Londres es una de mis ciudades favoritas en el mundo. Tiene un estilo propio, un ritmo perfecto; combina cultura, arte y moda en una sintonía groove y, a su vez, posee cierta señoría y distinción a nivel mundial. En términos de moda, es la ciudad donde hay una conexión casi directa entre el sentimiento urbano y el gusto. Es en Londres donde logras de verdad sentir cómo la tendencia de la calle es lo que viene de abajo para arriba y la dictamina. El diseño está muy conectado a su entorno y, es por ello, que es en Londres donde mejor se observan  las repercusiones en términos de siluetas provenientes del perfil del #MeToo y del poderío a la mujer.

La despedida de Christopher Bailey

Antes de entrar en detalles, cabe señalar que fue en el inicio de la semana de la moda londinense cuando Christopher Bailey dice adiós a Burberry, después de 17 años como director creativo.  En su colección de salida vimos una épica recolección de Bailey como diseñador y como persona. Se trataba de una retrospectiva de los años 80 y sus años de adolescente; además, disfrutamos de una culminación inspirada en el arcoiris y el branding de la marca honrando los derechos Lgbt y aludiendo así a sus libertades y su futuro. Si se puede describir esta colección, es una autobiografía de su carrera, muy londinense, muy Bailey. Fue el pasado, el presente y el futuro; interesante de sobremanera el futuro: muy libre y colorido.

Interesante y, algo que se repite durante la semana de la moda de Londres, es que fue más conservador, incluso para esos atuendos sexy, donde vimos muchos tules transparentes, enmarcando un vestido dentro de otro.

Presenciamos una colección muy conservadora y debo reconocer que me da cierto temor de que se esté privando la feminidad de  la liberación sexual femenina con cierta fortaleza, producto de las  campañas como #MeToo y del apoyo al poderío de la mujer. 

El diseñador Erdem Moralioglu se inspiró en la historia de la americana Adele Astaire: una bailarina y cantante. Luego de una carrera exitosa y cierta independencia para la época, finalmente Adele se retira de los escenarios y se casa con Lord Charles Cavendish, segundo hijo del noveno Duque de Devonshire. Erdem estudió los archivos de la bailarina y recreó una historia basada en ellos y en su moda. Entre tules y tweeds, hizo una colección muy fuerte que representa la historia de esta mujer. De nuevo, vimos transparencias de tules sobre vestidos, a veces acompañadas de medias también transparentes del mismo estampado de lunar que el tule. Metálicos y estampados brocados brillantes. Muy conservadora, pero hermosa, se sumergió en el pasado y en la historia de esta showgirl logrando una colección maravillosa.

Roksanda

Roksanda fue la viva demostración de que la moda está basada en sentirse protegidas. En un mundo donde, según, estamos luchando por el poderío de la mujer, la traducción del mensaje es distópico y retrofuturista, que sea por miedos o simplemente por interpretaciones, estamos volviendo a la discreción. Soy fiel creyente de la elegancia, pero también en la libertad sexual de la mujer, en las siluetas ajustadas, diseñadas para resaltar la silueta femenina. Por lo que me parece abrumador ver tantos looks conservadores. Pero bueno, la colección como siempre fue linda, delicada y sutil en su paleta de colores. Entre azulejos y amarillos canarios, la discreción y la protección se tornaron  sublimes. De mis favoritos, un traje de pantalones rojo con vinotinto y rosa y camisa con péplum gigante. También, de nuevo, vimos tules encubriendo atuendos.

Durolowu y Matty Boban son exalumnos de Central Saint Martin que, por primera vez, presentaron solos. Olowu fue el maestro de mezclar patrones y colores. Hizo del otoño por venir  algo vibrante, joven y cautivante al ojo. Matty Boban hizo de tweeds trajes de smoking y exhibió una grandeza “Wonka” en su presentación. Entre la fantasía y el realismo, esta colección fue un tanto surrealista, pero elegante.

Mary Katrantzou

Mary Katrantzou, quien generalmente es bastante exagerada, se vio un tanto relajada en esta colección. Hizo mucho branding de su marca, de sus mensajes y, acorde a la tendencia, se mantuvo en las siluetas conservadoras. De lo más interesantes fueron los vestidos un tanto puffy y futuristas que parecían impresiones 3D de un cuadro de Renoir, Monet o Manet. Entre puntillos y degradé de colores, cada vestido era un minipaisaje impresionista. Sumamente elegante. Sumamente hermoso.

 


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