La Duquesa de Sussex no lució un vestido de princesa, prefirió un vestido hecho para una mujer con una agenda enfocada en sus libertades, poderes y autonomía femenina.
Una boda real entre el Príncipe tremendo y una actriz americana bi-racial, divorciada y mayor que él se torna en motivo de atención y en un impulso económico en la industria de la moda británica.