La salud mental ya es un tema del que cada vez podemos hablar con más libertad y sobre lo cual existe más información. El tema es que hay comportamientos cotidianos que tenemos las personas y que son comunes y «socialmente» aceptados, pero que pueden no ser tan saludables; por ejemplo la ansiedad de alto funcionamiento.

La ansiedad es un trastorno de la salud mental. La podemos reducir a la práctica de pensar en el «futuro», lo cual al ser incierto nos lleva a sentirla y genera otras emociones negativas como el miedo, o simplemente nos hace sentir nerviosos o con altos grados de estrés, que para algunas personas es paralizante. La ansiedad de alta funcionalidad (o de alto funcionamiento) se identifica por tener el efecto contrario.

La personas que la padecen experimentan una mayor propensión a moverse y a no quedarse en un estado de parálisis, y aunque a primera vista esto parece beneficioso solo por el hecho de no quedarse «quieto», en casos así el no tratar el origen de la ansiedad puede ser muy perjudicial. Distinto a los periodos de ansiedad que tumban a las personas o las llevan al consumo de medicamentos o a la atención médica, la ansiedad funcional se va manifestando en aparentes altas capacidades para hacer cosas.

Recién escuché sobre el término «ansiedad de alto funcionamiento» y después de entender de qué se trata; me reconocí haciendo cosas (muchas cosas y actividades) simultáneamente para «evitar» sentirme ansiosa. Es decir; identifiqué que muchas veces tengo síntomas de estrés y de ansiedad, pero que a pesar de ellos funciono. Aclaro, no significa que sea sano.

Si tienes ansiedad de alto funcionamiento, es probable que tu vida en general se sienta adecuada y que por ahí, reconozcas alguna causa de estrés muy específica, con la cual, según tu, te acoplas bien y hasta lo resuelves, el entorno en general se siente normal y seguro. Pero luego de un tiempo de mantener esa aparente funcionalidad, puede llegar abruptamente el agotamiento, puede «algo» abrumarte tan súbitamente que ahora sí, reconozcas el ataque de ansiedad o de pánico o puede llegar el punto de quiebre: el famoso «break down».

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No es «normal» aunque suene a etiqueta, funcionar bajo estrés y hacerlo algo cotidiano, no es saludable. Evitar «sentir» y obsesionarte con actividades de manera compulsiva como limpiar, ordenar cosas, hacer ejercicio y evitar con eso, llegar al fondo del asunto. En mi nunca humilde opinión reconozco que no resulta sencillo ir por la vida con la tarjeta de presentación que se lea: «Hola soy Karla, soy ansiosa, pero funciono», claro que no; y entonces mejor vamos evadiendo, hasta que, diría mi abuela: «tanto se va el cántaro al pozo, hasta que se rompe».

La ansiedad de alto funcionamiento puede convertirse en un trastorno mental importante sin tratamiento y puede afectar otras esferas de tu vida (además de tus emociones): tu familia, tu pareja, tu trabajo, porque ocupada o no, distraída o no, funcional o no; los pensamientos catastróficos están ahí, el pensar lo peor de una situación, está ahí; el temor, la preocupación o el miedo (irracionales o no), están ahí… y sin ayuda, pasan factura.

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Los síntomas habituales de la ansiedad como el pensamiento catastrófico, la preocupación excesiva y la irritabilidad también se sienten en la ansiedad funcional, pero se suman:

1. Perfeccionismo

Se trata de expectativas poco realistas que quien sufre ansiedad funcional se autoimpone, en donde no hay grises. Se trata de «todo o nada» o «si no soy el mejor de todos, entonces soy el peor de todos» y ello muchas veces lleva a una gran frustración.

2. Miedo por decepcionar a los demás

El diálogo interno suele ser negativo, la auto crítica es generalmente dura y existe la constante sensación de que estás decepcionando a las personas que te rodean.

3. Patrones de control

Puedes manifestar el perfeccionismo mediante el control de hábitos y el establecimiento de rutinas estrictas que te hagan sentir que lo puedes controlar todo, pero como por lo general el control aparente es un tema de percepción en la ansiedad de alta funcionalidad, que algo se salga de lo planeado aumenta la ansiedad.

4. Estar ocupado

Hay todo por hacer, pausar cuesta (casi duele). La lista de pendientes es infinita y no hay tiempo que perder, porque parar es poner atención a lo que causa la ansiedad… y probablemente, no estamos listos.

5. No saber decir que no

Los ansiosos funcionales raramente dicen que no; porque además tienen «FOMO» (Fear of missing out o miedo de perderse algo); y ello te lleva a aceptar más de lo que probablemente puedas manejar.

Difícilmente eres capaz de decir que no a proyectos en el trabajo, planes sociales o incluso ayudar a un amigo, a pesar de que te sientas exprimido hasta el máximo de tu capacidad.

6. No dormir bien

La ansiedad que has ocultado, reprimido e ignorado a lo largo del día se puede manifestar en forma de insomnio o de una mala calidad del sueño.

7. Dolores y hábitos repetitivos

Existen manifestaciones físicas de tu estado mental que se expresan de manera sucesiva, como dolor de espalda, cuello o cabeza. O tics nerviosos que sean chistosos, pero es tu cuerpo pidiendo ayuda.

8. No explicar a nadie tus sentimientos de ansiedad

Cuesta trabajo soltar esa información, antes de reconocerla hay capas y capas de protección emocional.

Puede ser que tengas ansiedad de alto funcionamiento y que buscar ayuda no sea una prioridad, pero la ansiedad con o sin apellido es ansiedad; busca ayuda, busca lo que te regrese al centro, normalizar que esto le puede pasar a muchos lo hace más sencillo de compartir. La ansiedad no es necesariamente negativa, en algunos casos es un mecanismo de defensa que nos alerta y nos motiva a hacer frente a los peligros, lo que la vuelve un tema es que sea la constante y que por ella te paralices o que sigas hasta romperte. El auto cuidado empieza hoy y comienza por ti.

¡Abusados! (se retira para seguir ordenando pendientes para evitar la ansiedad…)

Karla Lara


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