Mis textos podrían parecer un tanto recurrentes, pues así como en Milano, siento un sincero orgullo italiano por su indiscutible éxito. En París, me invade una tormenta de emociones que generan destellos de ideas y sentimientos que se transforman en proyectos, ilusiones y planes.
Resulta consecuente decir que es en París donde inevitablemente ideamos, pensamos y por ende, creamos. En París vivimos, porque esta ciudad inspira y es la que nos da ese «algo» que nos llena de felicidad al vivirla. París inyecta ese «plus» con el que puedes ser osado, intelectual, sensual y sexual, pero inocente al mismo tiempo. Es un ‘kir royale’ en el Hemingway o un ‘sancerre’ en Castiglione, que te da un impulso a vivir, disfrutar y absorber todo lo que una ciudad como esta puede dar.
Y bueno obvio, en la moda es igual de intensa y única. Hablemos del arte y la moda.
París tiene una connotación muy artística en su trabajo. Hay pasarelas como la de Rei Kawakubo para Commes Des Garçon, que pueden generar duda de lo que estamos viendo. ¿Es eso un vestido? ¿es eso una escultura?, al final las pasarelas de Kawakubo no son más, a mi criterio, que una expresión muy artística de su colección. Este año esto se acentúo más, pues la diseñadora gozará no de una sino de dos exhibiciones. Una será en el afamado Costume Institute del Metropolitan de NYC y la otra en Francia, una exhibición propia llamada el «The Art of the In-Between».
Menos conceptual y simplemente más adaptable fue Balenciaga, quien presentó el fin de semana una colección sublime. De todas las presentaciones de Demna Gvasalia, esta ha sido mi favorita. El trabajo del «oversize» ochentoso se siguió viendo pero hubo una elegancia que marcó la diferencia. Entre mis favoritos estuvo el vestido de blanco noche, hecho en apliques de plumas blancas con decorativos negros y que parecía flotaba en la pasarela. Este vino acompañado de un clutch más grande que el vestido, creando una dimensión opulenta, casi grotesca, pero a su vez fascinante. Luego vimos un vestido de tallo al cuerpo en terciopelos con un corte imperial que culminaba en un lazo bajo el busto y de ahí caía un drapeado de falsa.
Céline también presentó una colección un poco más arriesgada en el uso del color, aunque esta marca se caracteriza por su simplicidad. El pantone verde grama se hizo sentir entre abrigos tipo «trench» con cortes muy simétricos y con énfasis «punzante» en los hombros. Mi favorito fue un delantal que se intercalaba entre el abrigo, este daba una impresión de collar/delantal hecho en chapas de nácar.
Y bueno, aunque aún queda infinidad de shows por resumir. Vamos hacerlo por partes, hablaremos de Dior y María Grazia Chiuri.
La diseñadora presentó una colección muy fuerte de carácter. Regresando y adaptando los archivos de Dior, esta se inspiró en el color «azul». Entre tonos sombríos cueros y mucho denim presentó una colección que mezcla la tendencia que es representar el poderío de la mujer y fue mucho más simbólico esta vez con referencia a una actitud ruda. También se vio el maximalismo en el detalle del accesorio sin perder ese ‘chic-parisino’. Boinas de cuero negra le dieron a las modelos un look fuerte pero elegante.
Los cortes simétricos que favorecen a la silueta de la mujer y que son la viva adaptación del ‘new look’ de Dior predominaron. Las transparencias en tulles bordados y pintados se vieron aún aludiendo a ese misticismo astral, aunque aún románticos, mucho más fuertes de personalidad. Esto es un éxito para Chiuri quién mantiene una continuidad en su narrativa pero también innova, logra comercializar una idea y está a la par de las tendencias. Si veníamos de un Dior fantasioso de hadas y unicornios, pues piensen que la idea se mantiene. Solo que el hada se mudó a París, usa más cueros y tiene una actitud un poco más «ruda», sin perder su elegancia ni su sensualidad chic al vestir.
Aún queda París…¡Nos seguimos leyendo!
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