“Yo solo posteo mi vida social y laboral en Face”. “Twitter es un buzón de quejas ciudadanas y prisma crítico de la sociedad”… Hasta que estás de ociosa a la 2 de la mañana reposteando babosadas o polemizando sobre el post de tal periódico con gente que ni conoces, o encuentras un artículo de autoayuda y lo compartes con reflexión psicológica que nadie te está pidiendo, o de plano, te avientas una indirectota visceral o un lamentable drunk post.

La privacidad es un derecho que peleamos todos los días, pero en redes lo olvidamos. ¿No te empanteras siempre que te llaman los bancos y las empresas para ofrecerte algo que no quieres? ¿No le cuentas tus intimidades solo a tu psicoanalista o a la persona que más confianza le tienes? ¡Entonces, no te desnudes en tu Facebook! Las redes sociales no son basurero emocional.

Poner reclamos, desahogar tus frustraciones, lloriquear en público o pelearte con desconocidos en Internet es absurdo, exhibicionista, ridículo, ambiguo y te mete en problemas innecesarios. Me declaro culpable de haber hecho eso más de una vez.

Sí, tú también, todos lo hemos hecho –algunas chicas ya lo hacen por deporte– y también nos hemos tomado personal algún post que quién sabe si era para nosotras, pero nos afectó. Ese es el problema del ocio y el stalkeo: es un ataque a nuestra privacidad y a la ajena. Creemos que podemos decir y pensar o interpretar lo que queramos, desde la comodidad de nuestra pantalla.

¿Cuál es el objetivo de eso? Ninguno. Nos pasa porque estamos tristes, enojadas, jarras, ardidas, y sobre todo, ociosas; puros pretextos que solo denotan inmadurez. Ouch, pero es cierto. Ahora… todas somos humanas y podemos equivocarnos ceder ante el impulso; por eso, para regarla menos, solo pregúntate: ¿Lo que estoy posteando es algo POSITIVO? ¿Cuáles serían las consecuencias REALES si lo hago?  

Créeme, peroratear nuestras pobrediableces, enojos o mezquindades en Twitter, Facebook e Instagram no puede ser positivo por ningún lado, ni para nosotras ni para otros, como tampoco lo es agenciarte lo que lees por ahí, para llenarte de ira o rencor.

La peor consecuencia es exhibirte en un océano lleno de personas que tienen acceso a tu vida y a tus secretos, que se formarán una percepción de ti que quizás no sea cierta; tampoco puedes saber qué harán con esa información, la misma que pueden extraer tan solo con ver un post, una foto, un comentario o un simple like tuyos.

Ya sabemos que las redes sociales son un demonio, así que no finjamos demencia: defiende tu intimidad, defiende tus secretos, defiende tu dignidad personal y dales un uso discreto y positivo, que alimente la imagen pública que deseas tener, que te mantenga en contacto con una red de contactos que aporten y con personas que estimas y están lejos, o con tu gente cercana. Básicamente, ten control de calidad, como dice un amigo mío.

No destruyas ni te autodestruyas en el mundo digital… Porque aparte, neta, qué oso.


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: