
La mujer comienza a vivir una vida sensual desde que despierta su cuerpo, esto, como lo mencioné en el artículo anterior se da en la pubertad, y/o en la adolescencia, con la final de poner un poco de atención a estas experiencias para comprender la situación por la que pasamos todas, y por la que estarán pasando hijas, sobrinas, hijas de mis amigas, todas aquellas chicas que ahora tienen entre más o menos 10 y 18 años…
Cambios femeninos
Debemos recordar que en esta edad el cuerpo cambia, porque comienza a generar hormonas que hace que diferentes partes se comiencen a desarrollar. Sale vello púbico, las caderas se ensanchan, la cintura se acentúa, el pecho comienza a notarse, la cara cambia se desestabiliza, se pone grasosa la piel, el pelo es rebelde… Además, los ovarios comienzan a prepararse para despertar a ofrecer oportunidades mensuales de poder gestar vida.
Toda esta experiencia intensa, este terremoto que vive el cuerpo físico de una mujer en ciernes, tiene una repercusión emocional y una gran dificultad de autocomprensión.
Necesitamos entender que esta mujer que está pasando por todo esto -muchas veces a muy temprana edad, y todo al mismo tiempo-, viene de una infancia contenida, en donde, no importa la condición de la familia, ella era parte de una dinámica en la que alguien se hacía cargo de ella. De repente, quiere salir más con sus amigas, siente emociones que no puede explicar, siente cosas en el cuerpo, al mismo tiempo en el que ve que éste cambia de forma, y eso seguro que asusta a cualquiera, además de que sigue creciendo (estatura).
Estos procesos que atravesamos, si lo recordamos, ¡no fueron nada fácil! Hay algunas niñas que sentirán un deseo importante de ser grandes y ser “libres” y esperar que estos cambios lleguen. Otras no querrán crecer, desearán permanecer “niñas toda la vida” para que alguien las cuide.
Este deseo da una perspectiva importante a la experiencia del cambio de niña a mujer. Si quiere crecer va a ver la transición con un poco más de interés y curiosidad por querer llegar ya al otro lado del proceso, pero si no quiere crecer, se va a resistir y va a rechazar los cambios que están sucediendo en su cuerpo.

Imagen de: @tinaflour
Sea una u otra, la experiencia es difícil y asusta. Porque a demás debemos recordar que junto con todo esto estamos viviendo un sinfín de inseguridades emocionales porque nos vemos en el espejo y no nos reconocemos, aunado a que las personas que las rodean tampoco ayudan mucho porque las tratan como si nada estuviera pasando, o ¡desearían que nada estuviera pasando! Porque definitivamente creo que a los adultos nos aterra la transición adolescente de nuestros hijos, seguramente porque recordamos inconscientemente las que pasamos cuando tuvimos esa edad.
Si nosotros adultos pudiéramos ser un poco más conscientes de lo que es la adolescencia y aprender a ser más sensibles con ellos en el paso de esta edad podría ser más llevadera.
Pero… volviendo al tema: la mujer despierta su sensualidad en la adolescencia junto con todos estos cambios físicos y emocionales. Y aquí resaltamos una premisa muy influyente: la expectativa que se tiene socialmente hablando de la mujer.
¿Qué se espera de una mujer en los ámbitos de sexualidad?
Que sea bien portada, que no ejerza su sexualidad, ¡que ni si quiera la identifique! Para que no haga cosas que le vayan a “destruir” la vida, su futuro, de poder conseguir un marido y poder casarse decentemente con un buen muchacho (muchacho que tendremos la expectativa que ya haya explorado [con otras chicas, ¡claro!, no con mi hija…] , que tenga experiencia y sea un gran semental para que cuando se case con mi hija le dé todo lo que ella merece, la mantenga, la satisfaga, y la cuide como yo papá/mamá la cuidé).
Estas expectativas que tenemos de que no queremos que nuestras niñas se conviertan en libertinas (putas) ese miedo irracional del adulto, hace que partamos de una idea distorsionada cuando educamos a nuestras niñas. Queremos transmitirles el recato y la mogigatería como valores de respeto sin si quiera pensar en el ser humano que hay del otro lado, esta niña que está pasando por el proceso anteriormente descrito y que siente, y quiere explorar, o no porque le da miedo, pero siente y quiere entender lo que siente.
Definitivamente lo que viva en esta etapa es lo que va a determinar en buena instancia lo que va a explorar como su sexualidad. Con los prejuicios que le transmitamos los adultos. Ya la sociedad y la genética trae su carga de represión sexual hacia la mujer, depende de nosotros los padres, o guías de las jóvenes que les liberemos y les dotemos de responsabilidad para que vivan sus propias experiencias con libertad y sin prejuicios. Nuestra responsabilidad es darles herramientas para que exploren, se conozcan, se sientan bien sabiendo que tienen una sexualidad y que pueden ejercerla, que podrán hacer pininos y que irán experimentando poco a poco hasta reconocerse con su cuerpo y sus sensaciones y que esas experiencias las podrán explorar con ellas mismas y otro/a si así lo deciden. Ser una madre/padre consciente y respetuoso del ser humano que tenemos a nuestro cargo (y que no es de nuestra propiedad, ¡ojo!).
Entiendo que esta perspectiva no es fácil de asumir, porque no tenemos referencia de esta apertura, nadie nos orientó, por lo tanto, no tenemos un ejemplo para poder hacerlo, pero está en nuestras manos hacer algo diferente.
Sé que da miedo abrirse y hablar de frente y sin restricciones de sexo con los hijos. Sentimos que si les hablamos y les decimos cómo se cuiden les estamos “dando permiso de coger”, pero no, lo que hacemos es darles herramientas para que cuando las necesiten, las utilicen.
¿Qué les transmitimos?
Si estos temas me confunden mucho, esto quiere decir que YO tengo que hacerme cargo y resolver mis prejuicios sexuales, para liberarme YO de mis restricciones y no transmitírselas a mis hijos. Porque si yo no lo resuelvo en mí, no lo podré ver sin la distorsión y no lo podré transmitir sin esta carga.
Cuando nosotras educamos con conciencia y respeto, la libertad que vive la joven la hace responsable de su propio cuerpo. Cuando la restrinjo lo que hago es que busque la oportunidad para explorar, como algo de una única ocasión, y le echa la culpa al adulto que la restringe. Es cuando dice… “más vale pedir perdón que pedir permiso” porque la acción depende del permiso de los padres. Cuando yo le doy la libertad y la responsabilidad de su cuerpo y su vida, ella elige por su bien. No por mí como responsable de su libertad. Y por supuesto que se puede equivocar, para eso ahí estaré para acompañarla a lamerse las heridas y a recuperarse del tropezón, si no se equivocan, ¿¿cómo esperamos que aprendan??
La sexualidad es algo que nos acompañará toda la vida, es parte de nuestra condición de vida, incluso es de las energías que dominan al mundo, y es de la que menos se habla, y la asumimos como Dios nos da a entender.
Creo que es momento de cambiar esta situación si queremos realmente que cambie la sociedad y el empoderamiento real de la mujer, que la mujer asuma su sexualidad como una energía suya en libertad y dominio. Esto, es el comienzo de una nueva generación de mujeres empoderadas.
Serie: Despertar y permanecer despierta.
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