La normalización de la cultura de la dieta nos ha llevado a ser extremistas frente a nuestro peso. Es importante estar atento y detectar a tiempo si estamos propensos a padecer desordenes alimenticios, como consecuencia de lo que creemos es normal.

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Según la National Eating Disorders Association, los trastornos de conducta alimentaria son enfermedades mentales serias, pero tratables, que son experimentadas por hombres y mujeres. Las encuestas nacionales estiman que más de 20 millones de mujeres y 10 millones de hombres en Estados Unidos han tenido un trastorno de conducta alimentaria en algún punto en su vida.

Detectar cómo comienzan estos padecimientos y sus causas es más complejo de lo que parece. Pueden estar asociados con trastornos genéticos, conductuales, biológicos, psicológicos y hasta sociales; sin embargo, están estrechamente relacionados con la cultura de la dieta. Aunque los trastornos ligados a la alimentación más comunes son la anorexia, la bulimia y los atracones, los síntomas y consecuencias son muy variados. Ahora, todos tienen el mismo impacto: afectan la autoestima y la salud.

Es cierto que los trastornos de alimentación han existido siempre; sin embargo, ahora tenemos más información. Por tanto, podemos crear mucha más conciencia para detectarlos a tiempo. La cultura de la dieta ha incitado los trastornos de conducta alimentaria por ser un estilo de vida que condiciona las decisiones de las personas, dañando oportunidades de vida y relaciones sociales. La cultura de dieta no solo premia la delgadez, la restricción, sino también oprime cuerpos no normativos, sean por los motivos que sean. El objetivo de la cultura de la dieta es siempre estético, buscando la felicidad a partir de una apariencia física. Es triste como esta cultura cataloga como insano a todo cuerpo que se salga de estándares de delgadez. Son las poblaciones más jóvenes las que usualmente están más afectadas. Se suele relacionar comer sano con hacer dieta, ir al nutricionista con lo mismo.

¿Dónde está el error?

Todas personas hacemos dieta: La dieta es nuestra forma de comer diaria. Ahora, el problema viene cuando asociamos dieta a una restricción. Aprender sobre los factores que involucran nuestra salud hormonal, mental y física como el buen descanso, el ejercicio, las buenas relaciones sociales, amor propio y alimentación adecuada hace que disfrutes del proceso y que logres esa felicidad y objetivos que tanto anhelas, poniendo como prioridad tu salud.

El balance es la clave del éxito. No se trata de seguir movimientos realfooding que en muchos momentos se han puesto en debate por la necesidad de comer comida real. Mi opinión profesional es que, sí hay que evitar los ultraprocesados; sin embargo, no son los únicos culpables. Es el fanatismo y el extremismo lo que ha llevado a la población a aumentar la ingesta de estos y que fomenta los trastornos de conducta alimentaria como comportamientos normalizados, cuando debería justamente ponerse atención a esto y revelar todos los factores asociados a la cultura de la dieta que nos han llevado a estos extremos.

Por Victoria Crincoli – @VivaHealthier


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