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Ya los había escuchado: cenas a ciegas, con los ojos vendados. Sólo los sabores y tú. Y te imaginas un tiradero, que te ensucias y que tu ropa podría sufrir las consecuencias.

Así que nos aventuramos y asistimos a una cata con cena a ciegas: The blind dinner experience. Y si a esta peculiar experiencia le sumamos que vamos a ayudar a una academia de entrenamiento para perritos guías para personas débiles visuales, el combo es totalmente ganador. ¡Lo queremos YA!

Cata cena a ciegas en México

Lo primero que tienes que hacer es reservar tu lugar y hacer el pago. Lo puedes hacer en: https://www.cenaaciegas.com/

Después, tendrás que llenar un formulario para que sepan un poco más de ti, en especial, si tienes algún tipo de alergia o restricción alimentaria. Con esa base, van a planear tu menú. Sí, hasta esto está muy cuidado.

Un día antes del evento recibirás la dirección y eso es todo. Te alistas para asistir.

La cita es en un lugar secreto de una céntrica colonia de la Ciudad de México. Voy con mi mejor amiga quien, yo sé, disfrutará igual que yo. Somos curiosas y nos encanta la comida. Y el vino. Esta cena/maridaje suena muy bien: cuatro tiempos con cuatro vinos distintos.

Tengo que confesar que por mis prejuicios elegí ir vestida de negro, ¿se imaginan si me mancho de vino tinto una blusa blanca? Nonono, nunca he comido con los ojos vendados y más vale prevenir que lamentar. También llevo ropa cómoda porque no tengo claridad si vamos a sentarnos en sillas altas, bajas… en el suelo.

No sé nada y no quiero averiguar, sólo quiero dejarme ir.

Al llegar nos recibe nuestro anfitrión de la noche, el sommelier Rodrigo Márquez-Muro. Nos pide el nombre y nos ponemos a platicar de cómo nació la idea. Su esposa se enteró, hace años, que en Londres se comenzó a hacer algo llamado cena a ciegas. Ella pensó más allá: hacer catas. Como parte de Solovino club, empresa mexicana de experiencias y ventas de vinos, sonaba fantástico, pero tardó tiempo en «cuajarse» la idea. Fueron organizando cata cena a ciegas muy de vez en cuando, pero ante la demanda decidieron hacerlo más seguido. Y más. Y así llegaron a cada ocho días: un viernes, un sábado.
Puedes venir en pareja o en grupo y de acuerdo a esto, ellos arreglan tu mesa. Con decirles que a nosotras nos tocó un cumpleaños. Sí hay cupo limitado, por eso no puedes llegar sin haber reservado.
Después de platicar con Rodrigo, nos pasaron a un recibidor en donde nos dan instrucciones, además de nuestro antifaz. Podemos dejar nuestras bolsas en resguardo o llevarlas con nosotras. Nosotras elegimos dejarlas. Adriana (mi amiga) me toma de los hombros y nos dejamos llevar. La silla es cómoda, la mesa pequeña y perfecta. Poco a poco nos vamos adaptando al seguir las instrucciones.
No quiero contarles demasiado porque es algo que tienen que vivir, pero sí les quiero decir que no me manché la ropa (sé que estaban muy preocupados por ese hecho). Todo se dio de manera sencilla y divertida.
Catar los vinos a ciegas me hizo darme cuenta de que siempre la vista nos guía… ahora, teníamos que adivinar. Oler, degustar, ¡escuchar!
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Empezamos con una entrada que tiene una textura peculiar y comienzan las adivinanzas. El segundo tiempo me enloquece, igual que los siguientes dos. Mezclar la bebida con la comida me parece de lo más divertido, además de que podemos hacer buches y no hay quien nos critique.
Los vinos son suaves, distintos unos de los otros y temo marearme de más. Emborracharme, pues. No quiero perderme ningún detalle.
Y así transcurre la noche. Mi acompañante de aventura y yo la pasamos de las mil maravillas, y se nota que los otros comensales, también.
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Las amigas en plena acción

El programa es el siguiente:
20:30 Se abren las puertas y puedes esperar en la recepción.
20:45 Nos dan la bienvenida.
21:00 Inicia cena a ciegas.
22:30 Termina la cena maridaje y puedes quedarte a echar chisme y terminarte la copa última.
Finalmente, Adriana y yo nos quedamos un buen rato platicando, a media luz y compartiendo lo que vivimos.
Este tipo de experiencias te cambian un poco la perspectiva de cómo son las cosas, de cómo se sienten, de cómo las percibes tú. No hay manera de explicarlo mejor, pero seguramente no es suficiente. No, porque tienes que vivirlo.
 ¿Y la ayuda a los perritos?
Rodrigo nos cuenta que la la fundación a la que apoyan a los perros se llama Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos I.A.P y es la mejor del país. Sí, tal cual. Se dedica al menos un año a entrenar a perritos que han sido elegidos desde el nacimiento para convertirse en los ojos de una persona con debilidad visual. Lo más maravilloso es que no les cuesta nada a las personas que tendrán a este compañero de vida.
Vean de qué se trata: https://www.perrosguia.org.mx/
¿Cuándo?
Viernes y sábados de 20:00 a 23:00 h

¿Cuánto cuesta?

Costo por persona $997
Cenas privadas en pareja $3,333
Cenas privadas en grupo $1197 por persona (de 4 a 9 integrantes)
$997 por persona (de 10 integrantes en adelante)
Información completa:

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