sugiere que mostremos lo que queremos dejar ver y cómo pretendemos que se vea (a lo Instagram). La apariencia la curamos nosotros mismos y la presentamos como queremos ser percibidos… este sentimiento lo acompaño con una cita célebre de Fini que leía: “Nada es más falso que la naturalidad”. Genial ¿no? Y nos deja mucho que pensar.

También el primer día vimos a Proenza Schouler debutando en París, también con una colección fuerte de personalidad llena de estampados y cueros, emplazando a la mujer como una persona infalible, guapa y ferozmente sensual, sin perder su elegancia.

El día culminó con un toque de antítesis a la realidad y la conversión del poderío de la mujer a las diosas místicas poderosas de las historias y el ensueño: entre organzas, capaz de “macromé” (muchos tulles formando una pomposidad del textil) y degradación de palmeras de colores dulces en bordados.  Giambattista Valli fue de verdad una fantasía glamorosa que, entre impactante y lleno de dulzura, cautivó a su público.

El cierre de su desfile fue una composición de tulles de más de 350 metros de tela en un solo vestido. De verdad nos dejó boquiabiertos a todos. Increíble.

 


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