Audrey Hepburn fue una actriz, pero también una bailarina, una madre, una modelo –de pasarelas y modelo a seguir- y activista-embajadora de la UNICEF. Esta mujer, quien fue de las actrices más famosas de su época, tuvo un comienzo duro y una vida más bien sencilla que ostentosa.
Y… ¿de dónde era?
Hepburn nació el 4 de mayo de 1929 en Bélgica. Al igual que Anna Frank tenía 10 años cuando comenzó la segunda guerra mundial y 15 cuando todo terminó. Ella misma contó en alguna ocasión que leer el diario de Anna Frank, libro que leyó en neerlandés –Audrey dominaba el inglés, neerlandés, francés, español, alemán e italiano- le afectó muchísimo porque era como leer su propia historia.
Al principio de todo, Audrey dedicó los inicios de su vida al ballet. Fue una bailarina muy dedicada, pero gracias a su estatura y peso (la hambruna de la guerra hizo estragos en su cuerpo y alimentación, además en vida sufrió anemia y anorexia nerviosa) su mentora Marie Rambert le recomendó dedicarse a otra cosa, he aquí cuando decidió la actuación.
Del ballet a Hollywood
Como todas, Audrey Hepburn comenzó en Hollywood a pasos pequeños. Su primera aparición fue en Holandés en siete lecciones que era más un filme educativo, luego actuó en musicales y su primer papel en una película fue de recepcionista en el hotel de One Wild Oat. El musical Broadway Gigi fue el filme que impulsó su carrera e incluso le valió para ganar el Theatre World Award. Su primer papel importante en una película fue Secret People donde pudo unir sus dos amores, el ballet y la actuación en un mismo lugar.
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Tuvo otras actuaciones importantes como Vacaciones en Roma, pero ninguna tan icónica, tan recordada como Desayuno en Tiffany’s. Esta película no sólo le valió una nominación al Óscar sino que la inmortalizó como ícono de la moda y cinematográfico en la cultura de Estados Unidos.
No solo una cara bonita
Audrey Hepburn es la tercera leyenda femenina del cine estadounidense de acuerdo al American Film Institute y entra en la selecta categoría de personas que han ganado un Globo de Oro, un BAFTA y un Óscar por la misma actuación. Audrey también es de las pocas que ha ganado un Tony, un Óscar, un Grammy y un Emmy.
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Activista y una vida sencilla
Gracias a su filme más recordado Desayuno en Tiffany’s, Audrey Hepburn es considerada como ícono de una vida lujosa y como una mujer muy extrovertida y moderna, pero nada más lejos de la realidad. Nunca le interesó vivir por todo lo alto –siempre vivió en casas y no en mansiones como sus colegas- tampoco le importaba lucir joyas carísimas sino todo lo contrario. Audrey se dedicó hasta los finales de su vida, a cuidar y ayudar a los más necesitados con su contribución a UNICEF.
Era amante de las cosas sencillas y pequeñas de la vida, pensaba en lo que podía contribuir y no en lo que podía recibir. Una mujer que, a su manera, sí vivió por todo lo alto.
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